El 31 de agosto de 2016 será, para la memoria de nuestros Pueblos, una triste fecha en la cual han sido avasalladas la voluntad popular y la soberanía de un país hermano que viene jugando un gran papel en la brega por una unidad latinoamericana con claros perfiles emancipatorios.
En esta ocasión, el retroceso se operó por vía de un golpe institucional cuyos fines inconfesables apuntan a la restauración neoliberal-conservadora así como a la regresión del proceso de unidad nuestroamericana.
Un nuevo tipo de golpismo -concretado previamente en Honduras y Paraguay- se propone borrar de un plumazo las conquistas de una década de gobiernos populares y subordinar la política nacional a los intereses de los poderosos grupos concentrados tanto locales como trasnacionales.
De manera impúdica en Brasil, políticos que no han podido acceder al gobierno por los votos mayoritarios del Pueblo se confabulan -hasta hoy exitosamente- con sus socios del poder mediático, el aparato judicial y las fracciones concentradas del poder económico para poner fin a una experiencia que se propuso reparar décadas de injusticia, violencia y desigualdad social.
Dilma Rousseff -a quien no se la ha podido probar ni un solo delito en su acción como Presidenta- resultó destituida por legisladores que tienen juicios en curso por su participación en sonados casos de corrupción.
Las políticas por el recambio golpista se expresan en medidas de inconfundible sesgo conservador: la reducción del gasto social, la ruptura del Mercosur o la constitución de un gabinete ministerial de CEOs son evidencias del nuevo rumbo.
El creciente y masivo repudio a este nuevo capítulo en una disputa que continúa nos convoca a redoblar los esfuerzos para defender -desde el fondo de la historia- los sueños por una Patria Grande capaz de dar a todos sus hombres y mujeres un presente y un futuro de dignidad y justicia.
La memoria activa del pueblo recordará con tristeza esta jornada como el día en que las fuerzas de la corrupción y el privilegio pudieron tomar el timonel del Estado. Lejos de ser una foto final y congelada, es apenas un momento de la larga brega por caminar tras un sueño y un proyecto común.
Va con esta declaración nuestra más profunda solidaridad con Dilma, con Lula y con todo el hermano pueblo de Brasil en su lucha frente a la ofensiva neoliberal conservadora.
Partido Solidario
Carlos Heller - Presidente
Juan Carlos Junio - Secretario General