Ámbito Financiero | Entrevista
Por Guillermo Gammacurta y Jorge G. Herrera
Periodista: ¿Cómo analiza la situación económica del país?
Carlos Heller: La verdadera manera de analizar una política es si termina siendo buena o mala para la gente, para las economías regionales, para las pymes, los clubes, las cooperativas de servicios, etc.; no se trata de la eficiencia técnica de tal o cual medida. Desde ese punto de vista yo no creo que las políticas vigentes sean buenas porque básicamente ésta es una política que apunta a frenar la actividad económica y, sobre esa base, con altas tasas de interés y restricción monetaria, intentar quebrar la inercia inflacionaria. El costo social de esta política es muy alto en términos de lo que le pasa a la inmensa mayoría de la gente. ¿Quiénes son los ganadores y perdedores? Está muy claro que los ganadores son los grandes especuladores financieros, que son los que se han visto favorecidos con esta política.
P.: ¿A qué situación que hemos pasado en la Argentina le hace acordar la coyuntura actual?
C.H.: Hay que ser prudente. Soy crítico de esta política, pero también tengo cuidado con las cosas que digo para que no sean disparadores negativos, porque yo no estoy inscripto dentro de los que quieren que la economía explote. Lo que sí creo es que lo esencial no son los errores, lo esencial es la política que está aplicando el Gobierno, como lo sostengo en mi libro “Diez promesas falsas. Por qué fracasó la economía de Cambiemos”, en el que hago una recopilación de lo que fui diciendo a lo largo de la gestión de este Gobierno, desde enero de 2016 hasta fines del año pasado. Creo que lo que está sucediendo es consecuencia lógica de esas políticas. La situación económica no se arregla con corrección de errores, es un problema de rumbo político, de modelo económico. La Argentina es un país de desarrollo industrial medio, que tiene un sector productivo importante que hay que proteger. Desde mi perspectiva, lo que se ha hecho con la apertura de las importaciones -esto ya lo vivimos -, siempre bajo el eslogan de que estimula la competencia, en realidad lo que se hace es destruir trabajo nacional. Nadie hace la reflexión de para qué sirve que entren productos que compiten con la producción nacional si no va a haber quién los pueda comprar, porque cuando los que producen en el país despiden a la gente porque no pueden competir, esos que quedaron despedidos dejan de consumir, y eso es lo que está sucediendo. Crecen los factores negativos, crece el desempleo, cierran miles de pymes, las economías regionales están en crisis, hay una distorsión impresionante en las cadenas de valor. Entonces no es con desregulación que esto se resuelve; yo no soy un defensor del libre mercado, defiendo la idea de que el Estado tiene la responsabilidad de establecer y hacer cumplir las reglas, que tienen que ser justas y cumplibles.
P.: Muchas de las distorsiones ocurrieron en el Gobierno anterior…
C.H.: No estoy de acuerdo. No te olvides de que el Gobierno anterior entró después de una crisis producto de políticas muy parecidas a las actuales. La de 2003 era una Argentina en default, superendeudada, con récord de desempleo, con récord de pobreza, todos datos negativos. Todo eso mejoró sustancialmente entre 2003 y 2015.
P.: Pero desde 2011 ya la economía no crecía…
C.H.: El contexto internacional afectó, pero incluso en los años posteriores a 2011 se mantuvo un nivel de crecimiento con altibajos. El salario no perdió frente a la inflación, las jubilaciones no perdieron frente a la inflación y la Asignación Universal tampoco, por lo tanto, hay determinadas cosas que se mantuvieron. Además, hay que ver otras cuestiones como, por ejemplo, la formación de activos externos, después de 2011 viene el tema del mal llamado cepo cambiario y se frena, pero después que se desregula en 2016 comienza otra vez la salida de capitales. Los dólares en países como la Argentina van a ser escasos siempre, entonces tenés que tener una política de administración de prioridades, qué se hace con un recurso que es escaso.
