
Página/12 | Opinión
Por Juan Carlos Junio
El poderoso míster Scott Bessent, secretario del Tesoro de la gran potencia capitalista, dejó por unas horas el tembladeral de su terruño para venirse a uno de los pocos países del patio trasero que lo apoya afanosamente. No trascendió si el Presidente argentino procedió a ejecutar el cambio de la antigua tradición del besamano al rey, por el besaculo instituido por Trump desde su metrópoli de Miami. La bajada del funcionario norteamericano se propone afirmar ante los ojos de América que el neocolonialismo avanza en Argentina, en medio de una guerra comercial trumpista que aspira a alterar las posiciones geopolíticas mediante el disciplinamiento arancelario. En este escenario, la firme respuesta del vocero del gobierno Chino, Lin Jian, ante la exigencia de cancelación del swap por parte del funcionario Claver-Carone, muestra lo descarnado del conflicto entre las dos grandes potencias mundiales.
Bessent vino a expresar su apoyo al presidente de ultraderecha J. Milei, en tanto que en la reciente cumbre en Honduras de la CELAC, que contó con la presencia de 10 presidentes y 20 cancilleres, se expresó la determinación por afirmar la autonomía de los países del continente de la potencia hegemónica. El creciente aislamiento norteamericano, explica la obligatoriedad de su apoyo al mandatario argentino, quien, secundado por una decena de banderas norteamericanas en la gala “American Patriot”, reiteró su incondicionalidad: “estamos tomando todas las medidas para resolver lo que nos está pidiendo el presidente Trump”.
La lista de mandados que trae Bessent es propia de una relación neocolonial. Exige la remoción de toda restricción a productos norteamericanos, la eliminación de la tasa de estadística del 3% a las importaciones que se destinan a financiar el INTA y el CONICET; requiere la aceptación del ingreso de maquinaria agrícola usada y neumáticos recauchutados, que hasta ahora estaban prohibidos, y el reestablecimiento de la propiedad intelectual a favor de los laboratorios norteamericanos, que dañará severamente a nuestra industria farmacéutica. Trump y el FMI decidieron tropezar con la misma piedra de los tiempos macristas. Son conscientes que los dólares del Fondo actuarán como una carga de nafta en un tanque agujereado, para llegar a los tumbos a las elecciones de medio término.
Finalmente, el gobierno “devaluó” allanándose a la exigencia de los burócratas del Fondo; aunque esa palabra ahora resulta ser innombrable, de allí que se la reemplaza por “banda”, “deslizamiento” o “flexibilidad cambiaria”. Su propaganda se propone ocultar el debilitamiento de la “marcha triunfal indetenible” con el humo negro del fin del cepo y la venida de los dólares, sin embargo, nada de lo que se haya conjurado con el Secretario del Tesoro y el FMI serán buenas noticias para el pueblo argentino. En la actual fase de dependencia del imperialismo, están en juego nuestros recursos naturales (litio, cobre, oro, tierras raras, petróleo y el agua), la destrucción del mercado interno y Pymes, precipitar las privatizaciones de los bienes públicos, la acentuación del ajuste del gasto en salud, educación y universidades; el congelamiento de la obra pública y menos subsidios aún, lo cual generará más tarifazos de luz y gas. Este remanido plan económico antisocial y antinacional tiene como sentido principal juntar los dólares para pagarle a los prestamistas la deuda externa, ahora crecida a niveles impagables.
A la actual coyuntura política se llega por un proceso de acumulación de tensiones y conflictos en todos los planos de la vida social. La idea primitiva, aunque de cierta eficacia, machacada con pertinacia de “a mí nada me hace nada”, se fue fisurando, cuando la parte de la sociedad esperanzada con el gobierno, va descubriendo que las promesas y el discurso chocan con su realidad cotidiana y con un sentimiento democrático y convivencial incorporado a amplias franjas de la sociedad. Las derrotas parlamentarias, el paro y las movilizaciones de la CGT, y la inminente reacción del mundo universitario explican la pérdida de consenso cultural y social del mileísmo. En el lenguaje clásico de la política, La Libertad Avanza va desacumulando, ya sea por quienes pierden sus expectativas, o bien por los que directamente se enojan ante la frustración de la esperanza puesta hace muy poco tiempo, confluyendo hacia el crecimiento de una reacción social y política. Cierto es que Milei se ha ido infringiendo un daño a sí mismo. Los errores propios no se producen solo por el fanatismo ideológico del presidente y el amateurismo de su grotesco elenco ministerial, sino por la aplicación de su ideología, concordante con los intereses de las corporaciones económicas que representa. Se trata de los grupos de la burguesía local que reiteran sus reclamos de baja de impuestos y fuga de riquezas, unidos y subordinados a los financistas de Wall Street. Ese poder continúa sosteniendo al presidente. Algunos silencian su apoyo en forma vergonzante, otros lo expresan explícitamente en los medios a través de los “editorialistas serios”. Allí siguen valorando el éxito del plan del Toto, aunque demandan las reformas faltantes: laboral, previsional y tributaria, a las que bautizan de “verdaderas” a pesar de que sean las de siempre, con la novedad que ahora exigen bisturí para su aplicación. Su afán irrefrenable por aprovechar el saqueo los obnubila, por lo tanto no trepidan en sostener a la dupla Milei-Toto, aunque se deslicen a la represión a la protesta y se restrinja el sistema democrático en el plano tanto institucional, como en el social y cultural.
Es importante aclarar que atendiendo a nuestra historia y a la existencia de fuertes organizaciones sindicales, universitarias, culturales y feministas es esperable que se generen respuestas políticas muy diversas, incluyendo movilizaciones en calles y plazas.
Del lado del pueblo y la oposición, resulta imprescindible encauzar y dirigir la energía que viene del pueblo llano, de los millones de pobres abandonados, del reclamo de pymes, científicos y jóvenes sin trabajo ni horizonte, de los hospitales y la escuela pública. Se debe superar perentoriamente la actual situación de fragmentación política para hacerse eco de la emergencia que vive el pueblo y frenar la entrega de nuestras riquezas, consecuencia de un neo colonialismo pro inglés thatcheriano, y pro fondo monetarista.