Septiembre es, quizás, el mes más educativo del calendario argentino. Huellas de nuestra historia aparecen como efemérides, las cuales intentamos resignificar para evitar que sean como piezas de contemplación. Este resignificar implica preguntarnos por el presente y la vigencia de lo que dichas fechas indican. Supone pensarlas en contexto, ubicarlas en tiempo y en espacio actual para ver qué nos dicen y por qué es imprescindible dedicarles un día, columnas como éstas, actos y reflexiones.
El 11 fue el Día de la Maestra, del Maestro, de quienes nos sentimos hacedores del ejercicio docente. Remite al fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento (¿por qué recordamos las muertes y no los nacimientos?), para algunxs el maestro de la Patria, el fundador de escuelas, que nos remite al nacimiento del sistema educativo nacional. Para otrxs, un personaje político sustantivo de la historia argentina más asociado a una mirada positivista, liberal y elitista respecto de cuál debía ser el lugar de nuestro país en el mundo. En el medio, miradas que mixturan ambas perspectivas.
Pero más allá de esta discusión (y de otras que exceden las posibilidades de esta columna), en el 2019 es preciso hablar del 11 de septiembre como el Día de la Dignidad Docente. Si de situar hablamos, debemos pensar este día en el escenario de un país en el que el sueldo promedio docente está hoy bajo la línea de pobreza en 17 de los 24 distritos del país, lo que representa al 80% de lxs docentes. En este mismo sentido, el gobierno de Cambiemos eliminó por decreto la Paritaria Nacional Docente, condenando a que cada provincia negocie los salarios con los recursos que disponga, lo cual redunda en una profundización de las desigualdades ya existentes en muchos lugares de nuestro país. Finalmente, también es importante pensar este día en un país cuyas políticas públicas vaciaron el programa de formación docente Nuestra Escuela, colocan al docente como un mero guía o líder educativo, cuestionan su figura al deslegitimarla en los grandes medios de comunicación y atacan al sindicalismo con expresiones muy poco felices en voces oficiales.
También en septiembre, el 16 es el Día de los Derechos de lxs Estudiantes Secundarixs, en conmemoración de la llamada “Noche de los Lápices” de 1976, cuando la dictadura genocida secuestró a estudiantes en La Plata en pleno terrorismo de Estado. Pensar esta fecha hoy es no solo una forma de homenaje para no olvidar ni perdonar, sino una forma de reflexionar sobre la vida de una juventud para quienes el gobierno actual ofrece formación en “valores” a cargo de la Gendarmería. Situar la fecha nos permite analizar cómo viven lxs estudiantes hoy, cuando desde el Estado se les propone vivir en la incertidumbre, disfrutarla y que sean creadores de sus propios trabajos, en un contexto de desempleo creciente como el que vivimos.
“Que vivan los estudiantes, jardín de las alegrías”, decía Violeta Parra. “Chispa de luz en los ojos, veo quien soy junto a otros. No tiene edad la escuela, hoy dibujé mi nombre en letras”, canta León Gieco a lxs maestrxs. En este mes educativo, resulta imprescindible pensar en cuál es la mirada del gobierno sobre quienes habitamos las aulas todos los días, a la vez que también es fundamental no olvidar que las aulas son trincheras de ideas, llenas de estudiantes y docentes que ofrecen sus convicciones por un proyecto político que devuelva la dignidad a todo nuestro pueblo.