La coalición de los que piensan parecido

18/03/2018

Página/12 | Opinión

Por Carlos Heller

Un nuevo capítulo del proceso de unidad del movimiento nacional, popular y democrático ha tenido lugar en La Pedrera, San Luis, donde una multitud de dirigentes de distintas corrientes y partidos han protagonizado un encuentro de intercambio y debate político. Un hito más de una experiencia diversa y plural que se inició en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) y que continuará en una serie de encuentros a lo largo de todo el país.

No hay unidad sin debate. Es lógico: las partes, cuando se desunen, lo hacen a través de discursos que las diferencian. El debate es el instrumento a través del cual esas partes vuelven a juntarse y a buscar puntos de coincidencia. Sólo hay un modo de que ese acercamiento se transforme en unidad duradera: a través de compromisos o acuerdos que se traduzcan en propuestas comunes y en programas de gobierno. Ello no significa que haya que lograr unanimidad. La coalición que hay que fundar no es de los que piensan igual: es de los que piensan parecido.

Toda búsqueda de unidad es un proceso de construcción de un nuevo común denominador. El futuro, al que vamos, requiere el diseño de un nuevo discurso y de un nuevo programa que acerque a todos los sectores. Exige encontrar puntos en donde a todas las partes les resulte mejor o menos costoso deponer diferencias que mantenerlas.

De todos modos, los procesos de unidad no son automáticos: avanzan con dificultades y están expuestos a negociaciones complejas, pero cuando hay necesidades históricas se terminan imponiendo. La necesidad histórica que hoy nos acerca es detener un proyecto político y económico que atenta contra la integración social y la soberanía argentina.

Mientras tanto, la táctica del gobierno consiste en fracturar a la oposición. Por lo cual, los sectores que no se sumen a la unidad de algún modo estarán favoreciendo al macrismo. Habrá, a partir de ahora, dos modos de hacer oficialismo: integrándolo o intentando dividir a la oposición para debilitarla.

Dividir es contribuir a mantener al proyecto neoliberal en el gobierno.

Por el contrario, hay que construir unidad en la diversidad para que una mayoría de argentinos en 2019 coincidan en una propuesta común y le den sustento al inicio de una nueva etapa. Quienes tengan diferencias tienen la oportunidad de discutirlas. Los encuentros son lugares para debatir, alcanzar acuerdos y diseñar propuestas.

¿Cuál es el discurso y cuál el programa alrededor de los cuales construir la unidad? Por supuesto, estos deben surgir del debate plural, diverso y comprometido entre todos los sectores que protagonizan el proceso de discusión política. Desde nuestra óptica, y como un aporte, una contribución o un disparador, propiciamos un debate profundo y abierto que incluya algunos ejes sustantivos para una unidad con consistencia de principios y valores.

En primer lugar, una plataforma que reafirme el rol del Estado como factor estratégico del desarrollo económico. Esto implica la necesidad de políticas activas que apunten a la redistribución del ingreso y la riqueza como base esencial de la eliminación de la pobreza, que promuevan el crecimiento del mercado interno con políticas tributarias progresivas que graven las rentas extraordinarias y las actividades económicas de mayor rentabilidad.

Con esta visión, como gran marco de referencia, es necesario forjar un Proyecto nacional, popular y democrático que propicie la unidad latinoamericana y el eje Sur-Sur, que potencie y profundice la ampliación de derechos, con un Estado garante, que impulse un modelo de desarrollo sustentable fundado en el apoyo a la producción nacional y regional, así como al mercado interno, que continúe con la política de Memoria, Verdad y Justicia iniciada el 25-05-2003 y el mantenimiento y ampliación de los más amplios derechos de la ciudadanía. Y, como reaseguro de sustentabilidad política, que profundice la democracia con mayor protagonismo y participación popular.

Somos entusiastas de construir unidad en la diversidad y la pluralidad, sabiendo que su logro es un gran desafío, y el camino no está exento de importantes obstáculos.

Algunas encuestas indican que un sector significativo de los votantes que acompañaron al actual gobierno en las últimas elecciones hoy no volverían a hacerlo. Dicen que no lo votarían porque se sienten desilusionados. Es una parte del electorado que está expectante: ya no opta por el actual gobierno pero aún no encuentra a quien lo suplante electoralmente. Espera una propuesta y un proyecto que lo convenza y lo movilice. El deterioro del macrismo es más veloz que el nacimiento de su alternativa. La unidad ya tiene su base social y la cuestión es encontrar el modo de interpelarla, ése es el desafió. Por eso, los encuentros de dirigentes y militantes deben generar propuestas y programas que también unan por abajo, que logren convencer y conmover a distintos sectores para que integren una nueva mayoría electoral y política.

La unidad es un proceso en el tiempo, de ampliación y sostenimiento de la discusión política buscando nuevos puntos de encuentros y de acuerdos.

La unidad es una. Pero su proceso de construcción es diverso. Hay una unidad, llamémosla horizontal, de los sectores de la política, de los distintos partidos y agrupaciones que integran el amplio mundo de lo nacional, popular y democrático. Hay otra unidad, llamémosla vertical, que se produce con todos aquellos movimientos sociales, sindicales, culturales, empresarios, de género, entre otros, afectados por el modelo actual. La combinación de esos dos procesos de unidad, simultáneos y complejos, debe conducir a la reconstrucción de una nueva representación política unificada de todos los que impulsan la oposición al actual proyecto y su superación por un discurso y un programa que exprese, defienda e impulse a estos sectores afectados: los trabajadores industriales, los del campo y el comercio; los pequeños y medianos empresarios; los científicos y técnicos; las clases medias afectadas por el ajuste de salarios y el aumento simultáneo de tarifas y servicios públicos en general; los nuevos y viejos desocupados; las mujeres trabajadoras más perjudicadas que los hombres en la distribución del ingreso; los jubilados, los jóvenes y los excluidos en general, entre otros sectores.

Todos juntos, actores políticos y sociales, debemos construir la alternativa.

Todos juntos, como protagonistas de la discusión política, de los acuerdos y de los programas.

Todos juntos hacia 2019.

 

Nota publicada en Página/12 el 18/03/2018