Página/12 | Opinión
Por Juan Carlos Junio
Al grito inmediato e inesperado de las calles, se van sumando otras reacciones, transformándose en un gran movimiento social organizado, articulando la potencia histórica del movimiento obrero argentino, con diversas expresiones de las organizaciones políticas, movimientos sociales, barriadas populares, la emergencia trascendente de las luchas de la cultura que sale a abrazarse con otras expresiones populares, el movimiento estudiantil universitario, nuevamente amenazado por núcleos anacrónicos, enemigos de la educación pública, inspirados en ideas clasistas y oscurantistas.
“Más temprano que tarde” el pueblo va reaccionando ante el atropello de la ultra derecha, decidida al todo o nada, en su propósito de liquidar las conquistas y derechos del pueblo y la propia democracia, lograda con grandes esfuerzos y dolores por nuestra ciudadanía.
El parlamento ahora atacado frontalmente por el Presidente, quien acusa a los legisladores votados por el pueblo de ser una casta desechable; deberá asumir un reto de enorme trascendencia: defenderse a sí mismo como expresión del sistema democrático, lo cual implica transformarse en una muralla principista fiel a las mejores tradiciones patrióticas de las diversas identidades políticas. En tal sentido, no hay tiempo ni lugar para los ambiguos, dispuestos a someterse a designios dictatoriales, ya que el Presidente se propone abiertamente asumir la suma del poder público en un verdadero acto de usurpación antidemocrática. Milei, sus ministros y asesores estrella (Sturzenegger), asumieron “la misión” de terminar con “la decadencia que viene desde hace 100 años”. En términos históricos, esa etapa se iniciaría con el advenimiento del gobierno radical de H. Yrigoyen a partir de la vigencia de la Ley Saenz Peña que instituyó el voto secreto, obligatorio y universal (con la exclusión del 50% del padrón femenino).
Durante el siglo XX e inicio del XXI emergieron grandes movimientos y luchas políticas del pueblo, que desde 1930 sufrieron interrupciones ejecutadas por dictaduras cívico militares fascistas, con fuertes componentes represivos. Todos esos gobiernos antidemocráticos incorporaron otro elemento constitutivo común: su determinación política por representar los intereses de las 20 familias de la oligarquía de la Sociedad Rural y de las corporaciones extranjeras, en una primera etapa el imperialismo británico y luego el norteamericano. El golpe uriburista de 1930 derrota al primer gran movimiento político popular del radicalismo. Posteriormente, surge el peronismo como el fenómeno más trascendente en términos políticos y sociales, parido por las multitudes obreras del 45. La dictadura videlista del 76 y su Ministro Martínez de Hoz, se propusieron imponer un plan económico ultra liberal practicando un genocidio, surgiendo como respuesta la emergencia más notable de la época: las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. La derrota de aquella dictadura posibilita el advenimiento de la democracia que está cumpliendo 40 años. En ese proceso se produce otro fenómeno histórico trascendente: la creación del kirchnerismo liderado por Néstor y Cristina.
En este brevísimo e incompleto enunciado cronológico resulta imprescindible ponderar el constante protagonismo del pueblo, del movimiento obrero, de la juventud, del movimiento estudiantil, y el aporte de la cultura. Este devenir político se amalgamó con los cambios nacionales y revolucionarios de los pueblos hermanos del continente. Ahora, el presidente Milei, votado por 14 millones de ciudadanos y rechazado por otros 11.5 millones; se auto titula “enviado por las fuerzas del cielo”, para borrar con un decreto anticonstitucional “el siglo decadente de nuestra historia”. Milei soslaya deliberadamente que el S XX, solo es concebible enlazado a las luchas del S XIX; iniciado en las rebeldías revolucionarias de los hombres y mujeres que fundaron la Patria en 1810 y las guerras de la independencia contra el colonialismo.
Así es que asistimos a un operativo violento cuyo objeto es instituir un orden neo colonial que entregue por 30 dineros nuestras fenomenales riquezas naturales y las empresas públicas, a nuevos conquistadores del capitalismo local y de las corporaciones extranjeras. Vienen por el petróleo, el litio, el cobre, las enormes riquezas alimenticias de nuestras tierras y ríos, las economías regionales, y los asombrosos logros en ciencia y tecnología. Necesitan, como durante el macrismo, destruir el mercado interno, o sea el salario de trabajadores y los ingresos de cuentapropistas, y clases medias, incluyendo la mutilación de pequeñas y medianas empresas. En este devenir las corporaciones empresarias no trepidaron en incurrir rápidamente en pecado, abandonando su discurso democratista y republicano, para sumarse a la disputa a cielo abierto por el saqueo, emulando a aquellos fariseos hipócritas mentados por los clásicos.
Recuperando para el análisis la experiencia histórica veremos que ningún gobierno constitucional se propuso con la temeridad antidemocrática de “los libertarios”, refundar la nación con el fin de conculcar los derechos del pueblo, sus riquezas y su acervo cultural. Sin embargo, se observa claramente que nunca un gobierno electo, generó un rechazo activo tan rápido en las calles y plazas, concitando la unidad del conjunto de las organizaciones sociales, de trabajadores y la cultura. En unas pocas horas la sociedad se auto convocó creando espontáneamente la gran consigna del momento: “La Patria no se vende”. El movimiento obrero realizó un gran acto rodeado de sectores muy diversos, y a días de la asunción de un nuevo gobierno, fue convocado un paro general con movilización de las confederaciones de trabajadores, los movimientos sociales, colocando a las calles y plazas de toda la geografía nacional como un factor decisivo de la actual disputa política. Asistimos a un momento en que la derecha, subsumida en la ultra derecha, se propone sostener la ofensiva en todos los planos de la vida social a partir de su triunfo electoral. Como contracara, las organizaciones del pueblo van armando una fuerte y original acción política y cultural desde las bases, potenciando los lazos solidarios existentes en cada lugar.