Página/12 | Opinión
Por Juan Carlos Junio
Algunos analistas dedicados a interpretar los acontecimientos políticos, llegaron a la conclusión que el gobierno de Milei “aprendió” de las dos derrotas parlamentarias. De allí que ya no denosta al “nido de ratas” ni a “la casta corrupta de los políticos”, y abandonó también su pulsión por “mear” a los gobernadores. Así es que su ministro político, Guillermo Francos, negocia con los amigables, a la vez que ejerce implacablemente su política de ajuste a todo lo que se mueva o trabaje en la sociedad, particularmente a las provincias. Con su látigo incruento de reducción de todo tipo de partidas presupuestarias, se propone lograr que algunos decidan negociar el tratamiento del nuevo y machucado proyecto ómnibus, que en esencia es un poco menos de lo mismo, aunque ahora con algún maquillaje.
Ya sabemos que de ese menjunje no puede resultar otra cosa que un adefesio con el propósito de siempre: aplicar el ajuste doloroso con la misma esencia violenta contra la vida de los sectores más humildes, las clases medias, las universidades y la educación pública, y lo más grave en términos sociales, el ajuste despiadado a jubilaciones y pensiones por discapacidad. Mientras el Ministro despliega su “gira negociadora”, el presidente utiliza el poder del DNU, a pesar de la herida a su legitimidad que le clavó al Senado. Gobierna por decreto trampeando al Parlamento y a la ciudadanía, aplicando un verdadero atraco a los jubilados, como señaló el gobernador Kicillof. Así las cosas, el doble juego es tan evidente que da vergüenza ajena la conducta política de aquellos que “aprecian el cambio de actitud”. Quién puede ser tan ingenuo para “interpretar” que esta ultra derecha se está abuenando e ingresa en una suerte de fase pacífica. La táctica es manifiesta: mostrar que “distribuye” algo por pedido de la burocracia asustada del FMI, que advierte el peligro de que este súper ajuste se desmadre por la inevitable reacción social.
En estos días Milei anuló las transferencias a las cajas jubilatorias de varias provincias (aunque al otro día el Ministro dedicado a prometer aclaró que no era “tan así”), eliminó por decreto el fondo de incentivo docente y, ya que estaba con el envión, descartó los artículos de la ley de presupuesto 2023 incluyendo el de los fondos de compensación al transporte público. Se trata de nuevas medidas muy tangibles contra las provincias, los empleados estatales, la docencia y educación pública. Todo con el argumento que se ataca “el derroche provincial”, otra creación del ministerio de propaganda en las sombras, al igual que la novedosa consigna Goebbeliana de que la educación pública “lava el cerebro de la gente”.
Esta ultra derecha política ahora apoyada desembozadamente por el establishment empresario local, no tiene ninguna vocación de salirse de su estrategia ultra liberal thatcheriana, que se sustenta en el apotegma de que el pueblo, las entidades sociales, sindicales y religiosas son culpables, por lo tanto, deben ser sancionadas desarticulando y destruyendo sus organizaciones, y principalmente los derechos laborales, sociales y culturales conquistados en el siglo XX y los 40 años de democracia. Los agravios, insultos y avasallamientos verbales del Presidente no deben ser ponderados solamente como delirios. Son inescindibles de una ideología alimentada de odios y resentimientos clasistas contra las mayorías trabajadoras, las ideas e identidades políticas históricas peronistas, radicales, socialistas, comunistas, cristianas progresistas, incluyendo al liberalismo clásico. Desde Marx a Keynes y desde Yrigoyen a Perón y Alfonsín, todos culpables de la decadencia de 100 años.
Resulta inevitable que esta concepción de la política nacional, tenga su correspondencia con la internacional. La postura de agresión a los presidentes y países progresistas de nuestro continente se sustenta en el odio ideológico, pero debe ser entendida también como la expresión más cipaya a la política de Estados Unidos contra la emergencia de gobiernos populares democráticos, que no se subordinan a los intereses políticos y económicos del imperialismo. Milei no se propone ser el articulador de un nucleamiento de los países y partidos de la derecha continental. Su tarea estratégica para el continente es la de erosionar, dividir e impedir la construcción de lazos que generen un poder autónomo del Departamento de Estado. Su otro propósito manifiesto, en línea con los halcones tanto trumpistas como demócratas, es atacar a la República Popular China, ofreciéndose como un ariete en la disputa global de la época que enfrenta a la gran potencia capitalista con el eje de China - Rusia y complementariamente con los Brics.
Por su ideología y personalidad, el Presidente pretende colocar a la Argentina en un lugar de relaciones mucho más carnales que las menemistas. Esta conducta abiertamente extranjerizante incluye “un respeto fraternal” con el Canciller inglés. No es de extrañar entonces el expresivo e insólito apoyo de Amcham por parte del presidente, Facundo Minujín, quien en sociedad con el Embajador aspira a repetir el rol del fracasado Spruille Braden. Lo más notable es que el establishment local (UIA -Rocca - AEA) junto al extranjero se transformó en notorios propagandistas del insondable Pacto de Mayo.
Milei actúa como un grotesco virrey, solo que ni siquiera representa a una monarquía borbónica con su poder, tradición y simbolismo de varios siglos. Su ficción virreinal no es otra cosa que la representación de fondos financieros sin rostro, con asiento en guaridas fiscales y a una burguesía local depredadora que en gran parte se enriqueció mamando de la teta del estado, desplegando un accionar anti nacional y corruptor.
Las calles de 8 de Marzo y particularmente las del 24 en todas las plazas del país nos alientan y demuestran la vitalidad del pueblo democrático dispuesto a ser protagonista para que la Patria no se venda. La dinámica de las luchas políticas, sindicales y populares será decisiva para construir la fuerza que enfrente con vocación de triunfo a una ultra derecha que se propone transformarnos en una neo colonia como parte de su plan de exterminio social.