Página/12 | Opinión
Por Carlos Heller
En un escenario de duras negociaciones con el FMI y de expectativa de un acuerdo con el organismo multilateral, se conoció un informe reciente de Naciones Unidas en el que se sostiene que “la deuda pública mundial alcanzó un récord de 92 billones de dólares” en 2022, debido al endeudamiento de los gobiernos para hacer frente a crisis como la pandemia de Covid-19. El documento agrega que son los países en desarrollo los que más sufren esta situación y que éstos “se enfrentan a la disyuntiva imposible de pagar su deuda o servir a su población”. También afirma que “en la actualidad 3.300 millones de personas viven en países que gastan más en el pago de intereses que en educación o salud. Un mundo endeudado perturba la prosperidad de las personas y del planeta”. Finalmente sugiere: “los países en desarrollo, especialmente los que tienen una elevada carga de deuda, necesitan más liquidez en tiempos de crisis. De lo contrario una crisis de liquidez corre el riesgo de convertirse en una crisis de deuda. Esto puede lograrse ampliando la financiación de contingencia. La red de seguridad mundial debe funcionar. Deben aplicarse medidas como potenciar el uso de los Derechos Especiales de Giro, suspender temporalmente las sobretasas del FMI y ampliar el acceso a la financiación de emergencia mediante el aumento de las cuotas”.
Se trata de un informe cuya idea central está en las antípodas del ajuste que propone el neoliberalismo en la Argentina y en el mundo. Más bien plantea lo contrario: que es necesario aliviar el peso de la deuda para aumentar las inversiones en educación y salud, entre otros ejes. Y termina proponiendo medidas similares a las que la Argentina está defendiendo en la negociación con el Fondo.
La ideología del FMI podría sintetizarse en una frase de su Reporte del Sector Externo (2023) donde, en el apartado sobre la Argentina, afirma que los objetivos de las medidas que propone son “moderar el crecimiento de la demanda doméstica, reforzar el balance comercial y recomponer las reservas internacionales”, entre los más importantes.
Por su lado, en el marco de la campaña electoral los referentes de Juntos por el Cambio continúan sin proponer ninguna novedad con respecto a las políticas ya implementadas cuando fueron gobierno. Más aún: lo que dicen es que van a hacer lo que ya hicieron. Anuncian que van a ajustar y ya ajustaron. Adelantan que van a privatizar y ya privatizaron. Prometen que buscarán orden, pero promueven crisis. Sostienen que ofrecen futuro, pero traen pasado.
En todos los casos, cuando hicieron lo que ahora proponen volver a hacer, los resultados fueron pésimos para la mayoría de la sociedad argentina. Por ello, agitan un discurso viejo: ya liquidaron el sector público, ya privatizaron el sistema previsional, ya privatizaron las empresas de energía y de agua, ya privatizaron la empresa aérea de bandera y vuelven sobre esas iniciativas que ya fracasaron.
Por ello, es fundamental la memoria de los argentinos y las argentinas. Es imprescindible recordar lo que sus políticas generaron entre diciembre de 2015 y diciembre de 2019: 25.000 PyMEs cerradas, miles de trabajadores y trabajadoras despedidos, fuerte achicamiento del PBI, drástica reducción de presupuestos en Salud, Educación y Ciencia y Tecnología, para citar sólo algunos de los estragos que hizo su gobierno.
Hay en juego dos proyectos de país. Uno que incluye y otro que excluye. Uno que promueve un Estado activo y otro que defiende un Estado ausente que deja todo en manos del mercado. Uno que impulsa la educación pública, y otro que insiste con un discurso sobre la educación, pero, lejos de promoverla, la debilita reduciendo su financiamiento. Uno que promueve un ciclo virtuoso de desarrollo sustentable y de mejor distribución del ingreso y de la riqueza y otro que, a mayor o menor velocidad, más o menos extremo y represivo, propone un ajuste.
El ministro de Economía y candidato a presidente de Unión por la Patria, Sergio Massa, lo ha manifestado del siguiente modo: “hay dos modelos de país en juego: hay un modelo que pretende transformar a la Argentina en un exportador primarizado y en un banco de entrada y salida de especulación financiera, y hay otro modelo de desarrollo económico con mirada federal”. “Nosotros tenemos que plantear un proyecto de desarrollo que le ponga valor agregado a los hidrocarburos y a los minerales, de generación de empleo, de desarrollo de la revolución de la tecnología y el conocimiento”, afirmó.
En un acto en la sede de la CGT, Massa también sostuvo que en caso de ganar su primer objetivo “será defender el salario en la puja distributiva y alcanzar otra vez el 50 por ciento que alguna vez tuvieron los trabajadores”. Y agregó que en la Casa de Gobierno habrá “un presidente de los trabajadores”. Concluyó diciendo: “vine hoy a esta CGT a comprometerme con ustedes, con la producción y el trabajo”.
El modelo de país que propone Unión por la Patria está muy lejos del proyecto de Juntos por el Cambio, responsable de los 45 mil millones de dólares de deuda externa tomados por Mauricio Macri y la formación de activos externos o fuga de capitales. Nos referimos a esa enorme transferencia de divisas hacia otros países que hizo que nos quedáramos con la deuda y sin ningún dólar de ella invertido en la Argentina.
Pero, más allá del crédito del FMI que fugaron, cuando hablamos de fuga de capitales hablamos de enormes transferencias permanentes al exterior de riqueza generada en la Argentina, con actividades rentables sobre las que no pagan impuestos.
En esa línea, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en un acto en el Centro de Formación y Entrenamiento de Pilotos de la República Argentina, sostuvo que existen “428.635 millones de dólares en activos formados en el exterior por personas físicas y jurídicas argentinas”. Agregó que “gran parte de esos activos se deben a evasión impositiva, sobrefacturación de importaciones o subfacturación de exportaciones” y que ciertos empresarios “cuando calculan su rentabilidad, no lo hacen como indicarían los manuales de la economía de mercado sino calculando la cantidad de dólares que quieren comprar”. ¿Cuánto se podría hacer en el país si contáramos con esos recursos? ¿Cuánto aumento de la producción nacional y de empleo de calidad argentino se podría lograr si esas enormes sumas de dinero se invirtieran en la Argentina?
Hay dos modelos de país, pero sólo uno de ellos, el que propone Unión por la Patria, contiene un proyecto de Nación.