Por Eduardo Fernández | Diputado Nacional por Córdoba |
Presidente del Partido Solidario Córdoba
En las últimas semanas asistimos a un intento desestabilizador de gran parte de la oposición que, en complicidad con los medios que defienden los intereses de los sectores concentrados, pretenden explotar el desgano y la frustración de un sector de la sociedad que viene pasándola mal desde la crisis provocada por el Gobierno de Mauricio Macri y que se profundizó con la pandemia. A partir de ello, ya vociferan que buscarán hacerse cargo de la presidencia de la Cámara de Diputados e intentarán trabar el quórum en el Senado tras las elecciones.
La violencia discursiva de algunas y algunos candidatos, la derechización del contenido y las características conservadoras de muchas de las ofertas electorales, son aspectos que hay que afrontar mediante una propuesta comunicacional y política que desnude la búsqueda de restricción de derechos de estos espacios y la explotación de los sentimientos negativos para fomentar la irrupción de propuestas extremistas que pretenden.
Un ejemplo es el negacionismo de los mal llamados liberales. Uno de sus referentes, el candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires José Luis Espert, con insultos y un discurso cargado de odio, realzó el vetusto “día de la raza”, desconociendo el genocidio hacia nuestros pueblos originarios. Eso motivó que presente ante la Cámara un proyecto de resolución repudiando los dichos de este dirigente.
Al margen de ello, es fundamental rescatar que estamos en una coalición que no construye desde el odio, sino desde el amor, desde la diversidad y desde la idea de que tenemos que crecer con todas y todos adentro. Si bien falta mejorar y profundizar políticas, el camino de seguir ampliando derechos, de fortalecer la producción y el trabajo como salida, y el de brindar oportunidades y un futuro para todas y todos, son la vía para lograr la Argentina que quiere nuestro pueblo.
Desafíos
En el desafío de darle gobernabilidad al Frente de Todos, único proyecto que puede devolverle la dignidad a la ciudadanía, es prioritario darle un mayor valor a lo regional, poder hablar con más firmeza sobre el proyecto de provincia que queremos, e integrar en el diseño de la campaña a la enorme militancia que este espacio tiene.
Hay que empezar por marcar las diferencias de modelos con las fuerzas con las que disputamos los comicios, entre ellas Hacemos por Córdoba. Hay que ser muy claros sobre lo que se pone en juego, que es nada más y nada menos que el futuro del país. No haremos una sociedad más justa haciendo guiños a la oligarquía como lo está haciendo Juan Schiaretti durante toda esta campaña.
Es indispensable hablar desde Córdoba y de una Córdoba integrada, pero no hay publicidad ni presencia que suplanten el accionar de la militancia en el Frente de Todos, que es necesario que se sume y sea contemplada como un actor clave para el diseño de la campaña.
En este punto debemos profundizar la autocrítica que nos cabe en nuestra coalición en la provincia. A partir de las conclusiones tras las charlas que he compartido con la militancia, queda claro que debemos tener una relación mucho más fluida y orgánica, entre candidatos, partidos y militantes territoriales. Sin ese elemento, se nos dificultará mejorar los resultados. Mi predisposición, como siempre, es colaborar en esa construcción, con el único objetivo de trabajar por un país más justo y equitativo.
