La Cámara de Diputados de la Nación
DECLARA:
Que vería con agrado que el Poder Ejecutivo Nacional, a través del organismo que corresponda proceda a denominar "Puente 17 de Octubre" al viejo Puente Pueyrredón, que une la localidad de Avellaneda con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
FUNDAMENTOS:
Señor presidente:
El próximo 17 de octubre se cumplirán 67 años del día en que una gran movilización obrera y sindical se agolpó en la Plaza de Mayo. Pedían a vivas voces la liberación del General Perón, quien se encontraba detenido en la Isla Martín García. El entonces presidente argentino, Edelmiro Farrell, había ordenado su detención como consecuencia de la actuación de Perón al frente de la Secretaria de Trabajo.
Aquella jornada histórica iba a marcar un antes y un después, incorporando al obrero en la vida política argentina y marcando el nacimiento del peronismo. El recuerdo de aquel 17 de octubre de 1945 fue conmemorado para siempre como "el día de la lealtad".
El Viejo puente Pueyrredón sobre el Riachuelo fue testigo de la epopeya de los obreros que se movilizaron rumbo a la Plaza de Mayo para reclamar la libertad del Gral. Perón.
El puente fue levantado ese día para que las columnas de trabajadores no ingresaran a la Capital Federal, pero esta acción no fue obstáculo, el curso de agua putrefacto y contaminado, fue atravesado a nado, en botes y sobre tablones de madera. Ante la situación planteada las autoridades tuvieron que bajarlo, para que los trabajadores lo cruzaran para dirigirse a exigir la libertad del general.
El 17 de octubre de 1945, aproximadamente a las 6:30 hs., de la mañana, Perón se aloja en el Hospital Militar Central, más precisamente en el departamento del capellán que el capitán Mazza había hecho preparar. El departamento tiene dos ambientes y teléfono lo que permite una conexión fluida con el exterior. Horas después conversaría con Evita.
El jefe de policía era obedecido a desgano al ordenar disolver a los manifestantes. Aquí, la policía intenta frenar a las primeras columnas.
Desde horas antes había manifestaciones en Avellaneda que trataban de cruzar el puente. La policía, por orden del coronel Ramírez, trata de impedirlo. Pero apenas.
Al viejo puente Pueyrredón, Emilio Ramírez consiguió que la policía lo levantara, pero no fue impedimento. Los trabajadores cruzaban en botes, en tablas o a nado.
Desde la mañana temprano miles de trabajadores sortean distintos obstáculos para pedir por su líder.
Muchos se filtran. No son más de trescientos que vivan a Perón por la avenida Montes de Oca, desembocan en la avenida de Mayo y aplauden a La Época. El jefe de Policía da inútiles órdenes de disolverlos, que la Guardia de Infantería cumple a desgano. Serán los primeros "descamisados": por la noche llegaron más tandas de Villa Urquiza, Flores, el canal San Fernando, los talleres de ferrocarriles del Oeste para demostrar que muchos quieren la libertad de Perón, "Sin galera y sin bastón / los muchachos de Perón". No piden su reposición, sino su libertad. A la mañana serán oleadas las que llegan de Ensenada, Berisso, La Plata, Quilmes, Gerli...
No se levantaron los obreros porque creyeron en peligro los beneficios que les dio Perón. Fue el pueblo entero que sufrió con la prisión del hombre que los había tratado con dignidad.
Los empleados céntricos de Buenos Aires observaban atónitos la llegada de las primeras columnas de trabajadores.
En Avellaneda, en Quilmes, en Berisso, en los barrios industriales de Buenos Aires y Rosario, en Tucumán, en Mendoza, en Córdoba. En todo el país la gente se reúne para hacer lo que pueda por quien es su ídolo. No solamente los hombres, también sus mujeres y sus hijos. Ese coronel Perón había escuchado sus quejas y resuelto en la medida de lo posible sus aspiraciones. Pero no era solamente eso; lo material fue lo menos importante.
Los tranvías conducidos por su personal cambiaban el recorrido hacia Plaza de Mayo. El grito era "¡A Buenos Aires! ¡A traer a Perón!"
Los había tratado de igual a igual como seres dignos. Los mensús de Misiones, los cañeros de Tucumán, los obrajeros del Chaco, los faenadores de Berisso, los obreros de las fábricas de Avellaneda y Quilmes, los artesanos de los barrios de Buenos Aires, los ferroviarios, los tranviarios, los operarios de las usinas eléctricas, los colectiveros, los canillitas, el pueblo entero de la República, se siente herido por la prisión del coronel.
Y muchos que no eran obreros, pero que sabían leer las entrelíneas de los diarios y no se emocionaban con las palabras libertad, nazismo, personalismo. Muchos sufrían entreviendo a través de los editoriales la alegría de los "varones consulares" y la figura obesa de Braden regocijándose desde Washington con la caída de Perón.
En todas partes hay indignación. Que crecerá hora por hora como una caldera que toma presión. Hasta que estalla.
Arturo Jauretche recuerda que fue llamado, por un dirigente forjista de Gerli.
- ¿Qué hacemos mañana doctor?
- ¿Mañana? ¿Qué pasa mañana?
-Y... la gente se viene para Buenos Aires... Todos están con Perón... - ¿Y quién organiza eso?
- ¡Qué se yo!... Nadie... Todos... ¿Qué hacemos nosotros doctor?
-Mirá..., si es así, cuando la gente salga, ¡agarrá la bandera del comité y ponte al frente!"
Y el líder forjista, que nada sabía de semejante movimiento, sonreía al recuerdo: "Pedro Arnaldi movía 30 votos en Gerli". Sin embargo, el 17 de octubre, a la madrugada, pasó el puente Pueyrredón con su bandera al frente de diez mil almas".
El 17 de octubre no fue solamente un levantamiento de obreros organizados sino de todo un pueblo y el Viejo Puente Pueyrredón fue un protagonista emblemático de la gesta del pueblo, motivos por los cuales solicito a los señores legisladores acompañen con su voto positivo solicitar al Poder Ejecutivo Nacional, que a través del organismo que corresponda proceda a denominar "Puente 17 de Octubre" al viejo Puente Pueyrredón, que une la localidad de Avellaneda con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
FIRMANTES: HARISPE, GASTON
GIRO A COMISIONES: TRANSPORTES