Página/12 | Opinión
Por Juan Carlos Junio
Envalentonada por el resultado de las PASO, la autoproclamada La Libertad Avanza imagina que puede arrastrar a una parte de la sociedad a justificar la dictadura videlista y sus crímenes, condenados por nuestro pueblo, por la Justicia y la opinión pública universal. La candidata Victoria Villarruel en pleno desenfreno antidemocrático decidió agredir a un símbolo de la lucha por los derechos humanos como Estela de Carlotto. La historia reciente de 40 años de democracia ha construido un muro de conciencia en la sociedad argentina que será infranqueable. Los embates de estos reivindicadores de Videla y Massera, que niegan las desapariciones, torturas, violaciones, y el robo de niños y niñas, no lograrán vulnerar la fortaleza principista que trasciende al conjunto de las diversidades sociales, culturales y religiosas, como así también a las identidades políticas y electorales construidas en nuestra sociedad. La histórica reacción social ante la intentona de los supremos del ya cadavérico 2x1 fue una demostración irreversible de la voluntad mayoritaria de nuestro pueblo de no volver atrás en esta cuestión tan dolorosa como central de la defensa de los derechos humanos y de sus grandes símbolos de Memoria, Verdad y Justicia.
El acto conmemorativo del terrorismo de Estado marca un punto de inflexión para el propio Javier Milei quien hasta ahora recorría una narrativa de temas económicos, inspirado en la radicalidad extrema del fundador de la doctrina neoliberal, el austriaco F. Hayek. Desde allí ensaya una variante del cavallismo de dolarización, que logró cierta credibilidad y esperanza en algunos sectores afectos a creer que sus magros pesos, milagrosamente mutarán a dólares, mejorando sus vidas automáticamente. El hombre prohijado por el superempresario Eduardo Eurnekián, seguía con su prédica contra la casta, cabalgando sobre un campo arado por frustraciones y desilusiones económicas. Él se excluye de la casta sin explicación alguna, se niega a reconocer ante sus propios seguidores y la opinión pública sus trabajos profesionales al servicio del genocida Antonio Bussi. Luego del triunfo en las PASO decidió cambiar el tono gritón y optar por uno “argumentativo”, pero no se presta a que ningún periodista le repregunte nada. En esa línea postergó sus ácidas críticas al movimiento feminista, sus ataques a la ley de interrupción voluntaria del embarazo, y sus pertinaces cuestionamientos misóginos. Con la misma táctica dejó también al costado su negacionismo explícito al cambio climático. Muchos de quienes lo observan con atención ahora se preguntan de dónde sacó Milei su candidata a vicepresidenta, militante videlista y vinculada a grupos pronazis. ¿La eligió él? ¿Con qué objetivo? ¿Sería solo para que sume votos de la parte vieja de la comunidad militar y policial? La hipótesis no resulta convincente. Si no fue una iniciativa propia, ¿quién le acercó a Villaruel? Lo cierto es que son una fórmula presidencial y el candidato tendrá que asumir públicamente los afanes pro Videla, Etchecolatz y Galtieri.
Acerca de esta temática queda por hacer una profunda ponderación sobre el rol político de los responsables de la Legislatura porteña que facilitaron ese ámbito para un acto en el que pudieron reaparecer públicamente oscuros y ocultos personajes que habían actuado en las catacumbas de los centros de tortura y salían en patotas nocturnas a secuestrar militantes. Los responsables políticos no pueden ser otros que quienes ejercen como autoridades de nuestro parlamento porteño, o sea, los representantes de Juntos por el Cambio, miembros del PRO, radicales, e incluso un “socialista” trasmutado al conservadurismo. ¡Nadie dijo nada! Esperábamos que los radicales, herederos de Alem y Alfonsín, se hubieran opuesto frontalmente defendiendo el legado histórico de su partido. Quizás lo hagan. Muchos deberán reflexionar en esto de convivir con la serpiente que ya asoma, luego de haber roto la fina cáscara del huevo. No es lo mismo que la Sra. Villarruel con su videlismo a cuestas convoque a un acto en una plaza pública, en un club privado, un local de su partido, a que lo haga en nuestra Legislatura. La casa de la democracia no puede ser sede de quienes la conculcaron violentamente y luego practicaron el genocidio contra nuestra juventud y nuestro pueblo.
El acto negacionista de las principales víctimas de la dictadura, los 30 mil desaparecidos, no debe ser subestimado por las fuerzas políticas y la sociedad democrática. Se trata de un intento de intromisión en nuestra democracia, un Caballo de Troya que lleva en su panza la ideología del odio, el desprecio a la vida y la justificación de la violencia.
Dos días después, se produjo en nuestra ciudad un acontecimiento de origen social–barrial que se va transformando en político y que expresa la maduración de un proceso de organización y participación vecinal en pos de una mejor calidad de vida. Más de veinte organizaciones de nuestras comunas marcharon a la Legislatura para exigir que se suspendan las obras amparadas bajo el código urbanístico, sancionado por Juntos por el Cambio en 2018 “y que está llevando a Buenos Aires a ser una ciudad invivible”. Esta lucha reclama la derogación del código que permite a las grandes constructoras hacer prácticamente lo que se les antoja, sin ningún tipo de planificación y con un solo objetivo: el lucro. Se siguen reduciendo los espacios verdes, colapsan los servicios públicos, aumenta la temperatura de los barrios, miles de casas se quedan sin luz, se pierde la identidad barrial, y no se resuelven dos cuestiones principales: el acceso a la vivienda y el alquiler. Fueron recibidos por los y las legisladoras del Frente de Todos, pero quienes permitieron y posibilitaron el acto negacionista no dieron la cara.
Una cosa trae a la otra: el permisivismo con Villarruel y la pervivencia de un código urbanístico en defensa de los capitalistas de la construcción, dioses del cemento, la polución y las moles que cierran el cielo, la luz y el sol a los vecinos y vecinas porteñas, ¿no será tiempo de terminar con estas deidades y optar por otras que representen las necesidades y los intereses de la vida cotidiana de la mayoría del pueblo de nuestra ciudad?