Que Malvinas no sea una distracción

07/04/2013

07.04.2013 | Tiempo Argentino | Panorama Económico

Por Carlos Heller

Las políticas de recortes de Cameron, los fallos contra los fondos buitre y el informe de la OMC.

Durante el acto por el 31 aniversario del inicio de la guerra de Malvinas, la presidenta Cristina Fernández pidió: "que tampoco utilice el gobierno del Reino Unido a Malvinas para ocultar el desastre económico y social que sucede hoy en Europa producto de políticas de ajuste, de atraso y de saqueo a trabajadores, a pequeños y medianos comerciantes y empresarios". Cabe destacar que Argentina es un mal ejemplo para Europa, puesto que aquí se apunta a reconstruir un Estado de Bienestar que fue devastado por la ideología que hoy domina en los países centrales.  Un Estado como el que gestiona hoy el gobierno nacional argentino, solidario y comprometido con la situación de sus habitantes, y que utiliza esas herramientas del Estado de Bienestar, como la Asignación Universal por Hijo y las jubilaciones, para enfrentar las catástrofes derivadas de la naturaleza, potenciadas por la ineficiencia de la gestión en los territorios; y que también emplea recursos extraordinarios para comenzar a revertir las causas estructurales que influyeron en la gravedad de los hechos, en jurisdicciones cuyos responsables no se muestran convencidos de la importancia de la presencia estatal.

La situación en el Reino Unido es diametralmente opuesta. A poco de asumir David Cameron como primer ministro en mayo de 2010, aplicó el que fue considerado "el ajuste más duro en 30 años", congelando salarios públicos, aumentando el IVA del 17,5% al 20%, suspendiendo por tres años las ayudas por hijos y reduciendo los impuestos de las empresas. A principios de abril de este año el primer ministro anunció un nuevo ajuste, que impactará fuertemente sobre los más desposeídos que están recibiendo ayudas estatales, las que se verán reducidas o directamente eliminadas.

Debe considerarse que tanto las primeras medidas de Cameron como las actuales se aplican en un contexto en el cual el gasto privado se ha visto reducido significativamente con la crisis de 2008 y hoy, más de cuatro años después, no ha evidenciado crecimiento alguno, según lo detalla The Economist (09.03.13).

En este contexto, las medidas generaron gran cantidad de protestas con el apoyo explícito de distintas confesiones protestantes, que critican "la manipulación (de los conservadores) para perpetuar los mitos de la pobreza y justificar los recortes sociales" (El País, 01.04.13).

Cameron lo expresó claramente al argumentar que no se puede malgastar miles de millones de libras en cuidar a ciudadanos que podrían trabajar y no lo hacen; bajo este concepto, se presenta a los recortes como un incentivo a buscar empleo para muchos subsidiados. El problema es que no hay empleo; la tasa de desempleo que promedió 2010 en el 7,8%, subió al 8% en 2012, muy lejos del 5,3% de 2007, antes de la crisis.

La característica de los recortes sustenta esta idea, como el "impuesto del dormitorio": las personas en edad de trabajar verán recortados los subsidios para alquiler de vivienda si poseen habitaciones sin ocupar, medida que afectaría a unas 70 mil personas que podrían perder su hogar. También se propone reducir el apoyo a millones de familias que reciben subsidios para afrontar los pagos de los impuestos municipales, que son la carga más pesada que enfrentan los ciudadanos de menores recursos. Las personas con discapacidad ya no recibirán el subsidio por su condición, sino por cómo esta afecta su vida y sustento: según se interprete la norma, cerca de 1 millón de personas con discapacidad pueden perder el subsidio. También se avanza subrepticiamente en la privatización del sistema de salud, trasladando la gestión de los presupuestos sanitarios a las comunidades. La frutilla del postre: una reducción de las cargas fiscales a las rentas más altas.

Son todas políticas que impactarán específicamente sobre los sectores más desposeídos y que hieren seriamente lo que queda del Estado de Bienestar.

