El domingo 7 de abril se votó en la provincia de Río Negro para elegir gobernador y renovar las 46 bancas de la Legislatura a través de dos sistemas: representación poblacional y por circuitos electorales.
Ganó el oficialismo, un partido provincial llamado Juntos Somos Río Negro (JSRN), cuya candidata, Arabela Carreras, de Bariloche, llegó hace dos semanas a la candidatura porque la Suprema Corte de Justicia de la Nación impidió que se presentara a la re-reelección Alberto Weretilneck, el actual gobernador.
La historia reciente llevó a AW a ocupar ese lugar en enero de 2012, después de la trágica muerte de Carlos Soria, gobernador asumido apenas veinte días antes.
Weretilneck, ex intendente de Cipolletti, ex Frente Grande, fue reelecto en el año 2015, dejando afuera de la contienda al senador Miguel Ángel Pichetto,
Para las elecciones 2019, el hijo mayor de Carlos Soria, Martín Soria, intendente de Roca y continuador de la buena administración, acompañada de muchas obras en la ciudad, se propuso armar un Frente muy amplio y contenedor de 28 fuerzas políticas, incluyendo el Psol Río Negro.
La campaña de Soria se basó en una polarización muy fuerte con el gobierno nacional, resaltando en cada discurso la condición de Weretilneck de socio de Macri, con la idea de capitalizar el descontento de los votantes con las políticas del gobierno nacional, en la provincia en que Daniel Scioli sacó el mayor porcentaje de votos del país.
Pero en el último tramo de campaña, el gobierno provincial usó toda su llegada territorial para repartir recursos entre los votantes, en un momento de necesidades crecientes producidas por las políticas implementadas por el gobierno nacional.
Juntos Somos Río Negro ganó la elección porque fue eficaz de provincializar la agenda electoral. Es decir, logró situar como central la defensa de los intereses de los rionegrinos. Para triunfar en una elección hay que imponer el sentido del voto. Pero ello no significa que no se haya producido en Río Negro un voto desaprobatorio a Cambiemos: la prueba es contundente, su candidata no alcanzó el 6 por ciento de los sufragios. El gobierno nacional ha replicado en Río Negro la estrategia que ya ensayó en Neuquén: ocultar su agudo deterioro electoral resaltando el triunfo de opciones provinciales que no son parte de su coalición del gobierno y que se sostienen en un voto nacional heterogéneo (esas opciones provinciales contienen votos peronistas, kirchneristas, macristas, etc.).
Por supuesto, también hubo errores y responsabilidades propias. Será parte de un nuevo capítulo de debate y de generación de nuevas ideas y propuestas.
El resultado es que Río Negro tiene su primera gobernadora mujer, candidata con dos semanas de campaña propia. El campo nacional y popular no logró imponerse. Pero lo importante no es caer sino saber levantarse. Y nosotros ya estamos preparándonos para la próxima batalla.