Decíamos en nuestra convocatoria solidaria a participar de la celebración del 17 de Octubre que sería “un acto de todos nosotros y todas nosotras”. Una movilización histórica en apoyo al Presidente para fortalecer al Frente de Todos siendo integrantes del mismo.
Lo hacíamos con el optimismo que surge de la confianza en el pueblo, siempre dispuesto a ser protagonista cuando es convocado por un gobierno democrático y popular. Lo hacíamos interpretando que sería comprendida la necesidad política de rodear con el calor popular al gobierno votado hace muy poco tiempo, conquistando un gran triunfo frente al candidato y la opción de la derecha.
Ello sucedió en el marco de una campaña muy agresiva del macrismo derrotado, que precedió y continúa a la manifestación del 17 de Octubre, con el fin de desgastar al gobierno y con el propósito deliberado de impedir que cumpla y aplique su plan y su compromiso con el electorado. Los grandes medios de comunicación se transformaron en el organizador de una oposición cerril sin ideas ni propuestas a la ciudadanía, que se desliza a la descalificación de la mayoría e intenta paralizar al Congreso e instalar una falsa sensación de zozobra permanente.
La marea humana salió a las calles a puro “autazo”, bocinazo, “motazo”, banderas argentinas, imágenes del 17 de Octubre de Perón y Evita, jóvenes con sus originales modos expresivos que incluían el reclamo por la Ley IVE y el recuerdo de muchos mayores del día fundacional del peronismo y otras reminiscencias posteriores, incluyendo setentistas que recordaban a la juventud peronista. Fue notable que, en una movilización de cientos de miles en toda la geografía del país, no hubo odios, agresiones a medios ni a sus periodistas, ni escraches violentos, mucho menos expresiones de odio ideológico y clasista, como campea en los actos de minorías fanatizadas que los medios de derecha presentan como “expresiones opositoras”.
El presidente Alberto Fernández, emocionado por la presencia del pueblo y por “el acompañamiento” de millones en forma virtual, reivindicó la historia popular del peronismo como expresión “de los últimos”, recordó al mártir Felipe Vallese, puso como eje central la unidad del Frente de Todos y la necesidad de ser protagonistas activos en el terreno de la política. Alberto sintió que la histórica jornada en ciernes se transformaba en un parteaguas y desde allí convocó a ser partícipes del comienzo “de un tiempo distinto, el tiempo de la reconstrucción de Argentina”. Sabemos que se refería a dejar atrás las consecuencias del desastre social y económico del macrismo y de la tragedia de la pandemia.
Cristina una vez más dijo lo suyo, esta vez en poquísimas palabras: “que la lealtad a las convicciones, al pueblo y a la Patria sigan inalterables en tiempos de pandemia”.
Ahora, fortalecidos por esta pueblada ciudadana vamos con más iniciativa que nunca, con nuestro espíritu de unidad y respeto a la diversidad de siempre y con la militancia por delante a fortalecer al gobierno democrático de Alberto y de Cristina.
Como imaginamos, fue un “gran acto ciudadano para seguir poniendo a la Argentina de pie”.