De buitres y enfoques

Se acaba de conocer el fallo de la Corte Suprema de Justicia de Francia (Cour de Cassation) a favor de la Argentina en el litigio con el fondo buitre NML, de Paul Singer, que intentó embargar activos nacionales en ese país sobre impuestos adeudados a la Argentina por las empresas Total Austral, el banco BNP Paribas y Air France. Los tribunales franceses consideraron que la renuncia a la inmunidad soberana de los bonos emitidos por Argentina, no alcanza a las obligaciones impositivas, por lo que no hay bienes susceptibles de embargo que afecten al país. Es un paso importante en la batalla contra los fondos buitre, para Argentina y para el resto de los países que sufren sus embates.

En el caso del litigio en Nueva York, también ha sido positivo que la Corte haya trasladado a los litigantes la propuesta de pago presentada por Argentina, con un plazo hasta el 22 de abril para que los fondos buitre respondan, pasos positivos que sin embargo no despejan en absoluto la incertidumbre sobre el contenido final del fallo. No obstante, cabe destacar que el valor de los seguros contra default de Argentina, que es una variable altamente influida por la política, subió con la presentación de la propuesta de pago de nuestro país, pero luego bajó significativamente, dado que se está considerando que, cualquiera sea el fallo final, el gobierno argentino sorteará los inconvenientes para seguir pagando a los acreedores que entraron al canje.

Todo depende del cristal (la ideología) con que se mire la realidad. En ese aspecto, resulta interesante analizar un reciente informe de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre Argentina, titulado Examen de las políticas comerciales", que si bien deja entrever una crítica a la política comercial del gobierno, a mi entender otorga sólidos argumentos para reafirmar la gestión de los últimos años.

Según la OMC, "la Argentina utiliza activamente medidas de política comercial, como instrumento para alcanzar sus objetivos de largo plazo, como favorecer el crecimiento económico general o fomentar la industrialización, el desarrollo o la autosuficiencia". Difícilmente se pueda estar en contra de alguno de estos puntos, a no ser que se resista la intervención estatal. La OMC critica las políticas de administración del comercio exterior del gobierno, algo lógico desde su fracasada perspectiva librecambista, absolutamente sesgada a proteger el interés de las economías más grandes. 

En la esfera doméstica, algunos medios subrayaron el dato de que según la OMC Argentina es el cuarto país que más recurre a medidas antidumping. No osan preguntarse qué tiene de malo implementar procedimientos para evitar el dumping, medidas de salvaguarda que apuntan a evitar que ingresen mercancías a precios artificialmente bajos, que destruyen la competencia interna para esos productos. Tampoco se dice cuáles son los otros tres países que integran el podio, lugar que históricamente fue ocupado por las economías más desarrolladas.

El informe de la OMC le otorga un espacio central a la política de sustitución de importaciones, ya que "durante el período examinado, la política comercial de la Argentina ha apuntado a la promoción de las exportaciones y de la producción interna, en ocasiones a través de la sustitución de las importaciones". No son políticas que les atraigan, a pesar de que los países industrializados llegaron a esa categoría gracias al uso de estas herramientas. También critican las retenciones y las licencias no automáticas, porque desalentarían la exportación y generarían costos adicionales a la economía.

También se reconoce que no hay limitación legal alguna para el envío de utilidades al exterior, pero se observa que se ven afectadas por las medidas de administración de divisas. Para la OMC, "estos controles se han convertido en un aspecto central de la política económica argentina actual y son utilizados para aumentar las reservas, administrar el tipo de cambio, limitar las obligaciones en moneda extranjera del sector privado y evitar la fuga de capitales." Desde mi perspectiva, todas estas medidas eficaces y soberanas están en las antípodas de las ideas que nutren los tratados de libre comercio que propicia la OMC, como el fracasado ALCA, una cura en salud que no debe ser soslayada.