Página/12 | Opinión
Por Carlos Heller
En los últimos días, se viene produciendo una discusión entre las autoridades nacionales y las de la Ciudad de Buenos Aires en torno al recorte del subsidio a las 32 líneas de colectivos que circulan exclusivamente por la Ciudad Autónoma. Durante 2021, el gobierno nacional aportó 28.000 mil millones de pesos para el Fondo Compensador del Transporte destinado a todo el país. En ese mismo periodo, la gestión de Rodríguez Larreta recibió unos 14.600 millones de pesos sólo para esas 32 líneas de colectivos de la Ciudad ¿Qué se le está diciendo a Rodríguez Larreta y a su administración? Que no es justo que el conjunto del país continúe subsidiando las líneas de colectivos que son exclusivas de la Ciudad de Buenos Aires. Ante esto, el gobierno porteño amenaza diciendo que el precio del boleto podría subir de 18 a 45 pesos y que la medida propuesta por la Nación argentina es un avance contra la autonomía distrital.
Juntos por el Cambio reclama el pleno federalismo pero, al mismo tiempo, renuncia a hacerse cargo del costo que trae aparejado ese federalismo. La solución no es transferirles ese costo a los porteños. El presupuesto de la Ciudad de Buenos Aires por habitante es el más grande de la Argentina. Por lo cual, no hay razones para perjudicar a los usuarios aumentándoles las tarifas de colectivos. Lo que tiene que hacer el gobierno local es implementar algunos ahorros de gastos innecesarios y hacerse cargo de ese subsidio.
Pero el anterior no es el único caso en el que Juntos por el Cambio esquiva sus responsabilidades. Lo mismo viene sucediendo con el tema de la enorme deuda externa que contrajeron cuando fueron gobierno. En una reciente entrevista radial, la diputada por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, señaló: “Nosotros hoy estamos discutiendo la renegociación de la deuda de 44 mil millones de dólares del Fondo, pero la deuda global de Argentina es de 340 mil millones, y el gobierno actual sigue tomando deuda, más allá de que la tome en el mercado interno, es deuda igual, se tiene que pagar igual”.
Se trata del mismo discurso que suelen desplegar los referentes económicos del principal espacio opositor: para estos, es lo mismo tomar deuda en pesos que deuda en dólares, una moneda que nuestro país no emite. Sin embargo, el déficit fiscal, salvo los intereses de la deuda, siempre es generado en moneda local, por lo tanto, no es necesario endeudarse en dólares para cubrirlo. Para estos referentes opositores, tampoco habría diferencias entre un acreedor doméstico y un organismo como el FMI.
Luego del desendeudamiento producido por el gobierno de Néstor Kirchner, la administración de Mauricio Macri volvió a endeudar a la Argentina en cifras inmensas imposibles de pagar. La ley inaugural que el actual gobierno nacional envió al Parlamento, la 27.541, llamada de Solidaridad Social y Reactivación Productiva, sostenía: "Declárase la emergencia pública en materia económica, financiera, fiscal, administrativa, previsional, tarifaria, energética, sanitaria y social”. Este es el estado en el que se encontraba la nación y ese fue el punto de partida de la actual gestión.
Las oposiciones liberales y libertarias tratan de minimizar el tema de la deuda y ponen al déficit fiscal como problema central. Pero ¿qué es el déficit fiscal? Es la diferencia entre los ingresos y los gastos. Hay cuatro maneras de resolverlo: la primera es tomando deuda, la segunda emitiendo, la tercera aumentando los ingresos y la cuarta recortando los gastos, es decir, ajustando. ¿Qué es lo que decimos nosotros? Que queremos resolver el problema sin ajuste y que no podemos tomar deuda externa porque no la creemos una alternativa y porque, además, no tendríamos quien nos preste. Nos queda, como principal opción, aumentar los ingresos.
En esta línea, en el programa que se está negociando con el FMI, se propone una reducción gradual del déficit y de la emisión monetaria pero en un escenario de aumento sostenido de los ingresos. Estos últimos, como sabemos, pueden tener tres orígenes: el mayor nivel de actividad económica, la mejora en el control fiscal para evitar la evasión y la elusión impositiva, y si lo anterior no alcanza, mayor progresividad en los impuestos sobre la renta y los patrimonios.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, en su reciente disertación ante ministros del G20, se refirió al incumplimiento impositivo: "Argentina se mantiene abocada a buscar soluciones a las injusticias históricas de la elusión y evasión tributaria de las grandes corporaciones multinacionales" (…) "Una solución adecuada a la problemática de la elusión y evasión tributaria permitirá construir una economía global más inclusiva, dinámica y sostenible”.
Juntos por el Cambio dice que va a apoyar el acuerdo con el FMI si no se crean nuevos impuestos ni se suben alícuotas de los impuestos existentes. Pero no es posible achicar el déficit sin aumentar los ingresos o sin recortar los gastos. Entonces, si ellos dicen: "Vamos a acompañar, pero sin que se aumenten los impuestos" y, al mismo tiempo, tampoco parecen impulsar medidas contra la evasión o elusión impositiva ni promover un plan de crecimiento inclusivo ¿Qué es lo que están proponiendo? Recortar los gastos, es decir, ajustar. Lo mismo afirman cuando insisten con que el gobierno “no tiene un programa” estando a la vista todas las políticas públicas desplegadas. Pero ellos se refieren a que el gobierno no tiene un programa de ajuste. Eso es lo que reclaman.
En síntesis, la discusión con los liberales y los libertarios no es sólo sobre el acuerdo con el FMI sino también acerca del modelo de país por el que se opta. Es decir, si el pago de la deuda se hará en el contexto de un proyecto de crecimiento que genere mayores niveles de empleo, protección de la producción nacional, ampliación del consumo y del mercado interno y, por lo tanto, mayores niveles de recaudación y de ingresos. O se hará a partir de un ajuste generalizado sobre la población. Lo primero es lo que ha impulsado desde su fundación el Frente de Todos. Lo segundo es lo que promueven la mayoría de los sectores opositores. La opción, como siempre, es entre crecimiento con distribución de la riqueza e inclusión social o ajuste.