Página/12 | Opinión
Por Juan Carlos Junio
El triunfo rotundo de la fórmula Sergio Massa - Agustín Rossi de Unión por la Patria es el hecho determinante de la elección del domingo pasado, que condiciona la próxima fase de la confrontación con la opción de la ultraderecha de Javier Milei y Victoria Villaruel. Dos proyectos ideológicos y económicos antagónicos se enfrentarán ante la ciudadanía el 19 de noviembre.
Como había anticipado Cristina Kirchner oportunamente, la disputa fue de tres tercios: dos opciones conservadoras inficionadas por ideas y simbolismos propagandísticos, que extremaron su discurso con consignas violentas, descalificando a la alternativa de UxP. Una de ellas desde un aggiornado irracionalismo, típico de las viejas ultraderechas; que se presentaba arrasador, y al cual la mayoría de la sociedad se sometería. Sin embargo, el pueblo con su voto decidió no ir alegremente hacia el precipicio que proponía un vulgar aventurero, inventado exitosamente por las corporaciones mediáticas a fuerza de exhibirlo irrestrictamente en sus pantallas televisivas. Una vez más, los núcleos tradicionales del poder político, económico y mediático fueron deslizándose a privilegiar la derrota del gobierno popular, más allá de sus aciertos y limitaciones. Primaron sus prejuicios antiperonistas y de las otras expresiones que confluyen en la coalición de UxP, por encima de su meneada prédica democratista de defensa de “los valores fundamentales”. Unos fueron con Milei, y otros con JxC de Bullrich. Ocurrió lo previsto: la fracción del poder que se alineó con su partido liberal conservador de JxC fue la gran derrotada. Los “errores” de Bullrich no solo devienen de sus limitaciones intelectuales y su pertinaz oportunismo político. La causa principal del fracaso fue su ideología y el propósito político de la fuerza que representó, cuyo eje de campaña, “yo derrotaré al kirchnerismo” no prendió en el electorado. Quedó demostrado que esas ideas ancladas en el prejuicio son anacrónicas, propias de minorías anquilosadas que no tienen relación con las demandas de la sociedad.
Sus “propuestas” en materia económica fueron más de lo mismo del recetario fracasado del modelo liberal, aunque lo haya formulado su ventrílocuo Carlos Melconian.
El falso libertario chocó con la sociedad democrática que tomó la decisión de pararlo. Hubo conciencia que había que detenerlo antes de que sea tarde. No pasó eso de reivindicar a la dictadura videlista y negar a los 30 mil desaparecidos. No pasó eso de que las Malvinas son de los dos mil kelpers de la corona británica. No pasó la privatización de la educación pública, tampoco el rechazo a la universidad nacida de la Reforma del 18, ni la crítica falsa y primitiva a San Martín, tampoco los insultos descalificantes al Papa, ni la exaltación de un individualismo extremo y grotesco que justifica la venta de niños, órganos o la privatización de mares y ríos.
Otro elemento significativo que desnudó el comicio fue el fracaso de los grandes medios, que actuaron impúdicamente fabricando operaciones escandalosas para erosionar a UxP. Sus mentiras, como el invento del “dólar Clarín” a un valor inexistente, la caída “catastrófica” de los depósitos bancarios, la potenciación del episodio del “chocolatero”, e incluso el despliegue extraordinario del acto inmoral de Insaurralde, no influyeron en la decisión del votante. Las portadas de los medios hegemónicos y sus comunicadores sometidos a lógicas amarillistas no convencen ni modelan la conducta de la ciudadanía.
Por su parte, el triunfo de Massa estuvo sustentado en una campaña de ideas programáticas para el presente y el futuro, saliendo al encuentro de las demandas populares.
Desde su función de ministro de Economía tomó la iniciativa con el propósito de reparar el daño que viene ocasionado la persistencia del aumento de los precios, mostrando un rumbo con la mira puesta en la mejora de los ingresos y el nivel de vida del pueblo. En este sentido asumió un compromiso muy determinante: “Muchos de los que me votaron son lo que más están sufriendo, no les voy a fallar”. Fueron también valoradas por el electorado las acciones desplegadas desde el Estado para frenar a los especuladores que medran con los fondos públicos para enriquecerse, eludiendo impunemente la legalidad. Se va instalando la sensación de que Massa y su equipo decidieron enfrentarlos, particularmente a los que utilizan connotados estudios falseando la documentación de sus negocios internacionales.
En suma, UxP actúo unido tras su fórmula presidencial, y sus candidatos desplegaron una campaña a la ofensiva, dejando atrás debates infructuosos y asumiendo las deudas sociales que quedan de la actual gestión. La postura sobre la deuda con el FMI, fue la de rediscutir el acuerdo, compartiendo la visión de Cristina, de que en los términos actuales es imposible de asumir. El crecimiento de la figura presidenciable de Massa fue acompañado con una actitud consecuente de diálogo con los distintos afluentes ideológicos y políticos de la sociedad. Un elemento muy determinante para el desenlace electoral fue el “factor Kicillof”. La contundencia de su triunfo demuestra que la ciudadanía valora que sus representantes se sustenten ideológicamente y que sobre esa base, desplieguen una gestión eficiente y cercana a la vida y a las necesidades de su pueblo. El gobernador en todas sus intervenciones públicas fijó posición con un fuerte contenido político: el domingo no solo valoró y agradeció a la militancia, también reiteró su rechazo a la dictadura, reivindicó a los 30 mil detenidos desaparecidos, a nuestra soberanía sobre Malvinas y muy especialmente a Cristina como líder, a la vez que se solidarizó frente al intento de magnicidio.
En suma, una gran parte de la ciudadanía valoró que se esté conformando una coalición amplia que no se resigna ni subordina a los poderes económicos, que va mostrando que si hay determinación política se puede avanzar en medio de las brumas del “no se puede”, y que vale la pena defender la democracia. Falta recorrer un mes decisivo, en el que habrá que vencer los obstáculos existentes y los que irán surgiendo. La masiva presencia ciudadana volcada a ejercer su derecho al voto nos alienta y convoca a militar y a luchar por convencer. Una vez más de eso se trata: en estos días, luchar es sinónimo de convencer.