Ámbito Financiero | Opinión
Por Carlos Heller
En los últimos días el país fue víctima de lo que podríamos describir como “golpe de mercado” o “maniobras especulativas”. Una situación que, a mi entender, se viene gestando desde mediados del año pasado: desde la insinuación de realizar una Asamblea Legislativa para reemplazar al Presidente de la Nación, hasta un documento de Juntos por el Cambio que señalaba que se le estaba dejando “una bomba de tiempo al próximo Gobierno” en materia de deuda pública.
Queda claro que hay fuertes intereses en juego: una combinación entre la puja de los sectores más concentrados de la economía por quedarse con una tajada cada vez más grande de los recursos, y las presiones de la oposición que, en un año electoral, hace todo lo posible por generar fuerte incertidumbre para fortalecer sus aspiraciones políticas.
Algunos referentes de la oposición, según información de funcionarios del Gobierno, llegan al punto de intentar sugerir el no envío de fondos por parte del FMI a nuestro país (una actitud que no es nueva, sucedió en otros momentos de la historia argentina). Estas intenciones apuntan a tratar de que la Argentina no pueda seguir manejando la herencia de deuda externa que se generó durante la gestión anterior y que requirió de una renegociación del actual Gobierno, evitando buena parte de los condicionantes habituales que resultan recesivos en los acuerdos con el FMI. El problema de fondo fue acudir al FMI, con niveles impagables de deuda y sus plazos de devolución incumplibles, gobierne quien gobierne nuestro país.
Más allá de los intereses creados para desestabilizar, es una realidad que estamos atravesando una coyuntura especial: una sequía muy fuerte (con pérdidas estimadas en el valor de la producción cercanas a los u$s18.000 millones), fenómeno que se sumó a la pandemia y a la guerra entre Rusia y Ucrania, con su consecuencia sobre la inflación y su impacto en las subas de las tasas de interés en los países centrales, entre otros sucesos.
No obstante, el Gobierno implementó varias medidas, como el nuevo Programa de Incremento Exportador que permitió la liquidación de u$s1.600 millones en los primeros doce días de vigencia, y la obtención de diversos fondos de financiación por parte de organismos multilaterales. Se destaca el acuerdo con China, que habilitará el uso de yuanes para la compra de bienes y servicios de ese país. Cabe señalar que el 21,5% de nuestras importaciones provienen de China, país con el cual hemos tenido un déficit comercial de u$s9.500 millones en 2022. Con estas medidas se evitarán además operaciones de triangulación que algunas empresas importadoras estaban efectuando para sobrefacturar y así hacerse de más dólares, con el consecuente perjuicio en un contexto de escasez de divisas.
Discurso de Cristina
Uno de los conceptos más significativos vertidos por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner se relaciona con los riesgos de que “figuras e ideas y hechos del pasado parecen querer venir nuevamente a instalarse en el presente para condicionarlo”. En este sentido hizo varias referencias a lo que implicó el modelo de Convertibilidad que se implementó en los años noventa y que generó el “estallido” de una “bomba que explotó en la cara de 40 millones de argentinos, explotó en las plazas, explotó en la desocupación...” (que llegó a un pico del 19,7%). Un modelo que tiene varias semejanzas con lo que implicaría una dolarización, una peligrosa propuesta electoral que fue colocada en el candelero en los últimos días.
En cuanto a la situación actual, Cristina fue enfática a la hora de bregar por la unidad, para competir con quienes efectivamente hay desacuerdos, en vistas a “poder ayudar a pensar una sociedad, un país diferente”, y alegó la necesidad de construir un programa de gobierno, una cuestión más importante que la persona elegida para llevarlo a cabo. En este sentido, mencionó: “Estamos frente a un nuevo fenómeno de crecimiento económico real y genuino, pero mala distribución del ingreso y, por primera vez, trabajadores en relación de dependencia pobres”. Aunque remarcó que el principal problema que enfrentamos hoy en día es el “endeudamiento brutal que nos han dejado”.
Las propuestas de la oposición son claras, todas ellas tienen denominadores en común: ajuste del gasto público, privatizaciones y devaluación, los que indefectiblemente nos llevarían a un empeoramiento significativo de la situación actual. En concordancia con el llamado de la vicepresidenta a superar diferencias internas en el Frente de Todos, considero que el país no requiere un cambio de rumbo como pregona la oposición, en todo caso, lo que necesita es profundizar el actual, mejorar aquellas cuestiones que todavía no se han podido mejorar, en especial en lo referente a una más equitativa distribución del ingreso, y continuar con las políticas que se están aplicando.