Tiempo Argentino | Opinión
Por Carlos Heller
El gobierno sigue en la búsqueda de contener la suba de las cotizaciones de los dólares financieros, con la finalidad de no discontinuar el proceso de disminución de la inflación.
El ministro de Economía, Luis Caputo, señaló en un encuentro con empresarios que antes de fin de año habrá “inflación mensual cero” o incluso deflación. El costo de esta estrategia, como quedó claro en los ’90, es demasiado alto en términos de pérdida de empleo y de empeoramiento de las condiciones de vida de los argentinos y las argentinas. En el actual contexto, “emisión cero” significa que puede haber menos pesos que los que la economía requiere para poder funcionar y recuperarse. De hecho, el BCRA aclaró que los impuestos seguirán pagándose en moneda nacional.
La argumentación del gobierno es que sin emisión no habrá inflación, razonamiento que no comparto. De allí que el Ministerio de Economía junto con el Banco Central decidieron que el excedente de divisas por las operaciones en el mercado de cambios generado desde el 1ro de mayo, y el que se produzca en el futuro, se dedicará a intervenir en el mercado de dólares financieros (CCL y MEP) con el objeto de frenar la emisión monetaria y, además, reducir el valor de dichos dólares financieros. Adicionalmente, la baja del valor en el CCL desincentivará aún más a los exportadores para liquidar divisas, en la medida que se mantenga el esquema del 80% por el mercado oficial y 20% por el CCL, un esquema ratificado en varias oportunidades por el MECON.
El diario británico Financial Times expresó su posicionamiento y señaló que a los inversores “les preocupa que controlar la inflación a toda costa distraiga la atención de otros ingredientes de la recuperación a largo plazo de Argentina: la eliminación de los controles cambiarios, la acumulación de reservas y el acceso a los mercados internacionales de capital”.
El objetivo de reducir la inflación a como dé lugar empieza a ser cada vez más cuestionado. Hay encuestas de instituciones respetadas por “el mercado” que muestran que la preocupación de la ciudadanía sobre los precios dejó de estar en primer lugar para ser reemplazada por la pobreza. Siguen como principales temores los bajos salarios, la inseguridad y la falta de trabajo.
Como una forma de avanzar tímidamente en el desarme del “cepo”, el Banco Central estableció que las empresas que tienen que obtener financiación para pagar las importaciones puedan conseguir los dólares del BCRA en plazos más reducidos. Es una medida para grandes empresas, pues la gran mayoría de las pymes ya tienen la autorización para pagar a partir de los 30 días.
Adicionalmente, se determinó que aquellos que recibieron ayuda en tiempos de pandemia o reciben subsidios a los servicios públicos puedan acceder al mercado de dólar MEP o el de contado con liquidación (CCL). Analistas económicos señalaron que “va en la dirección correcta para desarmar el cepo”, aunque el día siguiente al anuncio los mercados reaccionaron a la baja, con caídas en acciones, títulos y subas de los dólares financieros. Ideología de mercado no es sinónimo de sostenibilidad. En un país como el nuestro, que históricamente ha mostrado problemas en el sector externo, debe ser el Estado el que administre y priorice el uso de las escasas reservas, evitando a su vez recurrir al endeudamiento externo, que agrava los problemas.
Si no se acumularán divisas, ¿cómo afrontar entonces los vencimientos de la deuda del Tesoro en 2025? En dicho año vencen cerca de 9 mil millones de dólares de la deuda con privados (3 mil millones son intereses). Además, los intereses con organismos internacionales suman aproximadamente 4900 millones de dólares, de los cuales unos 3 mil millones son con el FMI. La estrategia del gobierno pasa por endeudarse en moneda extranjera, ya sea que la obtenga del FMI (creo que las posibilidades son mínimas) o de inversores privados: el Gobierno ya está hablando con éstos y surgen temores de que las tenencias de oro enviadas al exterior se ofrezcan como garantía de los eventuales créditos.
El gran problema que el país ha tenido que enfrentar, el endeudamiento público en divisas, originado en la gestión de Mauricio Macri, y que tanto costó “patear” en el tiempo, se agravará si se obtienen nuevos créditos, sean del FMI o de privados.
Las señales que trata de dar el gobierno no terminan de satisfacer a “los mercados”. Esta clase de reacciones ya ocurrieron tras otras medidas y anuncios, en teoría mucho más trascendentes. De hecho, se afirmaba que la ley de Bases y el paquete fiscal serían el puntapié para una suerte de relanzamiento de la actual gestión, aunque el efecto pareciera haberse diluido. Nada que sorprenda, ya que los mercados siempre bregan por más ajuste y reformas. Es de esperar entonces que prevalezca la profundización de la motosierra y la desregulación.
En la portada de un medio de gran llegada se señaló que “el gobierno busca avanzar con la eliminación de unos 60 organismos estatales”. Entre ellos estarían, por caso, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) y el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, entre otros. Ya se augura una nueva ola de despidos masivos y el cierre de entes que apuntan a garantizar derechos consagrados en la Constitución. Recordemos que el Poder Ejecutivo cuenta con las potestades para hacerlo, en función de las facultades delegadas en la Ley Bases.
El gobierno intenta buscar datos positivos, pero la actividad económica sigue sin dar signos de recuperación. Los únicos sectores que evidencian crecimiento son el agrícola, por la comparación con las cifras de un año de aguda sequía, una mejora que no se puede atribuir a las políticas públicas; y el de minas y canteras (que incluye la extracción petrolífera). Cuando se desagrega el sector agropecuario, la caída del resto es muy grande, cercana al 5,7% para todo el año, según lo proyectado por el FMI. Lo que ocurre en el agro no tapa la caída de la industria, de la construcción, de la obra pública, y del comercio, entre otras tantas actividades. En este marco, en base al último dato de mayo provisto por el Indec, las ventas en supermercados y autoservicios mayoristas cayeron un 10,4% interanual real (-12,4% en los primeros cinco meses). Respecto de algunos indicadores que se van conociendo para junio, el Índice General de Actividad que elabora la consultora de Orlando J. Ferreres & Asociados muestra que en la variación interanual hay un fuerte crecimiento del sector agrícola (132,3%), y en menor medida en la actividad en Minas y Canteras, mientras que en el otro extremo, el comercio bajó 8,6%, la industria 11,2%, y la construcción 17,2%.
Por su parte, según la Cámara Argentina del Acero, en junio la producción de acero crudo registró una caída interanual del 35% y del 43,4% en la de laminados terminados en caliente. Menos producción es sinónimo de despidos y suspensiones, como en el caso de Acindar, que en el año ya suspendió dos veces sus tareas debido al derrumbe de las ventas.
Generalizando esta situación a otras empresas, los despidos implicarán menos ingresos laborales y menos consumo, retroalimentándose el círculo vicioso del ajuste, que termina redundando en mayor desempleo y pobreza para los argentinos y las argentinas.