Página/12 | Opinión
Por Juan Carlos Junio
La inesperada dimensión del voto al ultraderechista Javier Milei acentuó la sensación de incertidumbre de gran parte de la sociedad. La derecha clásica de Juntos por el Cambio quedó disminuida, atrapada en su ciénaga de falso centrismo larretista y del bullrichismo en su papel de aprendiz como competidor por ultra derecha. La persistencia del descontento con las dos alianzas principales fue el factor determinante de la conducta mayoritaria de quienes concurrieron a votar. Las carencias económicas – sociales se fueron estructurando a lo largo de los últimos años, generando una sensación de desilusión con las fuerzas mayoritarias, particularmente en núcleos juveniles y otros, atraídos por la idea de “probar con algo distinto”. Así es que se materializó un fenomenal contrasentido: la propuesta ultraconservadora, lo más ortodoxo, ya probado y fracasado, mutó a “lo nuevo”. Peor aún, ese falso nuevo trae consigo la sensación de “esperanza en un futuro que resuelva la vida cotidiana”, y las naturales expectativas propias de quienes despliegan sus trabajos y aspiraciones en un cuerpo social - político. Lo cierto es que un personaje que en cada una de sus formulaciones le miente a los gritos a la ciudadanía, que desprecia a la opinión pública proponiendo iniciativas que atentan contra su propio sustento económico, y ya logrados hábitos culturales, fue votado mayoritariamente.
Si se pusieran en práctica las ideas que presenta en formato de grotesco teatral, no solo se generaría un deterioro económico abrupto en la vida de la mayoría, ya que declara “ajustaré 10 veces más de lo que dice el FMI”, sino que su motosierra destruirá conquistas sociales muy arraigadas en la vida de nuestro pueblo. Si se eliminara el INCAA desaparecería el cine nacional, por lo tanto se impondrían los enlatados de los grandes centros mundiales. Si se anulan los subsidios a teatros y grupos actorales, se reduciría esa popular actividad cultural a casi nada. Si el auto proclamado “libertario” supera a Patricia Bullrich y al primo Jorge Macri en su afán por desfinanciar la escuela pública, los núcleos humildes e incluso franjas de la clase media deberán inevitablemente enviar a sus hijos a establecimientos privados. Quien no tenga recursos quedará afuera. Las universidades de conurbano y las provincias “tendrán que arreglarse solas” o sea que serán abandonadas por el estado. La UBA no se salvará tampoco de esa concepción motosierrista. La parodia marquetinera se transformará en tragedia para las familias, los y las jóvenes y el país. Para este bárbaro, todo lo que implique trabajo estatal es “innecesario, ineficiente y fruto de la corrupción”. Médicas y médicos, personal de dependencias públicas, de la educación estatal, de la justicia, las áreas culturales, transporte, ciencia y tecnología quedarán sumidos en este ajuste del gasto “ineficiente y corrupto”.
Este bruto “disfrazado sin carnaval”, parafraseando a Discépolo, también es negacionista del cambio climático. Así es que deberemos abandonar las “veleidades” de luchar en defensa del medio ambiente. Esa ideología oscurantista en términos culturales, inevitablemente arrastra también una visión misógina, de retroceso a un machismo primitivo y descalificante a la mujer y diversidades sexuales y culturales. Se propone retrotraernos a épocas superadas, incluyendo su iniciativa inconstitucional de liquidar la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Este personaje patético que niega a la familia y al amor, ya que la suya son sus perros a quienes idolatra como semidioses, no trepida en “explicar” que hay que terminar con el sistema de coparticipación federal ya que es un gasto superfluo. Si eso ocurriera, nuestras provincias no recibirían los recursos fijados por la ley, a partir de lo cual, se generaría una grave crisis presupuestaria que le impediría a la mayoría pagar los sueldos y otras erogaciones de ayuda y protección social y del gasto en servicios básicos. Este dispositivo destructivo de los lazos institucionales y sociales, es lo que se propone ejecutar este personaje fabricado oportunamente por los medios hegemónicos, que actualmente está en estado de excitación por el apoyo electoral logrado. Debemos apelar a la gran reserva que anida en la conciencia de nuestro pueblo, quien fue artífice de la valiosa reconstrucción democrática en estos 40 años que celebramos. Sus carencias económicas y restricciones culturales y políticas tienen nombre y apellido: las corporaciones económicas, imbricadas con los grandes medios de comunicación y los partidos de derecha, que la acosan para potenciar sus ganancias y frenar el peligro del “populismo” y la izquierda. Si las expresa JxC sienten comodidad por su afinidad ideológica, pero si se les viene Milei, a pesar de su bestialismo, no trepidarán en digerirlo y asumirlo. En tal sentido, la historia nos advierte, a partir de la tragedia acaecida en Europa en el siglo pasado y últimamente en nuestro vecindario americano, cuando se optó por encarcelar a Lula y encumbrar a su propio bárbaro, Jair Bolsonaro.
Cualquier repaso de la elección debe considerar un elemento determinante: los millones de ciudadanas/os que optaron por no votar o lo hicieron en blanco. Está clarísimo que se debe tomar contacto rápidamente con ese núcleo tan significativo de nuestro pueblo y convocarlo a las urnas. Tanto la defensa a los derechos humanos como de las grandes conquistas sociales y culturales que distinguen a nuestro país, fueron logradas por la irrupción del pueblo en las calles y plazas, que luego impactaron en los procesos electorales en un sentido popular y de progreso social. Este notable protagonismo, conformó identidades políticas y una militancia que debe ser convocada, ya que su relación con el electorado surge naturalmente desde la vida compartida en los lugares de trabajo, estudio, barriadas, centros deportivos, culturales, etc. Si esa enorme reserva se potencia ante el peligro de la instalación de la ultra derecha anti democrática, anti pueblo y anti derechos, la opción de Unión por la Patria será mayoritaria en las urnas, para ser luego victoriosa en la segunda vuelta.
Aquí nos quedamos todos y todas a derrotar a la barbarie, afirmándonos en una nueva esperanza democrática y popular.