El 1º de septiembre de 2022, hace exactamente un año, apuntaron con un arma de fuego a la cabeza de la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. El intento de magnicidio fue el acontecimiento más grave de los 40 años ininterrumpidos de democracia en la Argentina.
La bala no salió pero podría haber salido. La intención de eliminar a otra u otro sólo porque piensa distinto contradice los principios más básicos del pacto democrático inaugurado en 1983. Luego de la salvaje dictadura cívico militar, una consigna se instaló como inmodificable en la Argentina: nunca más en el lugar de los argumentos podían estar las balas. El campo de batalla debía ser definitivamente el de las palabras, la movilización y las asambleas públicas. La lógica de la eliminación era suplantada por el ejercicio de la diferencia, el argumento y la tolerancia.
La bala que no salió pero podría haber salido no fue un hecho aislado: fue antecedido por múltiples manifestaciones violentas, por discursos del odio y por la intolerancia y la estigmatización contra Cristina y la coalición política a la que pertenecemos. El intento de magnicidio fue el punto más alto de la violencia política en el país, pero no el inicio de esa violencia ni su final.
El intento de magnicidio, además, está envuelto en un clima de impunidad, una investigación obstructiva y negligente y una decisión judicial de no indagar en los vínculos financieros que lo hicieron posible. Tampoco hubo acompañamiento de parte de la oposición, la que ni siquiera repudió el hecho. La falta de condena y el surgimiento de una atmósfera de ocultamiento es también parte de la violencia política en el país. La complicidad de sectores de la actual oposición política con funcionarios judiciales, con empresarios y poderes mediáticos viene de larga data en el país pero se condensó en esta última etapa oscura de la Argentina, donde al intento de asesinato de la Vicepresidenta le continuó una práctica visible de encubrimiento e impunidad.
Es indispensable sostener el pacto democrático que nos permitió llegar hasta el presente. El futuro es con más democracia, no con el retorno a los tiempos más violentos previos a 1983.
Hay que profundizar la reconstrucción del Estado democrático en la Argentina.
Nunca más es Nunca más.
Carlos Heller
Presidente del Partido Solidario
Juan Carlos Junio
Secretario General del Partido Solidario