Ámbito Financiero | Opinión
Por Carlos Heller
Desde ciertos sectores se trata de alimentar una incertidumbre ficticia con la finalidad de influir en la próxima contienda electoral, y uno de los ejes de esa estrategia es cuestionar la cotización del dólar. Sin embargo, no hay razones objetivas para esperar una corrección del tipo de cambio oficial.
En rigor, tampoco las había a fines de 2020, cuando se decía que había un dólar oficial artificialmente contenido y que la brecha no tenía techo. El Gobierno logró en ese entonces tranquilizar los mercados en base a distintas medidas y regulaciones. Los fundamentos de la economía, como sostuve en aquel momento, no justificaban que hubiera devaluación alguna. Validarla hubiera sido un duro golpe a los ya castigados bolsillos de la población, y ganancias para los especuladores.
Incluso hoy se está en una situación más robusta desde el punto de vista externo. Los números muestran que el Índice del Tipo de Cambio Real Multilateral que elabora el BCRA está cerca de un 30 por ciento más alto que en la etapa abril de 2016 a mayo de 2018. Si se coteja con finales de 2020, los niveles de competitividad cambiaria son similares, con el agregado de que se cuenta con más reservas internacionales (van siete meses consecutivos de subas). La dinámica se explica por los favorables saldos de comercio exterior, y no hay grandes compromisos financieros, producto de la renegociación con los acreedores privados en moneda extranjera y el Club de París.
El BCRA ha ganado poder de fuego para acotar la volatilidad de las cotizaciones y ya en los primeros 13 días del mes se realizaron compras netas de divisas mayores a las de todo junio. También redujo la posición vendida en contratos a futuro.
El panorama es muy distinto al que se intenta mostrar. Por eso, ante los datos de la realidad que les resultan esquivos, los fabricantes de los climas artificiales recurren a: “es por las expectativas que es necesario devaluar”. En este caso, dando por sentado que antes de las elecciones los distintos valores de los dólares especulativos aumentan. ¿Estarán contemplando en estas expectativas la confirmación de que llegará la parte correspondiente a la emisión de Derechos Especiales de Giro por parte del Fondo Monetario Internacional, que implicaría un ingreso de reservas en el corto plazo de cerca de 4,3 mil millones de dólares? Pareciera que no. De paso, no deberían perder de vista que están avanzadas las negociaciones con el Fondo para darle un perfil sostenible a la hipoteca que dejó el anterior gobierno y para que se acepte la propuesta de que se reduzcan los sobrecargos por intereses, que implicaría un ahorro de cerca de mil a mil trescientos millones de dólares al año, y que el propio FMI confirma estos avances.
El presidente Alberto Fernández señaló que el Gobierno está haciendo un trabajo enorme para “tener un seguimiento de las variaciones del dólar lo más perfectas posibles; ahora se sumó la CNV a la tarea, para que ningún pícaro genere zozobra”. El Presidente también ejemplificó la irracionalidad de la cotización del dólar ilegal: “con alguien que compre u$s300.000 el dólar puede subir 7 pesos”.
En este contexto hay que ubicar las medidas cambiarias implementadas hace una semana. Una de las decisiones consistió en perfeccionar una norma que ya existía: si una empresa quería acceder al mercado de cambios para comprar dólares al tipo de cambio oficial (por ejemplo, para pagar una importación) tenía la condición durante los 90 días previos, y los 90 posteriores, de no realizar operaciones de contado con liquidación (CCL) o de dólar MEP. A partir de ahora, continúa la norma pero se considerará el accionar de los holdings en su conjunto. Por caso, si la empresa controlante operó CCL, la controlada no podrá acceder al dólar oficial por los períodos detallados, desarmándose así una maniobra que venía realizándose e implicaba la elusión de las regulaciones.
El Gobierno continúa mejorando los mecanismos para aportar tranquilidad y para garantizar los dólares que hacen falta para atender las importaciones que el país precisa. Las medidas y las regulaciones forman parte de un todo coherente que apunta a consolidar el proceso de recuperación de la economía y a cuidar los ingresos de la población.