11.05.2013 | Tiempo Argentino
Por Mariano Ciafardini - Comisión Asuntos Internacionales del Partido Solidario, Miembro del Instituto Argentino de Geopolítica IADEG
Basta comparar la foto de la sesión de la conferencia de Punta del Este de la OEA, en enero de 1962, en la que se excluyó a Cuba del organismo, con el voto de 14 países a favor y 6 abstenciones, con la imagen reciente del lunes 28 de enero de este año, cuando Raúl Castro, Presidente del Consejo de Ministros de la República de Cuba, fue designado presidente pro tempore de la CELAC, organismo latinoamericano que reúne a 33 países ubicados geográficamente al sur del río Bravo mexicano, para ver con claridad la dimensión del acontecimiento de creación de este nuevo organismo regional y la significancia política de su aparición.
La OEA resultó ser EEUU manejando a todo Latinoamérica y excluyendo a Cuba, la CELAC son todos los países latinoamericanos y del Caribe, homenajeando a Cuba con la presidencia pro tempore, y excluyendo a EEUU.
El proceso de construcción de la CELAC como el de todo organismo de estas características y, particularmente, el de un organismo que implica una verdadera revolución de las relaciones internacionales en la región es, inevitablemente, lento en términos de los tiempos políticos, y la presidencia de Cuba está jugando el papel que se esperaba de ella.
Siendo la primera vez en 50 años que la región la incluye en estos niveles de la política internacional, es totalmente entendible que su actuación en la presidencia sea cauta y de bajo perfil.
El triunfo de Cuba no está tanto en lo que haga en el período de su presidencia sino en el hecho mismo de ejercer la presidencia sin sobresaltos. Aunque, además, está haciendo, y mucho. El 10 de este mes se aprobó el plan de trabajo para el resto del 2013. La pregunta acerca de la actitud de la CELAC ante los sucesos venezolanos post electorales debe responderse con dos argumentos: 1) la Celac es un organismo mucho más grande y complejo que la Unasur, la Alba o el Mercosur, por la cantidad de países que la integran y las diferencias político ideológicas de los gobiernos de esos países. No es lógico esperar de ella reacciones tan uniformes o inmediatas como las que caracterizaron a las intervenciones de la Unasur, ante distintos intentos de desestabilización o golpes de estado contra algunos gobiernos de América del Sur, en los últimos años, aunque, igualmente, se pronunció claramente a favor del presidente electo Maduro, a dos días de de la finalización del proceso electoral, y 2) en Venezuela no se dio ( hasta ahora) un intento de golpe de estado propiamente dicho, sino que la estrategia EEUU – Capriles ha sido la de cuestionar el resultado electoral y pedir una nueva elección, y, tal intención, quedó bloqueada, casi inmediatamente, con la confirmación de los presidentes de varios países de su presencia en el acto de asunción.
La Celac no está ni paralizada ni lenta, por el contrario, sus perspectivas son inmensas y se está preparando para ello.
Incluso para jugar un importantísimo rol en la batalla abierta que han declarado los EEUU y las reacciones nativas contra los gobiernos progresistas y el proceso de integración regional antineoliberal.