Tiempo Argentino | Opinión
Por Carlos Heller
Un día antes de conocerse el 2,9% de inflación de enero, superior al ya elevado porcentaje de diciembre, Mauricio Macri sostuvo en una FM de Buena Esperanza, San Luis: "hoy está empezando a bajar la inflación, lentamente va a empezar a mejorar la actividad y espero que eso nos lleve a un crecimiento cada vez más sólido". Difícil que no conociera los datos que al día siguiente iba a publicar el Indec, lo cual refuerza la idea de que prioriza el discurso sobre la realidad, como si el primero pudiera transformar a la segunda.
Prácticamente todas las frases dichas en esa entrevista tienen esta orientación, a cuál más alejada de la realidad.
"A pesar de los golpes, diríamos que estamos en una mejor posición para encarar el futuro de lo que estábamos en el 2015", lanzó al aire el presidente. Dado que la situación actual es agobiante, sigue intentando convencer a la población de que con sus medidas llegaremos a un mejor futuro. ¿Cómo estar mejor que a fines de 2015 con una deuda del 94% medida sobre el PIB, un acuerdo de ajuste que luce permanente con el FMI, niveles de desocupación y pobreza mucho más elevados? Son precisamente esas y otras tantas variables que este gobierno sembró las que están condicionando y complicando el futuro para la mayoría de la población.
Macri no sólo recurre a los fenómenos meteorológicos, sino que esta vez disparó metáforas sobre diversas colisiones: "a pesar de los golpes", "hemos chocado con la realidad". Arsenal metafórico utilizado con el objetivo de desviar la atención de los efectos de las políticas por él implementadas. Ideal para construir posverdad.
Otra expresión utilizada por el presidente que conviene analizar. Sostuvo que "hay gente enojada y mucha gente angustiada porque cuesta más llegar a fin de mes, porque nos hemos chocado contra una realidad, los entiendo: la Argentina venía hace muchos años viviendo por arriba de sus posibilidades". Dos cuestiones esenciales. Por un lado, las escaseces de hoy son fruto del pasado, un abordaje más que falaz: la recesión y la dureza del gobierno en las paritarias han llevado a una caída fortísima del poder de compra de los salarios. Por otro lado, da a entender que la herencia recibida es ese elevado nivel de vida de la población, y al sostener que estuvo "por arriba de las posibilidades de la gente" deja claro que con su modelo la población deberá acostumbrarse a las restricciones actuales.
Algunas expresiones, bien leídas, resultan lesivas para el gobierno. Macri sostuvo que "a la luz de las dificultades que hemos enfrentado, entendimos que no podemos vivir de lo prestado, ni gastar más de lo que tenemos". Dicho desde la cabeza del gobierno del país emergente que más deuda tomó en todo 2016, y que elevó el endeudamiento público a niveles muy altos, resulta irónico. Más aún, si consideramos los U$S 57.500 millones que se solicitaron al FMI y que incrementarán la deuda externa significativamente, con un grado de condicionamiento que es agobiante. En este sentido, también juega otra frase de Macri: "hubo gobiernos que gastaban más de lo que tenían y de golpe nos encontramos que el mundo nos dejó de dar crédito para sostener eso". Intenta de esta forma ocultar que el gobierno anterior sostuvo una política de desendeudamiento, y que el mundo dejó de financiar no a la Argentina, sino al gobierno de Cambiemos por la gran deuda tomada en su gestión.
La posverdad también se aplica a otra de las frases del Presidente, que es una idea expresada por Macri usualmente: "no se puede gastar más de lo que se genera todos los meses, para estar más tranquilo y ahorrar un poquito". Sumando más información, sostuvo que "este camino ya lo han logrado muchos países, nuestros países vecinos lo han logrado, como Chile, Paraguay, Uruguay, Perú".
No es tan así como sostiene el presidente: Chile tuvo un déficit fiscal primario del 2,8% del PIB en 2017, y Uruguay tuvo un déficit de 0,7% en 2017. Hay un dato que resulta interesante: De los 34 países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), 17 tuvieron déficit fiscal en 2017 (último dato disponible). Entre ellos, se encuentran Estados Unidos (-4,1%), España (-3,1%), Portugal (-3%), Francia (-2,7%), Italia (-2,4%), Reino Unido (-1,8%) y Canadá (-1,1). Como vemos, los déficits fiscales, si bien pueden no ser lo más recomendable, porque generan deuda, son habituales en los países desarrollados, porque cumplen una función más que importante: dar combustible a la actividad económica y, en algunos países, tratar de mejorar la distribución del ingreso.
Inflación con efecto social
Como ya mencioné, el índice de precios al consumidor a nivel nacional de enero superó incluso las estimaciones privadas. La inflación núcleo, por su parte, ascendió al 3,0 por ciento. ¿Qué nos dicen estos datos, además de indicar la debilidad del gobierno para enfrentar a la inflación? Primero, y dado que desde octubre pasado se ha implementado una política de contracción monetaria, surge que ésta no es determinante para bajar la inflación, mucho menos en Argentina. Segundo, la aguda recesión es siempre una fuerza que lleva a morigerar los aumentos de precios, ya que estos conspiran directamente contra el consumo, y los empresarios son entonces mucho más cautos a la hora de indexar. Tercero, el gobierno no puede culpar a los trabajadores de fogonear la inflación, puesto que los salarios han crecido mucho menos que los precios. Cuarto: los aumentos de tarifas de los servicios públicos, y otros precios desregulados como los combustibles líquidos, son insumos importantes de la producción y se trasladan a la casi totalidad de los precios de la economía. Quinto, si bien en la actualidad el tipo de cambio está quieto, un alza del dólar se traslada a los precios.
Otra cuestión a considerar es que uno de los rubros que más aumentó es el de alimentos, un 3,4% en enero, y acumula un aumento interanual del 53,0%; también el transporte público, 7,6% y 81,7%, respectivamente. Sabemos que estos rubros tienen mayor impacto en los sectores de menores ingresos, lo que achica el poder de compra de los mismos y arroja a cada vez más gente a la pobreza e indigencia.
En resumen, la importancia de la inflación radica, no en su nivel en sí mismo, como sostienen muchos economistas ortodoxos y muchos funcionarios de este gobierno, sino en cómo evolucionan los precios relativos, en especial si el salario y las jubilaciones crecen por encima o por debajo del nivel inflacionario. Esta no es una cuestión menor: allá por 2012, los legisladores votamos una nueva carta orgánica para el BCRA. Además de promover la estabilidad monetaria y la financiera, el BCRA debe también promover el empleo y el desarrollo económico con equidad, a sabiendas de que la inflación no es exclusivamente un fenómeno monetario, y que además siempre tiene fuertes efectos redistributivos. El gobierno, a partir de sus convicciones y apoyado por el FMI, intentará cambiar en este año legislativo esa carta orgánica, para volver a una inspirada en la de Domingo Cavallo, por la cual el Banco Central sólo se ocupaba de "preservar el valor de la moneda" o, en otras palabras, de controlar la inflación, sin importar los efectos de estas políticas sobre la actividad económica y los ingresos de los distintos sectores de la sociedad. No sólo hay que tratar de evitar la modificación de la carta orgánica del BCRA, sino que resulta imperioso reemplazar la Ley de Entidades Financieras por una verdadera Ley de Servicios Financieros que se enfoque en la prestación de un servicio de interés público como lo es esta actividad.