La gran mayoría de nuestro pueblo esperaba la llegada del 10 de diciembre con una gran expectativa. Ya transcurridos unos días, podemos afirmar que vivimos una jornada histórica e imborrable: tras la jura, el nuevo Presidente pronunció un discurso marcando a fuego el cambio de rumbo respecto al gobierno de la derecha conservadora que se retiraba.
Una parte importante del Parlamento de pie, valorando y celebrando la palabra presidencial, le agregaba a la jura y el discurso un elemento esencial del sistema democrático, anticipando que los diputados y senadores elegidos por el pueblo sacarán al Congreso Nacional de la pasividad instrumentada por el macrismo, para ser un elemento central del debate y las decisiones futuras.
La jornada fue coronada por el protagonismo del pueblo, que se derramó por la Plaza histórica y sus aledaños, entregando su alegría y apoyo político al complejo tiempo por venir. Cristina, junto a Alberto, no sólo celebró la presencia activa del pueblo argentino, sino que ratificó su confianza en su rol determinante frente a las vicisitudes que vendrán por la previsible resistencia de las corporaciones económicas, políticas y culturales al nuevo proyecto político-popular.
Una cuestión nodal fue contundentemente definida por el Presidente: La prioridad es comenzar por los que menos tienen, “los marginados y excluidos de nuestra Patria, los afectados por la cultura del descarte”. El Plan Integral Argentina Contra el Hambre es una clara demostración de su preocupación principal.
Es importante destacar su referencia a la situación de las PyMEs, de la economía popular, el cooperativismo y la agricultura familiar como actores centrales de las políticas públicas.
Otra clarísima señal de legitimidad y autoridad política fueron sus enfáticos “Nunca Más” ante una justicia contaminada por servicios de inteligencia, por procedimientos oscuros y linchamientos mediáticos.
En sustancia, el nuevo gobierno democrático comenzó con un claro compromiso ante su pueblo de cambiar la historia en favor de las grandes mayorías sociales que lo ungieron con su voto y con la resistencia desplegada frente al macrismo.
Es indudable que la unidad expresada en la gran coalición del Frente de Todos fue determinante para el triunfo popular y la derrota a la burocracia macrista, que en su caída fue abandonada por sus propios mentores, incluyendo a una buena parte del gran empresariado que lo sostuvo desde su inicio.
Esa unidad debe ser sostenida con grandeza y firmeza. Será una responsabilidad de todos.
Los solidarios celebramos junto a nuestro pueblo desde la convicción que en estos años de oprobio fuimos consecuentes desde el primer día con nuestra línea antimacrista, favoreciendo la unión política y social, a la vez que mantuvimos la solidaridad activa con los otros pueblos de Nuestra América que lucha por su independencia económica y política.
Concluimos con una valiosa expresión de Alberto: “sin pan la vida sólo se padece. Sin pan no hay democracia ni libertad”.