Tiempo Argentino | Opinión
Por Carlos Heller
Fogoneada por quienes quieren obtener suculentas ganancias y sacar rédito para tener más chances de instalar la agenda del neoliberalismo, la coyuntura se encuentra signada por una gran especulación que pivota en el frente cambiario.
El horadar constante del aparato comunicacional cumple un papel clave, y trata de instalar una falsa sensación de asfixia y de que “todo está mal”. El problema, sin negar los desafíos que hay para resolver, es que los rumores y las falsas expectativas terminan afectando a la economía real.
En este marco, el gobierno avanzó en la semana con una serie de medidas, entre ellas el establecimiento de un tipo de cambio diferencial para el turismo extranjero, para que liquide los dólares (hasta 5 mil) en el mercado financiero (dólar MEP) y no recurra al canal ilegal, ya que son recursos valiosos para fortalecer las reservas.
En paralelo, para garantizar las necesidades de la producción, se habilitó la compra de dólares en el mercado oficial para importadores de insumos con mercadería en tránsito al 27 de junio. Además, en el plano del monitoreo y la fiscalización, la AFIP y el Ministerio de Agricultura acordaron que productores agropecuarios deberán informar dos veces al año el volumen de producción de granos por campaña.
Los medios de comunicación hegemónicos y los gurúes más consultados, como es costumbre, suelen tratar a las medidas del gobierno como “parches” y dicen que no hay plan. Pero los planes “serios” para estos sectores, sabemos, son los que vienen con desregulación y gran devaluación, acompañadas de un fuerte ajuste del gasto público, algo que no se debe convalidar pues impacta en el conjunto de los argentinos y las argentinas, sobre todo los de menores ingresos.
Un diputado de la oposición resumió las verdaderas intenciones al decir que hace falta un congelamiento del gasto público “de manera nominal” (es decir, no gastar un peso más). Sería un tremendo golpe al poder adquisitivo de los jubilados y las jubiladas, y de quienes perciben programas sociales, entre otros.
Mientras tanto, en la exposición de la Sociedad Rural Argentina, el miembro de una de las cámaras participantes se expresó con euforia ante las expectativas que genera la muestra: “la verdad es que es monstruosa, hay más de 1.000 expositores tanto en maquinaria como en ganadería, y eso es muy bueno. Yo creo que va a ser una muestra como pocas”. Lejos de todo escepticismo, sincera una situación de bonanza que confirman diversos datos y que vengo comentando hace tiempo. De hecho, varias empresas productoras de cosechadoras, sembradoras, que años atrás estaban en serios problemas ahora están entregando la maquinaria a varios meses de plazo.
En este contexto hay números que no dejan de sorprender. El presidente Alberto Fernández expuso: “el desafío de enfrentar a los que especulan con el dólar y a los que guardan 20 mil millones de dólares en el campo y no los liquidan esperando una mejor rentabilidad”. Si estos granos se exportaran, significaría un importante incremento para las Reservas. Vía retenciones, a su vez, alcanzarían a cerca de U$S 4500 millones de dólares adicionales para el fisco. Es un dato que sirve para dar una idea de que el panorama económico de la Argentina sería diferente si ciertos sectores dejaran de especular.
Para incentivar las ventas, el gobierno implementó lo que en la jerga se denomina “plazo fijo chacarero”, para que todos los actores de la cadena agrícola que realizan una exportación puedan, con los pesos que obtienen luego de liquidar los dólares al Banco Central, constituir un plazo fijo con rendimiento determinado en función del valor del dólar en el mercado único de cambios. Es un seguro contra devaluación que no tiene el resto de la sociedad y que hasta ahora no ha tenido aceptación. ¿Por qué ocurre esto? Yo creo que porque en realidad apuestan a que haya una devaluación, no porque temen una devaluación.
En la última semana surgieron voces solicitando un cambio diferenciado para “el campo”, o una baja de retenciones para que se liquiden los dólares de la cosecha. Un pensamiento que va en línea con las presiones para conseguir mayores ganancias. Pura puja distributiva.
Entre el conjunto de noticias que van sembrando incertidumbre día a día, no hay que dejar pasar el comentario de un medio donde se dice que la deuda pública total de la Argentina es récord y ya representa más de 8 veces el préstamo con el FMI: un análisis erróneo y engañoso. La deuda pública total de la Argentina medida en términos de PBI, es decir aquello que se produce, bajó del 89,8% en diciembre de 2019 al 80,1% en marzo de 2022. Asimismo, mientras que en diciembre del 2019 la deuda en moneda extranjera llegaba al 70% del PBI, en marzo de 2022 el valor era del 55%. Es decir que cayó sustancialmente el nivel de exposición en dólares del país, que además tiene renegociada toda su deuda y no hay vencimientos significativos de capital en dólares hasta el segundo semestre del 2025 (con bonistas privados) y hasta el segundo semestre del 2026 (con el Fondo Monetario Internacional).
Para dar una idea de lo complejo de ciertas situaciones, los datos de la Balanza Comercial de junio provistos por el Indec muestran que en el segundo semestre de 2022 se importaron combustibles y lubricantes por 6609 millones de dólares, mientras que en el primer semestre de 2021 habían sido 2281 millones. Es un salto de 4328 millones, y algo más de la mitad de este incremento se produjo entre mayo y junio. Estos números evidencian el fenómeno global que está impactando en los precios de la energía y, por lo tanto, en la balanza de pagos de nuestro país. Son recursos que se utilizaron para que la Argentina, en el marco de las repercusiones de la guerra, siga sosteniendo la recuperación y la producción no se resienta por falta de combustible.
Para contextualizar el análisis, el FMI acaba de alertar por los impactos que tendría un corte de la provisión del gas ruso en el viejo continente, que podría derivar en caídas del 6% del PIB en algunos países de Europa central y oriental. Según el Fondo, Italia también afrontaría impactos importantes debido a su alta dependencia del gas en la producción de electricidad. Un panorama verdaderamente complicado.
En este marco, el Banco Central Europeo acaba de subir por primera vez (desde julio de 2011) la tasa de interés de referencia en 50 puntos básicos (0,5%), una decisión con la mira puesta en la inflación y en evitar que el euro se siga desvalorizando. Una medida que fomenta un enfriamiento de la producción, lo cual va a contramano de lo que está precisando la economía europea.
Argentina está geográficamente alejada de la guerra y además posee importantes excedentes agrícolas que pueden alimentar a grandes poblaciones. Sin embargo, la continuidad de las políticas económicas y sociales se ve amenazada por las presiones de aquellos sectores que especulan y que añoran la restauración de un plan neoliberal del que no haya retorno. Plan que incluye, entre otras, propuestas nefastas como la dolarización. Su objetivo, como dijo el ex presidente Mauricio Macri hace unos días, es retomar el rumbo iniciado en los años noventa.