Se podría discutir si se asignaron bien las prioridades, pero no podés pasar de que el exportador tenía que liquidar las divisas en 30 días, a que si no quiere no las liquida nunca. Parece exagerado. Si no, ¿de dónde te proveés de divisas? Los Estados Unidos tienen la Reserva Federal y la bendita autorización de darle a la maquinita con el respaldo de su poder, porque el respaldo oro que tenían, un buen día dijeron: no va más. Y cuando vino la crisis de Lehman Brothers varios años estuvieron emitiendo entre u$s 60.000 y u$s 80.000 millones por mes, comprando cartera tóxica a los bancos para que no haya una crisis financiera sistémica. Emitieron sin control, no hubo inflación porque tienen otras herramientas para controlarla. La teoría de que la emisión monetaria es la principal causante de la inflación, con lo que pasó en Estados Unidos y Europa, demuestra que no es así. Otra cuestión es esa teoría que el presidente Macri repite: que no se puede gastar más de lo que ingresa. El Tratado de Maastricht (fundacional de la UE) dice que los Estados pueden tener hasta 3% de déficit fiscal para usar como herramienta de estímulo al crecimiento económico. Comparar las obligaciones que tiene un Estado con las de una familia es por lo menos una visión limitada.
P.: Entonces, ¿usted identifica 2016 como el inicio de la caída de la economía?
C.H.: Decime un indicador que haya mejorado después de 2016; un tema en el que estemos mejor. La memoria colectiva que está fresca hace que éste sea diferente a todos los procesos anteriores, porque desde hace tres años y medio la percepción del ciudadano común es “la verdad que yo antes estaba mejor”.
P.: El empresariado creció entre 2003 y 2015; ahora parte del empresariado está quejándose, pero no quiere volver hacia atrás…
C.H.: A cierto empresariado no le gustan las regulaciones aunque haya ganado mucha plata; le pasó lo mismo a Lula en Brasil. Vos tenés dos grandes motores de la economía que son la exportación y el mercado interno. La exportación sigue siendo una pequeña porción mientras que el mercado interno es más del 75% del PBI. Entonces, si ese motor no anda, es muy difícil que el país funcione, o funciona un país para poca gente. Vos podés dejar que los exportadores ganen y al mismo tiempo decirles “no ganen tanto y al mercado interno provéanlo a un valor diferenciado del precio internacional”. Porque vos querés un dólar alto, y al mismo tiempo querés que el precio de las mercaderías esenciales no esté vinculado a ese dólar alto. Los países tienden, en general, a que en aquellas cosas que producen sus poblaciones les dan un trato privilegiado. Así, un país que se caracteriza por ser un gran productor de alimentos debería tener políticas para que los alimentos les lleguen a sus ciudadanos en mejores condiciones que lo que paga un país que tiene que importar esos alimentos.
P.: ¿Plantea desdoblar el tipo de cambio o volver a las retenciones?
C.H.: Lo que yo creo es que hay que ir a un sistema por el cual el tipo de cambio efectivo sea diferente según la rentabilidad real de cada actividad. Para eso las retenciones móviles y diferenciadas según el producto, tamaño de la explotación, distancia de los puertos, etc., son una herramienta válida. Pero también son valiosas las políticas de subsidios a las economías regionales, a través de reembolsos a las exportaciones, por ejemplo.
P.: Sería volver a las políticas del kirchnerismo…
C.H.: Defiendo el rumbo y sostengo que fue correcto, lo cual no quiere decir que todo lo que se hizo entre 2003 y 2015 estuvo bien Hay que sacar experiencia de lo que se hizo y habrá cosas que se podrán hacer mejor. Un país tiene que tener un sistema de información confiable y que garantice transparencia; creo que no se puede no tener políticas de administración y de regulación del comercio exterior y de los movimientos de capitales. Sería una Argentina que no es viable para la inmensa mayoría de sus habitantes.
P.: ¿Va a ser candidato a diputado para volver al Congreso?
C.H.: Soy fundador de un partido que ha ido creciendo y tiene personería nacional. Aspiro a volver a tener una representación institucional porque mi fuerza política lo demanda y porque creo que desde nuestra experiencia tengo (y tenemos) mucho para aportar.
Yo no tengo necesidad personal de ser diputado, cuando lo fui durante ocho años doné mediante un acta ante escribano la dieta, mitad para el Garrahan y mitad para el Hospital de Niños, por la simple razón de que seguí manteniendo mis ingresos regulares por la actividad en la cooperativa que presido. Mi decisión fue que mi diputación era un esfuerzo personal, pero no un beneficio personal.
P.: ¿Es posible un Gobierno de unidad?
C.H.: La unidad es bienvenida, pero alrededor de una idea y de un proyecto. El acuerdo no es sobre los “qué” sino sobre los “cómo”. Hay que ponerse de acuerdo en medidas que son la base de políticas públicas. La unidad sólo para ganar una elección no es suficiente.