Probablemente ése haya sido el pensamiento del presidente Alberto Fernández luego de haber leído el tuit de la presidenta de facto Jeanine Añez Chavez cuando se conocieron los primeros resultados de las elecciones en la hermana República Plurinacional de Bolivia. “Felicito a los ganadores y les pido gobernar pensando en Bolivia y en la democracia”, publicó quien meses antes fue la cabeza de un golpe de Estado que desató una brutal represión y persecución a dirigentes populares, quien fue además la responsable de la masacre de Senkata y Sacaba, con más de 20 muertos y 200 heridos.
Pero como la democracia siempre ofrece oportunidades y posibilidades a los pueblos que luchan, a una semana de las elecciones, y con el resultado definitivo, nos encontramos con una diferencia de más de 26 puntos de los candidatos del MAS Luis Arce y David Choquehuanca con el resto de los participantes, Carlos Mesa de Comunidad Ciudadana que salió segundo y Luis Camacho del frente Creemos y líder de la derecha santacruceña que quedó en tercer lugar. Quedaron develadas todas las incógnitas y sobre todo quedó en evidencia el repudiable papel que desempeñó la OEA, Organización de los Estados Americanos, que fue fundada con el objetivo de lograr en sus Estados Miembros, como lo estipula el Artículo 1 de la Carta, “un orden de paz y de justicia, fomentar su solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia”. Nada de eso cumplió su Secretario general Luis Almagro, quien en las elecciones del año 2019, en las que Evo fue el candidato a presidente, denunció fraude por parte del MAS, aunque luego se demostró que nada de eso sucedió. Por lo tanto, le cabe a Almagro la responsabilidad y complicidad por el daño económico, la represión y la calumnia a dirigentes.
Hay que destacar la capacidad de los dirigentes del MAS en ampliar su alianza con otras fuerzas políticas, lo que demuestra que es un proyecto que sigue en crecimiento.
Para Bolivia, “el proyecto nacional popular que ha postulado el MAS sigue siendo el horizonte insuperable de este tiempo”, manifestó el ex vicepresidente Álvaro García Linera.
El presidente electo Luis Arce, quien fue ministro de Economía de Evo Morales, basó su campaña en la excelente gestión que había realizado cuando redujo la pobreza a la mitad al sacar a 3 millones de ciudadanos de esa situación y el país registraba crecimiento del 5%. Mucha inversión pública y nacionalización de las principales empresas, fueron algunos de los logros que, comparados con el colapso económico que provocó el gobierno de facto de Añez, determinaron el alejamiento de los opositores que la acompañaron al principio de su gestión.
No podemos dejar de recordar que el MAS tiene fuerte inserción en la zona campesina, y una gran incidencia en los sectores obreros, lo que fue determinante en la resistencia al gobierno de facto.
La campaña de Arce estuvo centrada en reactivar la economía y recuperar los logros sociales de los años de Evo. “Mientras otros discutían sobre quién sería el candidato, nosotros estábamos hablando de generar empleo, industrializar, de la inversión pública y el crecimiento económico”, dijo Adriana Salvatierra, la líder del MAS y ex líder del senado.
El eje López Obrador - Fernández (México-Argentina) se verá fortalecido. Y los resultados del plebiscito en Chile, donde la oposición salió muy fortalecida, nos hacen pensar en que al eje Argentina - Bolivia - México también, en un futuro no muy lejano, se sumaría el país trasandino.
Podemos empezar a pensar de nuevo en la integración regional y en la recuperación de la UNASUR, que “es una tarea impostergable en el contexto mundial actual para el desarrollo de nuestros países y la defensa de la democracia en la Patria Grande”, tal lo manifestado por el presidente Alberto Fernández. Una integración necesaria, donde cada pueblo se vea representado.