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No distorsionar la realidad
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“En la semana, algunos medios locales reprodujeron, casi en paralelo, dos opiniones que, de tan similares, pueden contestarse con una misma respuesta”. De esta manera comienza Carlos Heller su panorama político económico semanal para Tiempo Argentino. Para luego agregar: “En un caso fue el exfuncionario de Cambiemos, Alfonso Prat-Gay, quien señaló que «para frenar esa curva (la del Covid-19), hemos destrozado la economía». Acto seguido dijo: «si no resuelven este tema (el de la deuda) es porque no quieren resolverlo. Si vamos a un default es un fracaso del que no supo negociar». Por su lado, la Asociación Empresaria Argentina (AEA), sacó una declaración pidiendo por una vuelta “ordenada al trabajo y la producción” y planteó además que es fundamental evitar el default. Ambas posturas reflejan un mismo pensamiento de fondo: subordinar los intereses de la Nación a los de los grandes grupos económicos”. Y continúa: “AEA también expresa que «el acceso al crédito internacional mejorará las perspectivas económicas, generará más empleo privado y favorecerá la realización de inversiones productivas en el país». Una reminiscencia de la falsa «lluvia de inversiones», que además parece desconocer que muchas cosas han cambiado, no sólo a nivel local. Nos encontramos ante un mundo que atraviesa una recesión de grandes dimensiones y una potencial crisis de endeudamiento a escala global, que ya se estaba acumulando desde mucho tiempo antes”.
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En su columna de opinión para La tarde con Carlos Polimeni, Juan Carlos Junio reflexionó acerca del debate, a nivel mundial y en tiempos de pandemia, sobre los impuestos a los grandes patrimonios y a las ganancias. “Este debate es universal, pero en los países más pobres, en los de desarrollo medio, como nosotros, se cambia el eje del debate. Gran parte del neoliberalismo discute siempre el gasto, o sea cómo se ajusta el gasto para poder resolver los problemas económicos del país, y en consecuencia, de dónde salen los recursos. Sin embargo, hay un cambio casi copernicano hoy porque de dónde salen los recursos es el centro de la cuestión”, explicó. “Y ahí vemos que Argentina es uno de los países que tiene un porcentaje menor que el promedio, en comparación ya no solo con los países europeos sino también con el resto de los países de América Latina, en impuestos a las ganancias y de grandes patrimonios”, continuó.
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“El Gobierno nacional fundamentó la propuesta que hizo a los acreedores internacionales para reestructurar la deuda sobre la base de no «postergar más al país»”, señala el diputado nacional Eduardo Fernández en una nota de opinión. Y agrega: “Con un plan serio que contiene un fuerte sentido social, propone una crítica al modelo especulativo que rige en el mundo”. Para luego remarcar: “Al cierre de esta nota finalizaba el plazo para que los bonistas internacionales brinden sus respuestas a la propuesta de reestructuración de deuda que hizo el Gobierno nacional. El planteo del ministro de Economía Martín Guzmán contó con un debate previo en el Poder Legislativo y cosechó amplios consensos en el plano nacional, a través de gobernadores, economistas y entidades empresarias, y en el internacional, entre los que se encuentran por ejemplo el mismísimo Fondo Monetario Internacional y destacadas personalidades, catedráticos y dirigentes políticos. El mundo entero estará observando lo que ocurra con la propuesta argentina”.
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“Nuestro país se encuentra ante una situación doblemente grave. Por el coronavirus, y por la crisis económica que dejó el anterior Gobierno, una herencia crítica en materia de producción, empleo, y deuda pública altamente dolarizada y mayoritariamente con acreedores externos”, comienza Carlos Heller su columna de opinión para Ámbito Financiero. “Con las limitaciones del caso –continúa– el Gobierno está tratando de que los impactos sociales y productivos sean los menores posibles. En cuanto a la deuda, se está buscando hacerla sostenible en el tiempo, evitar el brutal ajuste que piden desde ciertos grupos de acreedores y no firmar un mal acuerdo que genere una crisis de deuda más adelante. Un mal arreglo fue el pago a los bonistas litigantes en 2016, decisión tomada por el Gobierno de los CEO. Podría decirse que allí en realidad no se negoció nada. Se aceptaron todas las pretensiones de los acreedores, incluyendo altísimas tasas de interés no pagadas en casi ningún lugar del mundo”. Para luego preguntarse: “¿Acaso esto no fue parte del germen para que la deuda se vuelva insostenible?”
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