Perfil | Opinión
Por Carlos Heller
El Presupuesto 2021 está diseñado con el objetivo de administrar una situación de emergencia económica previa a la pandemia y agravada por ésta. En el mes de diciembre, sancionamos la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva, en la cual declaramos nueve emergencias: económica, financiera, fiscal, administrativa, previsional, tarifaria, energética, sanitaria y social.
Es habitual escuchar el diagnóstico de que el gobierno que precedió al actual se encontró, al asumir, con un déficit fiscal altísimo y que tuvo que implementar una serie de medidas para lidiar con él. Sin embargo, en un documento que el gobierno de Mauricio Macri le envío a la SEC, la Comisión de Valores de los Estados Unidos, y en otro que incluyó en el prospecto de emisión del bono a cien años, se hacía un diagnóstico totalmente diferente. En esos documentos se afirma, por ejemplo, que el déficit fiscal primario en 2015 fue del 1,8% y el déficit total del 3,9%. También se dice que la tasa de desempleo en ese año fue de 5,9% y que el PBI creció un 2,6%. La inflación de 2015, según estos mismos informes, fue del 26,9%.
Cuatro años después, en diciembre de 2019, cuando Alberto Fernández asumió el gobierno, la inflación había pasado a un 55%; la pobreza había crecido de un 30% a alrededor del 41 en 2019; el déficit fiscal, en esos cuatro años, había aumentado del 3,9% del PBI a un 5%; el nivel de producción industrial de fines de 2019 fue el equivalente al de 2006; se cerraron alrededor de 25 mil empresas en esos cuatro años, de ellas más de 4.200 establecimientos industriales, entre otros indicadores críticos.
En este escenario, atravesado por las dos crisis, dimos media sanción a este Presupuesto. El mismo se apoya en seis pilares estratégicos: la reactivación productiva, la generación de empleo, el apuntalamiento de las capacidades de innovación de las y los argentinos, el fortalecimiento de la educación y de la salud y, de manera inédita en nuestra historia, las políticas de género y diversidad.
La infraestructura volverá a ser un motor de la economía. Para 2021, el Presupuesto impulsa una duplicación de la inversión real en infraestructura productiva y social con relación a 2019. La inversión proyectada es de 800.335 millones de pesos o 2,2% del PBI.
En innovación y desarrollo se plantea una recuperación sustentable y, para ello, será crucial apoyar financieramente a las empresas y, principalmente, a todo el entramado PyME. En la misma línea, se va a trabajar para recuperar el sistema científico tecnológico. Para el 2021, el Presupuesto propone un incremento del 160% de la inversión real con respecto a 2019: 187 mil millones o el 0,5% del PBI.
En salud pública se impulsa un plan de inversión integral que incluirá el financiamiento de la vacuna contra el Covid-19. Para el 2021 el gobierno propone incrementar un 59% la inversión real en salud pública respecto a 2019: una inversión proyectada de 199 mil millones o 0,5% del PBI.
En educación y conectividad, en 2021 se incrementará un 11% la inversión real con relación a 2019: alcanzará los 483 mil millones o 1,3% del PBI. De este modo, se retomará el camino para volver a cumplir con una inversión del 6% de PBI, sumando la inversión nacional con las provinciales.
En inclusión social activa el Ejecutivo plantea aumentar en 2021 49,5% la inversión real respecto a 2019. La inversión proyectada es de 270 mil millones de pesos o 0,7% del PBI.
En género y diversidad, por primera vez en la historia de este país, hemos propuesto un Presupuesto con perspectiva de género. En 2021 el gobierno aumentará casi un 1350% la inversión real con respecto a 2019. La inversión proyectada es de 6205 millones de pesos.
El Presupuesto aprobado en Diputados y que ahora debe ser analizado por el Senado es un paso más en la construcción de una sociedad más justa y más equilibrada, donde el crecimiento y la distribución de los beneficios de ese crecimiento vayan juntos y a la par.