Tiempo Argentino | Opinión
Por Carlos Heller
En el cierre del XIX encuentro de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE) el presidente Mauricio Macri expresó que el país “no tiene que tener empresarios viendo qué va a hacer el Estado por ellos”. Extraña frase para quien elimina las retenciones (salvo para la soja que tiene un calendario gradual de disminución), propone la reducción significativa de las alícuotas y alcances del Impuesto a los bienes personales, elimina la tributación al Impuesto a las Ganancias sobre las utilidades y dividendos distribuidos por las empresas, impulsa una ley de generosa moratoria que favorece ampliamente a las corporaciones y una ley de blanqueo que beneficia a los grandes evasores.
Este enfoque no es más que la típica versión neoliberal. Un Estado que dice ser prescindente, y decide no “entrometerse” en los mercados, pero interviene profundamente en el entramado legal y normativo para beneficiar a los grandes grupos económicos, a las empresas multinacionales y a los flujos externos especulativos a través de la emisión de deuda (tanto interna como externa) a altísimas tasas en dólares, entre otras concesiones.
Hay otra frase pronunciada a los empresarios en la misma reunión que previsiblemente marcará un hito: “Si yo les decía a ustedes hace un año lo que iba a hacer y todo esto que está sucediendo, seguramente iban a votar mayoritariamente por encerrarme en el manicomio. Y ahora soy el presidente”.
Es una expresión destacable por varios motivos. Principalmente, este es otro “sincericidio”, más grave aun para quien dice ser adalid de la transparencia y de las instituciones de la República. También surge rápidamente su similitud con la frase pronunciada por el expresidente Carlos Menem: “Si les decía lo que iba a hacer no me votaban”. Por lo visto, Macri no tienen ningún prurito en ser comparado con quien presidió el país en los noventa.
Otra cuestión a destacar es que la frase citada confirma lo que muchos sosteníamos en la campaña electoral: que Macri y sus asesores no estaban siendo sinceros porque ocultaban las duras medidas que iban a tomar (por esas aseveraciones nuestras Cambiemos la denominó “campaña del miedo”). Desafortunadamente, se están cumpliendo casi todos los pronósticos sobre el eventual gobierno de Macri que realizamos en la campaña.
MiPyMEs desprotegidas
Se aprobó en Diputados un proyecto de ley “para el fortalecimiento de las MiPyMEs” que en verdad debería haber sido denominado “de emergencia MiPyME”, porque esa es la situación actual de las micro, pequeñas y medianas empresas.
El fortísimo incremento de las tarifas de servicios públicos, los altos costos de financiación generados a partir de la decisión de incrementar las tasas de interés, de controlar la inflación a partir de un enfriamiento de la economía y de la liberalización de las importaciones, constituyen un “combo” que perjudica a los sectores económicos más vulnerables y a las MiPyMEs en particular.
Por eso el proyecto aprobado, que recoge principalmente las posturas de Cambiemos junto con el Frente Renovador y el Bloque Justicialista, no alcanza para paliar la emergencia que vive el sector. Si bien se orienta en un sentido positivo (de allí su aprobación mayoritaria, con sólo tres votos negativos y ninguna abstención), no resuelve el verdadero problema de las MiPyMEs, que es la crisis derivada de las políticas de ajuste.
Más aun, se presionó para que saliera rápidamente el pasado jueves. Si hubiera habido más tiempo para la discusión, probablemente se podría haber logrado una ley mejor, que avance un poco más en una cantidad de cuestiones planteadas, que se insinúan en la dirección correcta pero caen en indefiniciones e imperfecciones que limitan considerablemente su valor concreto, respecto al que tiene en sus enunciados.
Entre los beneficios, es positivo que se plantee la posibilidad de computar los pagos del impuesto sobre los créditos y débitos bancarios a cuenta de otros tributos, pero restringirlo a sólo poder deducirlo del Impuesto a las Ganancias parece una burla. Estamos hablando de que las PyMEs tienen problemas de rentabilidad, ya que –según un estudio del sector– más de la mitad de las PyMEs de la Argentina está operando a pérdida como resultado de la situación descrita.
También se votó la estabilidad fiscal para las MiPyMEs. Creo que, en vez de apuntar a mantener el statu quo, hay que modificar el sistema tributario y plantear herramientas para beneficiar a las MiPyMEs con un tratamiento impositivo diferencial, que efectivamente las apoye.
Es importante el beneficio otorgado de ingresar el IVA a los 90 días de la facturación, dado que muchas MiPyMEs terminan pagando el IVA antes de cobrar sus facturas, cuando sus clientes tienen posición dominante y les imponen, entre otras, las condiciones financieras.
También se incorporó formalmente la mención a una ventanilla única, pero que se restringe a los trámites de la AFIP, muy lejos del reclamo de las MiPyMEs que solicitan una solución para los trámites de todo tipo que deben realizar.
En la última definición oficial de MiPyME se incluyó una categoría de “mediana tramo 2” que implica incorporar dentro de este concepto a empresas de elevada facturación, que podemos describir como “las más chicas de las grandes”. En mi proyecto propuse excluirlas de los beneficios de esta ley, así como también lo hicieron otros diputados. Pero sólo se ha recogido muy parcialmente alguna que otra limitación en los beneficios a estas empresas medianas tramo 2. De esa forma, al hacerlas participar de la reducida capacidad de beneficios que tiene el proyecto aprobado, probablemente se apropien de la parte más importante de los mismos, gracias a su gran dimensión relativa respecto al resto de las MiPyMEs.
Otro de los proyectos que se aprobó en la sesión del jueves fue el de la “Creación de un Régimen de Desarrollo y Fortalecimiento del Autopartismo Argentino”. Sin duda se requiere un fuerte apoyo por parte del Estado nacional hacia este sector tan importante en nuestra economía, que apunta a incrementar la cantidad de componentes de origen nacional en las autopartes. La situación de emergencia ya descrita, a la que se suma, en este caso, la crisis de nuestro principal socio comercial, Brasil, hace imperioso avanzar en este tema.
Resultó interesante la propuesta de Axel Kicillof en cuanto a modificar la fórmula de cálculo de contenido nacional, deduciendo del valor de los componentes nacionales los insumos importados que fueron utilizados para ensamblarlos: se obtendría de esa forma un mayor aliento a la producción nacional. De la misma forma, dado que para poder ingresar al Régimen se les exige a las empresas mantener la nómina de personal, debería exigirse mantener la antigüedad y la categoría de los puestos de trabajo, para evitar las “avivadas” y que modifiquen la composición del personal incorporando a trabajadores de menores salarios y antigüedad, sin dejar de cumplir con la cláusula de no reducción de la nómina. Ninguna de las dos mociones fue aceptada.
En resumen, si bien los proyectos aprobados esta semana en Diputados avanzan en la dirección correcta, en muchos casos las disposiciones son formales, de escasa repercusión y abren espacios legales para que los beneficios se extiendan a grandes empresas. Se vuelven a repetir las concesiones entre Cambiemos y la “oposición amiga” que no modifica la esencia ni la magnitud de los proyectos enviados desde el Poder Ejecutivo.