Los mismos actores, en distintos escenarios

11/10/2014

Clic de Noticias

Los “grandes actores” del sector empresario de nuestro país aún se resisten a perder los privilegios de los que fueron beneficiarios durante épocas pasadas. Luego de haber manifestado un profundo rechazo a la sanción de la ley de “Regulación de las relaciones de Producción y Consumo”, comúnmente denominada “Ley de Abastecimiento”, mostrándose “preocupados” por el supuesto impacto adverso que podría generar su puesta en práctica, intentaron sin éxito presentar una declaración ante la Corte Suprema que plantee la inconstitucionalidad de la norma.

Por Carlos Heller

Para mencionar sólo a algunos de esos actores y destacar el grado de concentración de la producción que poseen, podemos señalar que el “rol protagónico” en el negocio de las gaseosas lo tiene Coca-Cola junto con su empresa embotelladora Femsa, mientras que en el caso de los supermercados se distinguen sólo cinco empresas que concentran la mayor parte del negocio; y entre otros tantos sectores concentrados, cuatro empresas se encargan de la producción total de cemento.

Muchas de estas firmas son subsidiarias de conglomerados norteamericanos y lo interesante es que justamente en los Estados Unidos se replica un modelo muy similar al de nuestro país. En efecto, de acuerdo a una publicación sobre el grado de concentración en el sector manufacturero de ese país, proveniente de la consultora especializada en el sector industrial IBIS World, las cuatro empresas líderes de gaseosas nuclean casi el 94% del negocio, mientras que en el rubro de los electrodomésticos, Whirlpool concentra el 44% del mercado. Para la televisión satelital, el guarismo es aún más contundente: la empresa Direct TV provee casi el 58% del servicio. Estos son sólo algunos ejemplos, ya que podrían citarse varios rubros más caracterizados también por la concentración de la producción en pocas manos.

Un artículo publicado recientemente por la Universidad de Harvard, “Una Economía que está haciendo la mitad de su trabajo”, deja entrever algunas particularidades de la dinámica estadounidense que, en cierta forma, no son más que una consecuencia de lo expuesto en el párrafo anterior. El informe señala que, mientras las grandes y medianas empresas y los trabajadores altamente calificados han logrado recuperar los niveles de ingreso previos a la crisis financiera de 2008, los ciudadanos de la clase media y trabajadora junto con las pequeñas empresas continúan luchando por mejores condiciones. El análisis hace referencia al hecho de que “la movilidad global permite a las grandes compañías contrarrestar los momentos de debilidad en el ambiente de negocios y liberarse de las pobres políticas de gobierno, al menos en el corto plazo”. Y concluye que “mientras que los trabajadores son cautivos de los aspectos más débiles del entorno económico de los Estados Unidos, las grandes corporaciones son las beneficiarias de las principales fortalezas de ese país”.

El presidente Barack Obama parece haber tomado nota de esto y decidió actuar contra el “redireccionamiento de las inversiones de las grandes corporaciones”. De acuerdo a la presentación enviada al Congreso, la laguna que se crea a partir de estos movimientos que realizan los empresarios al invertir en países extranjeros o en las denominadas “guaridas fiscales” para eludir impuestos, llevó a que más de 70 corporaciones hayan invertido en territorios con menor carga impositiva en los últimos 31 años y casi el 50% de esas operaciones ocurrieron en los últimos 5 años.

Volviendo a nuestro país, cabe destacar que estos poderosos grupos se aseguran además de obtener el “apoyo” desde diversos canales. Uno de ellos es el de ciertos medios de comunicación que se encargan de trasladar los mensajes provenientes de las “usinas de pensamiento” vernáculas. Un ejemplo de ello fue la 50° Conferencia Anual de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), realizada hace pocos días en nuestro país. Con una importante definición ideológica en la elección del lema “La transición de la Argentina hacia una economía más abierta”, en los discursos se vertieron distintas proyecciones que llevan en todos los casos al mismo lugar: la imperiosa necesidad de realizar un ajuste fiscal y limitar la capacidad del Estado. En ese sentido, Sebastián Galiani, uno de los expositores, advirtió que un Estado “insolvente” como el argentino es depredador con tendencia a la expropiación y generador de crisis económicas. Por otro lado, los asistentes a ese cónclave no escatimaron en calificativos a la hora de describir el gasto público, tal es el caso de Ricardo López Murphy, quien declaró que en los últimos años tuvo un crecimiento “elefantiásico” y alertó que “no es menor la corrección que hay que hacer”.

Claro que estas aseveraciones no resultan originales si nos retrotraemos a lo ocurrido durante la crisis de 2001, cuando López Murphy intentó llevar a la práctica, sin éxito, los recortes presupuestarios para los programas de salud y educación, entre otros. El círculo se cierra al ver los logos de las empresas y entidades auspiciantes de este evento, a saber: Coca-Cola, Shell, Telefónica, la Bolsa de Cereales, Loma Negra, ABA (Asociación de Bancos de capital extranjero de la Argentina), Bunge, la Cámara Argentina de Comercio, entre otras.

A modo de conclusión, lo que están planteando tanto unos como otros es un severo ajuste en la economía, aplicando estrictas reglas de manejo fiscal, al costo de erradicar el uso de herramientas anticíclicas y de apoyo a los sectores más vulnerables. Es lo que se lograría con un Estado complaciente con los intereses de los grandes actores empresarios, que no son otra cosa que las abultadas ganancias que ellos mismos mencionan bajo el eufemismo del “respeto a los intereses privados”. Desde nuestra perspectiva, los mecanismos de regulación estatal al sector privado resultan absolutamente necesarios para situaciones como la actual, en la que es preciso dinamizar el mercado interno, ante la baja de la demanda externa y las consecuencias del accionar desestabilizante de los buitres, que operan desde afuera y también desde adentro. La ley de “Regulación de las Relaciones de Producción y Consumo” es un importante paso para detectar los núcleos de concentración y excesivas ganancias que, no casualmente, abundan en estas multinacionales.

Nota publicada en Clic de Noticias el 11/10/2014