Perfil | Opinión
Por Carlos Heller
La Argentina llegó a un acuerdo con los tres fondos de inversión con los que aún estaba negociando. Ello abre el camino para que el ciento por ciento de la deuda privada emitida en moneda y legislación extranjera ingrese a un proceso formal de reestructuración. De hecho, los grupos Ad Hoc –liderados por BlackRock–, Exchange y el Comité de Acreedores de Argentina (ACC), emitieron un comunicado conjunto en el que afirman que “el acuerdo es un buen resultado para todos los participantes y ofrece una oferta que todos los acreedores deberían apoyar”.
El Gobierno cerró la negociación manteniendo el criterio de sostenibilidad de la deuda que se había propuesto. Agregó pequeñas correcciones en las fechas de vencimiento de algunos pagos que, al adelantarse algunos meses, generan un aumento de lo que se denomina el valor presente. Pero no hubo un cambio que suponga un mayor volumen de compromisos por parte del país. Según el acuerdo alcanzado, la tasa de interés promedio de los distintos bonos desciende alrededor del 7% al 3%. Paralelamente, la Cámara de Diputados aprobó el tratamiento en iguales condiciones para los bonistas que poseen títulos en dólares bajo ley argentina que las que rigen para los que poseen bonos en dólares bajo ley extranjera. En este caso, la tasa de interés promedio, de acuerdo a una estimación de la estructura de los títulos a canjear, pasaría de cerca del 8% de la deuda actual, a menos del 3% después del canje.
Con estas reducciones en las tasas de interés promedio, más la postergación de las amortizaciones, el alivio financiero obtenido en los canjes bajo legislación nacional y extranjera llega a los 42.500 millones de dólares en los próximos cinco años.
La Argentina se ha mantenido en una inteligente y muy firme postura de negociación y ha llegado a un acuerdo donde ha logrado lo fundamental: generar un alivio inicial para direccionar recursos hacia el diseño e impulso de un modelo de crecimiento con la gente adentro.
En el relanzamiento del Plan Procrear, el Presidente afirmó: “Veníamos de dos años de caída de la economía, de 25 mil empresas cerradas, de un desempleo creciente, una pobreza que rozaba el 40 por ciento; y Martín interpretó mejor que nadie el objetivo, nos dimos una estrategia que ideó Martín, que fue muy exitosa (…). Hemos recuperado autonomía para poder destinar recursos para que muchos argentinos puedan tener su vivienda, para que muchos empresarios puedan acceder al crédito e impulsar la producción, para que impulsando la producción podamos recuperar el empleo”.
En la misma línea se expresó el ministro Martín Guzmán: “Había que quitarle al sector público esta situación de asfixia que venía enfrentando, para poder destinar recursos que son muy importantes para las políticas públicas, la educación, la salud, la ciencia y la infraestructura, y dejar de destinarlos al pago de deuda externa”. Cerrada esta etapa se abre otra: la negociación con el Fondo Monetario Internacional por un total de 45 mil millones de dólares que vencen, en su inmensa mayoría, de aquí al 2023. Esa deuda también deberá ser reestructurada para completar el proceso de alivio financiero.
Finalmente, resta la negociación con el Club de París, una deuda de un poco más de 2 mil millones de dólares, pero en la que por incumplimiento del gobierno de Mauricio Macri, se activaron cláusulas que elevaron la tasa de interés de ese tramo a algo más del 9%.
Para los que dicen que la Argentina necesita un plan, la respuesta es sencilla: éste es el primer capítulo del plan. No había ninguna posibilidad de desplegarlo sin este tema resuelto. Fue un gran primer paso, siguen otros. Pero estamos en el camino correcto.