“La intervención sobre Vicentin no se produce debido a su éxito empresario: por el contrario, es una consecuencia de su fracaso como empresa”. De esta manera comienza Carlos Heller su columna de opinión para Página/12. Para luego continuar señalando: “Según el decreto publicado en el Boletín Oficial, la compañía se presentó en convocatoria de acreedores con una deuda de 99.345 millones de pesos. Además, antes de entrar en cesación de pagos vendió un tercio de su participación en la sociedad Renova al grupo de origen suizo Glencore, quien con el 66% de las acciones pasó a tener el control de esa empresa del grupo económico. Otra sociedad del conglomerado empresario, Algodonera Avellaneda, licenció la semana pasada a 500 trabajadores y trabajadoras. El grupo económico, además, contrajo grandes deudas con el sistema financiero local: entre los mayores acreedores están el Banco Nación, el Provincia de Buenos Aires y el Ciudad. Luego aparece una serie de entidades privadas, algunas con presencia estatal, o agentes oficiales. Pero hay más: el Comité de los principales seis acreedores internacionales, que tienen en conjunto 500 millones de dólares por cobrar, emitió un comunicado la semana que pasó en el que expresan «su firme disposición a establecer un diálogo constructivo con las autoridades gubernamentales relevantes, para discutir la regularización de la deuda de Vicentin» y adelantaron que la resolución del Gobierno «contribuirá a aliviar la situación financiera general de la compañía»”.
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