Tiempo Argentino | Opinión
Por Carlos Heller
Tras el resultado de las elecciones podemos decir que se ha dado un gran paso, a partir de un crecimiento importante de Unión por la Patria. No obstante, los desafíos continúan y habrá que redoblar los esfuerzos para lograr que este resultado se consolide en el balotaje.
Considerando los grandes números, el domingo pasado fueron a votar 2.220.103 personas más que en las PASO y bajó fuertemente la cantidad de sufragios en blanco (-802.319). En este contexto se verificó el crecimiento de la fórmula de Unión por la Patria (+2.926.941), que captó gran parte de esos votos.
Los resultados nos hablan de la reserva democrática que posee nuestro país, que afloró para defender los Derechos Humanos y para poner coto a las propuestas que apuntan a la pérdida de Soberanía Nacional.
A esta decisión también se sumaron las políticas que se vienen implementando y que estuvieron direccionadas principalmente –aunque no sólo— a reducir el impacto inflacionario de la devaluación en los sectores más castigados de nuestra población. Políticas que demostraron, además, una sólida capacidad de decisión.
La votación dejó expuesto el límite del triunfalismo preelectoral de ciertos medios y analistas, que le otorgaban altas probabilidades a una victoria libertaria en primera vuelta.
Además, influyeron el rechazo al modelo neoliberal y el temor a la incertidumbre que presenta la propuesta de La Libertad Avanza (LLA), motivos por los cuales muchísimas personas decidieron ir a votar y manifestaron su postura. Se debe valorar el importante trabajo de la militancia en los territorios, que se dedicó a conversar y a tratar de convencer acerca de lo que está en juego. A su vez, se destaca que Unión por la Patria haya mantenido la primera minoría en la Cámara de Diputados y en el Senado, donde incluso se obtuvieron dos escaños más.
Tampoco resultaron inocuas las declaraciones temerarias del candidato libertario, así como las de ciertos sectores que intencionadamente trataron de destruir la confianza en la moneda argentina, haciendo alusión a una supuesta hiperinflación en ciernes o dando por sentada la opción de la dolarización. No parece conmoverles la posibilidad de que el ingreso de los argentinos y las argentinas se pulverice.
Tras las PASO, recordemos, se había registrado una escalada en la cotización del dólar ilegal y de los financieros, aunque los mismos bajaron con fuerza en esta última semana. Los augurios de que todo podía “volar por los aires” no se cumplieron, pero la angustia y la incertidumbre que se generaron son situaciones que la ciudadanía debiera tener en cuenta.
En este contexto, y en el corto plazo, el Gobierno tendrá que monitorear de cerca las maniobras desestabilizadoras que probablemente se sigan tratando de llevar a cabo, y también continuar defendiendo los ingresos, fundamentalmente los de los sectores más débiles de la población.
La ampliación de la parte de libre disponibilidad del swap con China por U$S 6500 millones es una herramienta muy valiosa para reforzar las Reservas Internacionales y el poder de fuego del Banco Central. En el mismo sentido, se decidió extender a todo el universo exportador el incentivo para liquidar divisas por el 70% al dólar oficial y el restante 30% a través del contado con liquidación (CCL), que cotiza a valores más altos. A partir de esta medida, el BCRA viene llevando cuatro jornadas seguidas con compras netas de divisas, que engrosan las Reservas.
Nuestro país tiene grandes desafíos y muchos temas por resolver y mejorar, entre ellos los salarios reales, la informalidad laboral y la pobreza. Pero despunta un horizonte de mejora macroeconómica, ya que en el frente externo la sequía quedó atrás. Además, se alcanzará un superávit energético gracias a las políticas públicas –no por obra y gracia del mercado—.
La semana pasada se comenzó a tratar en la Comisión de Presupuesto y Hacienda (PyH) la “Separata” sobre gasto tributario incluida en el proyecto de Presupuesto 2024. La misma contiene un conjunto de exenciones impositivas y beneficios tributarios que representan un impacto negativo en la recaudación nacional del 4,72% del PBI.
En la Separata se propone que esta situación sea analizada y evaluada por el Parlamento a efectos de identificar aquellos ítems que podrían ser reducidos o eliminados. Se destaca, asimismo, una iniciativa que, siguiendo las conclusiones de la OCDE, asegure que las grandes empresas estén sujetas a un tipo impositivo mínimo del 15% de sus ganancias. En Diputados se presentó un proyecto de ley que va en este sentido, el cual fue considerado adecuado por los funcionarios del Ministerio de Economía presentes en la reunión de PyH.
En el ámbito internacional, el Observatorio Tributario de la Unión Europea, un centro de investigación independiente con sede en la Escuela de Economía de París, publicó un informe donde estima que en el año 2022 las grandes corporaciones desviaron un total de U$S 1 billón a las guaridas fiscales de todo el mundo. Y agrega que “los multimillonarios globales poseen tasas impositivas efectivas que van de 0% al 0,5% de su riqueza”.
Entre las propuestas de este observatorio se encuentra la de establecer un impuesto mínimo global a los milmillonarios que sea equivalente al 2% de su riqueza. Por el mismo se obtendrían U$S 250.000 millones adicionales en recaudación impositiva anual global y se afectaría a menos de 3000 individuos. Para tener una idea de la magnitud de esta cifra, estudios recientes revelan que los países en desarrollo necesitan U$S 500.000 millones anuales en ingreso fiscal adicional para abordar los desafíos del cambio climático, destaca el documento.
Uno de los principales temas es el de las cuentas públicas, y, como lo vengo sosteniendo, el asunto se resuelve por el lado de los ingresos, basándose en la lucha contra la informalidad y la evasión, y con un sistema tributario más progresivo. Con el recorte de 15 puntos del PBI en el gasto público que propone el candidato libertario (el total de gastos de la Administración Nacional ronda el 20% del PBI y la mitad son Servicios Sociales) sería imposible que pueda cumplir con su lema: “el ajuste no lo pagará la gente, lo pagará la política”. En verdad, lo pagaría la gran mayoría de la ciudadanía.
Pensando en el balotaje, el electorado tiene ante sí dos modelos bien diferentes. El de LLA, a pesar de cierto apaciguamiento reciente en el discurso del candidato libertario y de su acercamiento con el ala más dura de Juntos por el Cambio (de quienes dijo que recibió un apoyo “incondicional”), deja en claro que sólo busca traccionar votos. Sus políticas extremas y su visión de la sociedad siguen siendo las mismas y las continúa ratificando enfáticamente.
Por el otro modelo, Sergio Massa muestra racionalidad, capacidad de gestión y conocimiento, y encarna la propuesta de un país con mayor inclusión y con un Estado activo. Un Estado que invierte en educación, salud y obra pública y que, entre otras cuestiones, se preocupa por el empleo, por la producción nacional, por las PyMEs y por mejorar la distribución del ingreso.