Minuto Uno | Opinión
Por Juan Carlos Junio
Ayer se conoció el último dato de inflación que corona la gestión de Macri: 3,7% mensual en diciembre, arrojando una inflación anual de 53,8%. Se trata de un mes compartido por los dos gobiernos, pero la inflación siempre tiene un rezago, hasta que se acomodan todos los precios. El dato de diciembre habla más del gobierno saliente que del actual, pero se empiezan a notar los primeros efectos de la nueva política contra la inflación.
Alberto Fernández en su primer mes de gobierno ha tomado medidas específicas para frenar la suba de los precios. Repasemos: congeló las tarifas de los servicios y de los transportes públicos; frenó un incremento de las naftas; bajó las tasas de interés; con la moratoria para las pymes les bajó el precio de la deuda tributaria y extiende mucho el plazo de pago; relanzó Precios Cuidados moderando las subas y en otros productos generando una baja y mantiene a raya el factor que rige todos los precios en Argentina, que es el tipo de cambio.
El dólar está clavado en $62, garantizado por el control de cambios. Obviamente toda esta acción resulta determinante para mejorar la capacidad de compra de la sociedad.
En definitiva, los principales precios de los bienes y servicios de la economía argentina vienen siendo frenados. En ese marco se discutirán precios muy importantes: los salarios y las jubilaciones.
No es lo mismo discutir paritarias con una economía condicionada por una fuerte dinámica inflacionaria, que en una donde los precios empiezan a estar contenidos. En una economía inflacionaria como la que se experimentó los últimos años del gobierno de Cristina se daban aumentos salariales por encima de la inflación para que no se pierda poder adquisitivo.
En los años de Macri la tasa de inflación anual fue duplicada, pero los salarios subieron por debajo de los precios. Por esa causa perdieron valor. Como sabemos, esa pérdida de ingresos del sector trabajo no desaparece, sino que se transfiere hacia los sectores concentrados, que por esa vía potenciaron su tasa de ganancia.
Lo que se propone el Presidente es no indexar para cortar la inercia inflacionaria. Los aumentos parecen modestos, pero si la inflación cede, el salario y la jubilación tendrían mayor poder adquisitivo.
¿Qué son la inercia inflacionaria y la indexación? En física la inercia es la fuerza que sigue operando sobre un cuerpo después del impulso inicial. Por ejemplo, el conductor de un auto levanta el pie del acelerador, pero el automóvil no se detiene de forma inmediata, sigue avanzando unos metros más. Lo mismo ocurre con los precios. Puede haber un shock inflacionario, como un aumento del precio del dólar, pero eso ocurre un día, en lo sucesivo el dólar sigue planchado, sin embargo los precios seguirán subiendo durante los próximos meses. ¿Por qué? Porque es el tiempo que lleva la propagación de aquél impulso inicial.
La llamada inflación inercial nos dice que hay una parte de ella que es autoprovocada. El aumento de precios genera una nueva ronda de subas. Los mecanismos indexatorios son los que permiten que esto se desarrolle en forma rápida y generalizada. ¿De qué sirve que estemos discutiendo aumentos nominales del 50% entre precios y salarios? En realidad lo que importa es si ganamos o si perdimos ingresos en términos reales. Si una parte de la inflación es inercia pura, entonces, saquémonos de encima todo lo que podamos esa inflación inercial, que no reporta nada real.
Esa es la propuesta y el desafío a la hora de plantear salarios y jubilaciones. Se frenaron dólar, tasas de interés, tarifas, naftas, transporte, medicamentos, bienes de consumo ¿Los salarios y las jubilaciones tienen que subir al mismo ritmo que reclamábamos en una economía inflacionaria? No. Tienen que subir más que los precios que afrontarán. Esta velocidad en la recuperación del poder adquisitivo perdido en los años de Macri puede ser más rápida o más lenta. Lo importante es que sea a paso firme, ya que sabemos que inflación y precios no expresan otra cosa que puja distributiva.
Claro que esto no lo decidirá sólo el Poder Ejecutivo, sino que se ha creado el espacio del llamado Pacto social donde empresarios y sindicalistas deberán ponerse de acuerdo para quitarnos de encima al menos el componente inercial de la inflación, y discutir un nuevo esquema de distribución del ingreso en el cual los sectores que más se beneficiaron con el macrismo, transfieran riquezas a favor de las grandes mayorías de trabajadores y clases medias.