Por Eduardo Fernández
Al cierre de esta nota finalizaba el plazo para que los bonistas internacionales brinden sus respuestas a la propuesta de reestructuración de deuda que hizo el Gobierno nacional.
El planteo del ministro de Economía Martín Guzmán contó con un debate previo en el Poder Legislativo y cosechó amplios consensos en el plano nacional, a través de gobernadores, economistas y entidades empresarias, y en el internacional, entre los que se encuentran por ejemplo el mismísimo Fondo Monetario Internacional y destacadas personalidades, catedráticos y dirigentes políticos.
El mundo entero estará observando lo que ocurra con la propuesta argentina. En el marco de una economía que se ha derrumbado, resulta imprescindible un cambio del actual sistema económico basado en la financiarización y la especulación, por un nuevo orden, más solidario e inclusivo.
Darle sostenibilidad a la deuda
Impulsado por los beneficiarios del modelo especulativo, un pequeñísimo sector de la sociedad argentina plantea que se debe pagar la deuda según los términos insostenibles que pretenden los mayores tenedores de bonos. Por ejemplo, el Grupo de Entidades Empresarias de Córdoba (G6), manifestó que “una cesación de pagos en este contexto pondría en jaque la posibilidad de acceder a financiamiento a tasas razonables”.
En primer lugar, tal como lo mencionó el Presidente Fernández en una entrevista televisiva, “recibimos un país en default”. Tenemos que recordar el momento en el que Macri comenzó a hablar de “reperfilamiento” que no significaba otra cosa que hablar de reprogramación de pagos, el festival de bonos y el agotamiento de las fuentes de financiamiento externas.
En segundo lugar, en base a una orientación eficiente que aliente la producción y el consumo interno por sobre la especulación, deberíamos propender a desendeudarnos para que los grandes sectores concentrados de la economía dejen de marcar el rumbo que debemos seguir las y los argentinos.
Por último, es importante entender que el contexto que profundizó esta crisis, donde cada vez más países en el mundo están endeudados, reconfigura el escenario global. Así lo grafica el diálogo que nuestro Presidente mantuvo con Jeffrey Sachs, en el cual el economista estadounidense le planteó que alrededor de “40 países entrarán en default por culpa de la pandemia”.
El Gobierno nacional ya realizó una propuesta seria y también demostró que hay intención de pago, pero en condiciones dignas, porque las deudas no se pueden pagar con más hambre y pobreza.
Un país solidario
No hay lugar para quienes quieran aprovechar las crisis para sacar provecho propio. El mensaje que envía el Gobierno nacional con esta propuesta de reestructuración de la deuda es el de un programa serio, que tiene el compromiso de pagar, pero con la inclaudicable voluntad de contener a los sectores más golpeados por la crisis y seguir cimentando las bases de un país que recupere la soberanía en materia científica, que fortalezca la salud y la educación y que promueva el trabajo y la producción, para servicio de la comunidad.
La premisa que manejan algunos tenedores de bonos, quienes sostienen que “los ministros pasan pero los bonistas continúan”, está sujeta sobre un criterio egoísta e individualista, que olvida que las sociedades también continúan, y en este caso sufriendo las desigualdades de un sistema inhumano que es necesario poner en discusión.