Ámbito Financiero | Opinión
Por Carlos Heller
El dato de inflación de noviembre (4,9%), que acaba de publicar el INDEC, confirmó una importante reducción mensual respecto del valor de octubre (6,3%). También se redujo la denominada inflación núcleo, que es la que no contempla el componente estacional ni los precios regulados, del 5,5% al 4,7%.
Son los registros de un mes, pero forman parte de una tendencia a la baja que parece consolidarse en el tiempo y que se sostiene en las diferentes políticas. Entre ellas están las medidas que fortalecen las Reservas Internacionales, y el programa de Precios Justos, que tendrá vigencia plena en el mes de diciembre, aunque ya tuvo impactos para ordenar expectativas y generó un alza en Alimentos del 3,5%, el más bajo de todos los rubros relevados.
A su vez, el valor de la inflación general de noviembre comienza gradualmente a alinearse con lo que se busca para el año que viene, ya que en el Presupuesto 2023 figura un objetivo de inflación del 60%, que equivale a un 4% de inflación promedio mensual, no muy alejado del último valor.
El ministro de Economía, Sergio Massa, afirmó que “no estamos contentos todavía con el número, que sigue siendo alto para lo que pretendemos sea la recuperación del poder de compra”. Y señaló: “hay que recuperar ingresos y, en paralelo, bajar la inflación”. También hizo alusión a un objetivo del 3% mensual a partir de abril próximo, y pronosticó que la actividad va a cerrar este año “por arriba del 5%”.
Es decir que, sin políticas recesivas, la inflación empieza a distanciarse de los números que se registraron en julio, máximos del año (7,4%), y que no surgieron por obra de la naturaleza. Fueron una consecuencia de los intencionados rumores de devaluación y de las versiones que dejaron correr algunos miembros de la oposición sobre un posible default de la deuda en moneda local.
Sin embargo, desde el vamos el Gobierno dejó en claro que no hacía falta ni tenía intenciones de devaluar. Esa postura, que más tarde se reforzó con el mayor poder de fuego en materia de Reservas, finalmente se tradujo en una sensible reducción del dólar ilegal, respecto de julio de este año, contribuyendo a aquietar las aguas de los precios. Por su parte, en materia financiera, el Gobierno ha venido consiguiendo fondeo neto positivo en las distintas licitaciones. En particular, en la operación que cerró el jueves se llegaron a colocar, contemplando la segunda vuelta, más de $400 mil millones en exceso de los vencimientos que existían.
A contramano de lo que intentan instalar los economistas ortodoxos y ciertos comunicadores, la verdadera ancla antiinflacionaria es el programa económico y las herramientas que le dan sustento. En materia de formación de precios, el Gobierno acaba de anunciar que se llegó a un acuerdo con las principales proveedoras de insumos industriales (vidrio, papel, aluminio, químicos, entre otros), que se destinan a la producción de alimentos y bienes de consumo masivo. Mediante el mismo, dichas empresas no podrán modificar sus precios por encima del 3,9% mensual en promedio, hasta marzo de 2023. En la semana, a su vez, se alcanzó un acuerdo con los principales fabricantes de zapatillas, consistente en una rebaja de hasta un 20% de los precios (15% en promedio) de las marcas y modelos de mayor rotación en el mercado, que se espera impacte en las fiestas. Además se prevé un sendero de precios de hasta el 3% para los meses de enero, febrero, marzo y abril. Por otro lado, el Gobierno acaba de cerrar un acuerdo con los laboratorios para fijar un tope de aumento de precios para los medicamentos de venta bajo receta de 3,8% mensual, que regirá desde diciembre hasta fin de marzo de 2023 y abarca a cerca de 40.000 productos.
La inflación, si bien siempre preocupa, se viene desacelerando. Ello se logra mediante un conjunto de políticas que son contrarias al esquema de shock que ciertos sectores pregonan, y que apuntan a mejorar el poder adquisitivo del salario, a preservar el dinamismo de la actividad, y a cuidar el empleo de los argentinos y las argentinas.