Por Eduardo Fernández
En la histórica sesión del miércoles 13 de mayo donde se votó el otorgamiento de beneficios especiales a personal de salud, Fuerzas Armadas, de seguridad y otras actividades esenciales ante la pandemia de Covid-19, el presidente del Bloque del Frente de Todos en la Cámara baja, Máximo Kirchner, y el diputado Carlos Heller destacaron la articulación con un sector de la oposición en el marco del aislamiento social, preventivo y obligatorio.
Estas declaraciones están en línea con la decisión política tomada por el presidente Alberto Fernández, quien desde el primer momento convocó a una unidad nacional inédita, a partir de la demostración de que se puede trabajar con gobernantes de todas las coaliciones en pos del bien común. Además de los acuerdos en los protocolos sanitarios, hubo un apoyo casi unánime de parte de las provincias y de CABA a la propuesta de reestructuración de la deuda pública.
Sin embargo, también hay que remarcar que aparecieron sectores que en base a intereses propios plantearon su oposición a lograr acuerdos que nos permitan tener una deuda sostenible que abra la posibilidad al crecimiento de la Argentina.
En un país que sufre dos crisis, la de las consecuencias de cuatro años de políticas neoliberales especulativas y la del coronavirus, tenemos que caminar hacia la búsqueda de soluciones efectivas para las argentinas y los argentinos, logrando consensos para fortalecer nuestra posición frente a los sectores concentrados de la economía, que deben entender que es momento de ganar menos.
Preparar el escenario
Algunos medios hegemónicos ya comenzaron a preparar el escenario. Hablan de ruptura de pactos o treguas entre oposición y oficialismo, y de que se acabó el “período de gracia” del nuevo gobierno.
La declaración es clara y busca dar rienda suelta a un sector de la oposición que lejos de tomar una postura colaborativa frente a la crisis, que en parte ellos mismos generaron, amenaza con endurecer su posición. Estos sectores promovieron la fractura social desde el primer momento y recrudecieron su actitud cuando en las encuestas hubo un respaldo categórico al accionar del Presidente.
El escenario que analiza la “oposición dura”, como le llaman algunos medios, es el debate de temas fundamentales para Argentina como el tributo a los grandes patrimonios que alcanzaría a unas 12 mil personas en todo el país. La aproximación a la discusión rápidamente recibió una contundente respuesta de esos sectores, que buscaron deslegitimar a la política a través de economistas, que habitualmente ofician de voceros de esos mismos sectores, en medios abiertamente opositores y redes sociales, dejando asentado que no están dispuestos a colaborar en esta crisis.
Los temas a debatir, que tienen una gran importancia para el futuro de la Nación, son la ya mencionada renegociación de la deuda y leyes fundamentales como la creación del Consejo Económico Social, la discusión sobre el presupuesto nacional, la reforma de la Justicia y la legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, herramientas fundamentales en el camino hacia una sociedad más justa y solidaria.
Por eso el ruido público, la amenaza de vaciar de debate el Congreso y llevar la discusión al escenario de los medios y los ejércitos de trolls. Estamos frente a un momento histórico que nos exige dejar de lado mezquindades. Podemos debatir las formas sobre las bases de un gran acuerdo que ponga en el centro de la escena a las ciudadanas y ciudadanos de carne y hueso, como expresara Máximo Kirchner en la última sesión parlamentaria, pero para eso hay que apelar a una actitud solidaria y saber que para salir adelante todos los sectores tenemos que hacer un aporte.