Por Eduardo Fernández
El Gobierno nacional sigue el camino de la reconstrucción argentina invirtiendo y legislando para promover la producción y el trabajo. Mientras, sectores de la oposición plantean un discurso privatista y fomentan el descreimiento en la política. Sólo un proyecto político solidario puede garantizar igualdad y equidad.
Mientras debatimos un nuevo régimen de Ganancias en la Cámara de Diputados para hacerlo más justo y progresivo, beneficiando a millones de argentinas y argentinos haciendo que estos ingresos se vuelquen al consumo y el mercado interno, el Gobierno nacional sigue fortaleciendo la producción y el trabajo a través de distintas medidas.
En esa línea, el Gobierno que encabezan Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner tomó la decisión de no postergar a nadie para afrontar la crisis a las que nos llevaron la pandemia y las políticas neoliberales del macrismo, y de involucrar a todos los actores de la comunidad. Ejemplo de ello son los apoyos a PyMEs e industriales, la apuesta a la construcción, y en lo particular, el perfeccionamiento del nuevo proyecto de Biocombustibles.
La firme voluntad de llegar a todos los sectores de la producción nacional y promover una reconstrucción del país que incluya a quienes más han sufrido en los últimos cuatro años por políticas que promovieron la concentración desmedida y la especulación, es la consolidación de una política con una mirada solidaria.
En este sentido, el relato que se observa en los reclamos de algunos opositores sobre temas como la prórroga de la Ley de Biocombustibles, buscan confundir y presionar al Gobierno para volver a épocas a las que nuestra gestión no piensa volver, y que nos hicieron un gran daño a partir de la profundización de la desigualdad. Por eso, revalorizar la política y el rol del Estado se vuelve imprescindible.
Anti Estado
Los ataques al Estado y a la política son la base de la discusión que promueven los medios de comunicación monopólicos y algunos de los sectores opositores. Por un lado, esa es la premisa de un espacio político para volver a la escena, pero por otro es la herramienta que buscan desde el poder concentrado para justificar algunos pedidos que atentan contra las mayorías. Buscan así que el discurso anti Estado y anti político avance en la sociedad argentina para que gane el descreimiento. Allí se justifica el discurso privatizador y el ataque a lo público.
Por ejemplo, luego de conocerse las maniobras del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que encabeza Horacio Rodríguez Larreta con el tema vacunas y los convenios firmados con privados para la aplicación de las mismas, dirigentes del macrismo salieron a redoblar la apuesta, poniendo al sector privado de la salud como la garantía de la moralidad y la “equidad”.
Pero lo dijo Alberto y lo han expresado distintos dirigentes, lo único que nos garantiza un ejercicio ético de la política es mirar al desarrollo de las sociedades con una visión profundamente solidaria, donde no nos dé lo mismo la situación de vulnerabilidad que padecen muchas y muchos compatriotas.
Hoy la decisión política es que el Estado debe estar más presente que nunca. Esto garantiza un crecimiento equitativo, una sociedad cada vez más igualitaria y también un apoyo al sector privado para que cumpla su rol en esta ardua tarea que nos espera. La irresponsabilidad de algunos políticos opositores quedará en la historia por su mezquina posición en momentos donde se demanda un trabajo en conjunto.
Seguimos apostando a la construcción de consensos sectoriales, como la creación del Consejo Económico y Social donde participamos con espacios de unidad como Producción y Trabajo, que reúne a empresarios, cooperativistas, productores agropecuarios y trabajadores. El camino conjunto es la estrategia para encontrar salida a la crisis. En ese andar, nadie puede quedar afuera.