El próximo domingo tendremos las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) y el 14 de noviembre las elecciones generales.
Ambas están relacionadas: si bien las primeras, como sabemos, no definen qué candidatos son elegidos para integrar los órganos legislativos, generan una primera definición de lo que está sucediendo en la opinión pública. Simplificando, además de dirimir las internas en el interior de cada espacio, son una encuesta incuestionable sobre la correlación de fuerzas actual entre los proyectos de país en pugna. En consecuencia, influyen sobre las elecciones generales.
En esta perspectiva, ambos escenarios electorales, en un contexto en el que la pandemia va quedando atrás, definirán qué fuerza tendrá cada uno de esos proyectos antagónicos en el futuro inmediato.
Si triunfa la coalición gobernante, ésta contará con mayor poder para llevar adelante su propuesta. Si, por el contrario, triunfa la principal fuerza opositora, ésta dispondrá de más potencialidad para intentar limitar el despliegue del proyecto de gobierno.
Esto último es a lo que se ha referido la precandidata a diputada por Juntos por el Cambio, María Eugenia Vidal: “necesitamos aumentar nuestro número de diputados a 120 para impedir que el gobierno avance con sus planes”.
Todas las elecciones explicitan la correlación de fuerzas entre dos o más proyectos en pugna. Pero las de medio término, además, definen si el gobierno en ejercicio contará, en la segunda parte de su mandato, con mayor o menor poder para implementar su modelo de país.
Ése es el gran desafío que tenemos por delante.
La oposición macrista llega a las PASO dividida y con su liderazgo en disputa. Por un lado, el radicalismo intenta renovarse en el interior de una coalición que, al mismo tiempo, también busca renovarse. Que ese intento de cambio del radicalismo se dé dentro de una coalición de derecha, no es inocuo: define la orientación de ese proceso de cambio, que continúa alejando a ese sector de la UCR del campo de los intereses nacionales, populares y democráticos.
Por otro lado, el PRO oscila entre un pasado que busca ocultar pero que también necesita mostrar: Mauricio Macri les resulta útil para intentar retener votos que drenan hacia otras opciones por derecha pero, al mismo tiempo, su presencia —y la memoria sobre su gobierno— les impide avanzar sobre otros electorados. Macri acumula y desacumula en simultáneo. La mejor fórmula, en su caso, es inaplicable: que esté y no esté al mismo tiempo. La coalición opositora, la que proponía el consenso de todos los argentinos y las argentinas, llega a las elecciones de medio término sin un acuerdo básico sobre su pasado y sobre su futuro. Pero sus diferencias de estilos y de posicionamientos no son de proyectos. Todos sus sectores internos, en lucha por el liderazgo, coinciden en una orientación común: el neoliberalismo.
En el Frente de Todos, en cambio, arribamos a este escenario electoral priorizando la unidad, debatiendo al interior los matices, y convencidos de que es imprescindible poner todos los esfuerzos en ganar las próximas elecciones, en términos de mejorar nuestra representación en el Parlamento nacional y en las legislaturas provinciales. Porque sin ese triunfo será mucho más difícil profundizar el desarrollo de nuestro modelo de país en los próximos dos años del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.
Se juegan muchas cosas en estas elecciones. Todas nuestras energías deben estar puestas en derrotar a la derecha, cuya principal expresión hoy es Juntos por el Cambio. Ninguna tarea es innecesaria. Todas las energías suman. De aquí al domingo, se trata de disputar el voto uno a uno. En las calles, en los locales, en las redes, en los medios, en todos los lugares.
Debemos ser parte de una épica poderosa que nos lleve a ganar el próximo domingo y, sobre todo, que nos permita triunfar en los comicios que más importan, los del 14 de noviembre, porque es cuando se elegirán los representantes del pueblo. Triunfar para profundizar el modelo. Ganar para ir por más.
Muchas gracias por el compromiso, el esfuerzo y la potencia de toda nuestra militancia.