Página/12 | Opinión
Por Carlos Heller
Lo vengo diciendo reiteradamente: el valor del dólar ilegal, llamado marketineramente “blue”, es esencialmente especulativo, y por lo tanto no puede tomarse seriamente como el indicador de lo que el dólar debería valer en un futuro cercano o en el mediano plazo. Por ello, hay que criticar enérgicamente la tesitura de aquellos que dicen que hay una presión devaluatoria porque se acrecienta la brecha entre el oficial (que no es un valor fijo, sino el determinado en el mercado único y libre de cambios) y el ilegal.
Los datos de esta última semana confirman esta proposición. El dólar ilegal subió hasta 75,75 pesos el 25 de octubre, más de 15,75 pesos que el dólar minorista vendedor. Transcurrida poco más de una semana, bajó hasta llegar a una diferencia de 1,24 pesos con el minorista oficial el 5 de noviembre, casi eliminando la famosa “brecha”.
En general, el mercado de cambios ha sido impulsado por una ola especulativa, a la que se intentó asociar con incertidumbre sobre futuras medidas. Los valores de las distintas cotizaciones en estos días post elecciones lo evidencian. Analizando las variaciones respecto a la primera quincena de octubre, de estabilidad en el tipo de cambio, el dólar mayorista (que es el que se deriva de las operaciones en el mercado único y libre de cambios) creció sólo el 3,0 por ciento, mientras que el dólar minorista informado por el BCRA, que es un promedio del ofrecido por los principales bancos a los usuarios, aumentó el 9,3 por ciento.
La cotización del BNA, utilizada como referencia en muchos contratos, acompañó al mercado: por ejemplo, de mantener una diferencia con el mayorista algo mayor a 1 pesos en los comienzos de octubre, el BNA pasó a validar una brecha de 5,0 pesos el día 25. Esta brecha que existe entre la cotización de los bancos y el mayorista es habitual, aunque no en tal magnitud.
La baja de la cotización ilegal puede explicarse como resultado de un movimiento de pinzas. Por un lado, la mayoría de los agentes se sobreestoquearon antes de las elecciones previendo regulaciones más duras. Por otro lado, la aguda necesidad de pesos por parte de las empresas para pagar sus compromisos, generó luego un desprendimiento de los dólares, lo que hizo bajar el precio. “La dolarización previa a las elecciones fue tan grande, que ahora sobra oferta de dólares”, coinciden los operadores. Aquí cabe indicar un comportamiento característico: con la existencia de la brecha, y cuanto más alta es, los particulares dejan de vender en los bancos y pasan a vender en el mercado ilegal, actitud que deriva divisas desde el sector formal al ilegal.
Son conductas que siempre están asociadas a las regulaciones. A medida que se establece una regulación o norma, en especial si es para reducir o eliminar comportamientos especulativos o márgenes demasiado elevados de ganancias, aparecen distintas acciones para intentar evitar, en todo o en parte, las nuevas normas. De allí que estas conductas requieren una revisión continua de la regulación, ya sea para mejorar su alcance, o para analizar si no está impactando negativamente sobre distintas actividades o sectores.
Las últimas restricciones del BCRA para los usos de las tarjetas en el exterior son un buen ejemplo: la utilización de las mismas en juegos de azar era una forma clara de obtener divisas en billetes para atesorar.
Las divisas en Argentina son un bien escaso, y es entonces perentoria la necesidad de regularlas. Si el gobierno actual llegó a imponer las regulaciones actuales en el mercado de cambios (que han dicho insistentemente que no les gustan) ha sido por el lógico desenlace que genera un mercado totalmente desregulado. Y el macrismo desreguló muy profundamente. Esta decisión de ir liberalizando cada vez más las operaciones cambiarias surgió en parte ante el ingreso significativo de capitales especulativos del exterior (que luego salieron en manada).
En vez de imponer alguna restricción al ingreso de inversión de cartera, se decidió desregular cada vez más, hasta el absurdo de eliminar todo tipo de obligación para que los exportadores (que son responsables de la principal entrada de divisas a nuestra economía) no tuvieran obligación de ingresar los dólares. Al más leve cambio en las condiciones locales o internacionales, se produce una fuerte salida de capitales: así sucedió.
En resumen, creo que hay que apoyar fuertemente las distintas regulaciones sobre los mercados. Tratemos que estos valores que vienen de mercados especulativos, en especial el dólar ilegal, no sean utilizados como referencia de políticas económicas, cuya definición impacta en el resultado de toda la economía, principalmente en la actividad productiva y en el destino de los distintos sectores. Y, mucho menos, que sean un referente para la fijación de precios, con el amplio impacto negativo que esto conllevaría.