Tiempo Argentino | Para la emancipación o el colonialismo
La disputa fundamental no es populismo-republicanismo, sino distribución del ingreso vs. concentración de riqueza y democracia vs. corporaciones.
Por Juan Carlos Junio
Con la organización del Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad, la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional del Ministerio de Cultura ha desmentido de manera contundente las denuncias mediáticas que pretendían caracterizarla como una suerte de "comisariado ideológico".
El Foro, realizado a sala llena en el Teatro Nacional Cervantes, fue un espacio plural aunque con un límite claro definido por el título de la convocatoria. "Emancipación e Igualdad" son términos que remiten a valores y principios que abrevan en el humanismo, en tradiciones democráticas fundadas en la justicia, y en la ruptura y superación de los anacronismos que siempre han impuesto los poderosos en su ocaso.
El mundo está cambiando en forma acelerada en todos los planos: emergen nuevos bloques económicos, políticos y militares, preanunciando una nueva configuración multilateral del poder planetario, y se despliega una crisis de los valores culturales establecidos por el neoliberalismo en su momento de triunfo.
De allí que en el Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad –en el que hubo invitados latinoamericanos y europeos de gran representatividad–, surgieron puntos muy concretos de la agenda internacional y regional.
En el caso de Nuestra América se valorizaron los indudables avances del proceso de construcción de nuevas democracias, con un sentido popular y autónomo, al mismo tiempo que se abordaron los desafíos y las amenazas actuales.
En ese contexto, la enumeración de conquistas sociales y culturales no significa que la región haya llegado a un punto de no retorno o que se haya superado para siempre la herencia neoliberal. Por el contrario, los gobiernos populares se encuentran frente a nuevos –y viejos– desafíos. Las políticas públicas redujeron los niveles de pobreza y miseria, mejoraron los indicadores sociales y avanzaron –en distintos ritmos y velocidades– en la reducción de la desigualdad.
La superación de ese primer escalón genera nuevas necesidades y demandas: la ciudadanía exige a los proyectos democráticos la profundización de los procesos participativos y de redistribución de las riquezas.
Pero también la derecha aprende, por lo que resulta imprescindible dar respuesta a sus renovadas estrategias para legitimar los objetivos restauradores del modelo conservador de los noventa.
El Foro denunció en muchas de sus intervenciones la inadmisible declaración intervencionista de EE UU contra Venezuela, asumiendo una contundente solidaridad continental con la democracia bolivariana. Los recientes ensayos destituyentes en otros países de la región, como Brasil y Argentina, si bien no han prosperado, muestran la esencia desestabilizadora de las políticas estadounidenses y desnudan también que la lista de naciones agredidas tendrá toda la extensión que Washington considere que "haga falta".
El encuentro también permitió conocer las potentes novedades de Europa, que tras el triunfo de Syriza en Grecia promete cambios profundos en España. A la vez, se constituyó en un diálogo entre los sures del mundo, abriendo cauce a nuevas posibilidades de comprensión y construcción.
Si en el Teatro Cervantes se expresaron las esperanzas, las luchas y las construcciones de las múltiples tradiciones igualitaristas y libertarias, en el Teatro Municipal de Gualeguaychú se expresó un ideario contrario. Allí la Unión Cívica Radical definió una alianza con el paradigma de las derechas: el PRO.
La "retórica" de Ernesto Sanz planteó como justificación de esa decisión la necesidad de que "el republicanismo democrático derrote al populismo".
Resulta difícil ubicar a Mauricio Macri como un republicano aún en la acepción más laxa del término. Tendría que explicar, en relación a la división de poderes, bajo qué razones el alcalde ha batido el récord histórico en el veto de normas sancionadas por la Legislatura porteña.
El nombramiento del comisario Fino Palacios, procesado por espionaje contra Sergio Burstein (dirigente de una de las agrupaciones que nuclean a sobrevivientes, familiares y amigos de las víctimas del atentado a la AMIA), o las actividades violentas de la Unidad de Control del Espacio Público (UCEP) tampoco hablan de prácticas exultantes de republicanismo. Y el apoyo de Lole Reutemann y del "nuevo político" Miguel Del Sel, un misógino confeso, difícilmente puedan considerarse como expresiones de la "política moderna".
Volviendo a los foros y las ideas, el líder del PRO ha desarrollado espacios de encuentro entre políticos e intelectuales. Es preciso reconocer su regularidad y persistencia en el esfuerzo por aglutinar a lo más granado de la derecha criolla y transnacional. En el 2010 se realizó el denominado Campus Faes Argentina inspirado por el macrismo y organizado por las fundaciones Libertad, Faes y Pensar, de fuerte orientación de derecha.
Entre otros célebres protagonistas se destacaron los ex presidentes de Argentina Eduardo Duhalde y de España, José María Aznar. Fue de la partida nada menos que Julio Borges, presidente del partido Primero Justicia de Venezuela, quien tuvo una participación protagónica en el golpe de Estado contra el presidente constitucional Hugo Chávez Frías en 2002. El panel "La Libertad de Prensa bajo amenaza" contó con la participación del empresario de medios y pro dictadura Vicente Massot y del periodista Adrián Ventura. Descollaron también Cristián Larroulet Vignau, un "pinochetista moderno", ministro secretario general del ex presidente chileno Sebastián Piñera. Participaron además Ramón Puerta y Juan Carlos Romero, a quienes –como a Duhalde– sería difícil ubicar en el contingente de los promotores de la "nueva política". Esta vez no pudo ser de la partida Mario Vargas Llosa, mutado a intelectual orgánico del conservadorismo más cerril.
Así vemos cómo en el plano de las ideas también confrontan dos proyectos: el emancipador-igualitario y el neoliberal-conservador. Esta es la disputa fundamental en la coyuntura actual en el mundo, en América y en Argentina. No es populismo-republicanismo lo que se confronta, sino distribución del ingreso vs. concentración de la riqueza y la renta; democracia vs. corporaciones; Patria vs. Colonia "moderna". Ese es el dilema de la época, que se expresa en la política y que resuena estruendosamente en el campo de las ideas.