Artículo publicado por: Carlos Heller
Ayer el Jefe de Gobierno porteño expresó su rechazo al traspaso a la Ciudad de los subterráneos y las 33 líneas de colectivos. Lo peor que puede pasar es que este tema se judicialice, porque hay una decisión política muy fuerte (que fue el tratamiento en el Parlamento), hay un Acta Acuerdo que el mismo Macri aceptó y hay una ley de hace 12 años que resolvió el traspaso de los subtes. En realidad estamos concretando una medida que tiene 12 años de atraso.
Macri dice que fue un verdadero papelón lo que hicieron los diputados, pero en realidad el papelón lo está haciendo él, porque 162 diputados aprobaron este traspaso. Es una falta de respeto de alguien que siempre subestimó el rol del Parlamento. De hecho, si se fijan cuántas veces fue Mauricio Macri a la Cámara de Diputados cuando fue legislador de la Nación electo por la Ciudad de Buenos Aires, van a tener la verdadera noción de qué importancia le da este señor al rol del Parlamento.
Nadie pone en duda la legitimidad del mandato de Macri, lo que se cuestiona es la disociación absoluta entre su discurso y las obligaciones de hacer que genera el discurso. En la campaña electoral dijo: “¿somos idiotas que no podemos construir 15 kilómetros de subte por año?”. Pero en vez de hacer 15 kilómetros de subtes hizo varios kilómetros de bicisendas en calles donde se permite estacionar y donde prácticamente queda un solo carril para circular.
El Jefe de Gobierno dice que no tiene recursos, pero lo cierto es que sí los tiene. Existe un impuesto, establecido por la ley 23514, que crea el Fondo Permanente para la Ampliación de la Red de Subterráneos. Es un fondo que pagamos todos los porteños junto con el impuesto inmobiliario y que también se alimenta con el 10 por ciento del incremento de las patentes. Ese dinero administra Subterráneos de Buenos Aires, que es la empresa del GCBA.
De lo que tiene que preocuparse el Jefe de Gobierno es de darle un buen servicio a los ciudadanos porteños. Lo que sucede es que tiene un concepto mercantil de la gestión pública, parece que todo lo piensa en ecuación de negocios, pero debería asumir que los servicios públicos no tienen por qué ser rentables, no tienen por qué dar ganancia. Yo opino que debería gastar un poco menos en consultorías, en publicidad, en pintar todo de amarillo y en poner carteles que dicen “el subte avanza”.