Por Pablo Spinella*
Mientras surgen gobiernos populares en América Latina, y son reelegidos a pesar de los embates derechistas de la clase acomodada, crece el odio irracional de aquellos que no soportan que les caiga encima la justicia y la memoria. Pidieron con tanques y levantamientos reconciliación nacional, leyes de olvido y libertad a genocidas. Y lo lograron, aunque por poco tiempo. Pero ninguna de estas medidas pudo apagar el odio latente.
Cuando este gobierno reivindicó a los militantes que lucharon aún con la más brutal de las dictaduras, cuando condenó los delitos cometidos contra éstos y anuló las leyes de Obediencia Debida y el Punto Final, cuando entregó a los organismos de Derechos Humanos la emblemática ESMA ( hoy declarado sitio mundial de la memoria por la UNESCO), cuando desarrolló una política de justicia, el odio fue creciendo y fue el condimento de las protestas del campo y la inseguridad.
Ahí estaban ellos, los dinosaurios. Se los escuchaba decir que los derechos humanos eran para los delincuentes, reclamando represión en lugar de garantías. Esa forma de odiar que tiene un sector de la sociedad argentina que respaldó a la dictadura y se siente humillada por la política de derechos humanos.
Mientras se juzgaba a los represores, el odio se transformó en acto y desaparecieron a Julio López. Las amenazas empezaban a concretarse.
Hoy las intimidaciones siguen, ya no de manera aislada a algún militante de organismos sino a la misma Presidenta de la Nación. Y no es casual en este momento, y no es casual que la interferencia al helicóptero en el cual viajaba haya sido en el momento que sobrevolaba la ESMA.
Estos hechos, sumados a la situación en Honduras, a la vuelta de la derecha en Chile, a las manifestaciones golpistas del campo declarando que hay que “descabezar al gobierno”, la escalada de los medios con claros intereses políticos de una derecha retrógrada que se formaron en una sociedad hipócrita que llamaba democracia a un sistema controlado por las fuerzas armadas, las ideas que publicó hace unos días el ahora Ministro de Educación del gobierno fascista de Macri, Abel Posse, tienen muchas reminiscencias con el sentido común que operó durante los años previos al 76 y que dejó plasmadas las condiciones para justificar los crímenes de la dictadura.
En aquel entonces, como lo intentan ahora, sembraron el miedo, lo que provocó odio y pedido de mano dura para terminar con un caos que generaron intencionalmente, con un claro objetivo. Es sabido que el odio es la peor forma de reaccionar porque tiene consecuencias peores que su causa. El odio no soluciona nada pero se usa políticamente, ya no para la inseguridad ni para las retenciones, sino para debilitar a un gobierno o provocar su caída. Ha sido así en la historia reciente de nuestro país, y en esto debemos apelar siempre a nuestra memoria.
Una voz y una marcha militar. Eso se escucho en el helicóptero que sobrevolaba la ESMA. Esa voz que pidió el asesinato de la Presidenta el mismo día que comenzaban los juicios, representa a un sector de nuestra sociedad al que le decimos NUNCA MAS.
Desde nuestro Partido repudiamos este acto.
Pablo Spinella
Comisión DDHH
Partido Solidario