Página/12 | Opinión
Por Carlos Heller
Cualquier análisis de la coyuntura económica argentina debe partir de la situación internacional. Por un lado, la enérgica revalorización del dólar a nivel mundial impacta con fuerza en el orbe y dificulta aún más el acceso a las materias primas, dado que el resto de los países tienen monedas devaluadas, lo que achica su poder de compra de mercancías y servicios a otras naciones. Tampoco se puede obviar el efecto de los altísimos precios (en especial de los combustibles) en la inflación en todas las naciones del mundo.
Argentina recibe este influjo, que se suma a la dinámica propia de la economía local. Por un lado, tanto la producción como el trabajo están creciendo. La actividad industrial aumentó un 11,9 por ciento interanual en mayo 2022; la Utilización de la Capacidad Instalada en idéntico mes se ubicó en 68,4 por ciento, unos 3,3 puntos porcentuales mayor a la de igual mes de 2018 (el mejor nivel para un mayo durante el gobierno macrista). La Tasa de Empleo en el primer trimestre de este año llegó al 43,3 por ciento, un récord para idéntico período desde que se publica la serie a partir de 2003.
Por el otro lado, el gobierno se enfrenta a una especulación desatada de aquellos que desean forzar una devaluación, que de nada serviría pues se iría a precios. Para facilitar esta especulación, se utilizan posverdades. Por ejemplo, se dice que el país se está quedando sin divisas, cuando en la actualidad hay cerca de 1500 millones de dólares más que antes de recibir los DEGs del FMI.
Además, no se menciona que gran parte de las ventas de divisas del BCRA es para importar combustibles, que —como ya se expresó— se encarecieron significativamente. Un dato importante a considerar es que hay por liquidar, según lo refirió el presidente Alberto Fernández, granos en los silobolsas por un valor de 20 mil millones, que en algún momento ingresarán a las Reservas.
También se comentó que la deuda pública de la Administración Nacional creció durante este gobierno más que lo que se tomó del FMI: una visión falaz, que intenta confundir. Si bien la deuda creció entre diciembre 2019 y marzo 2022 en 53.236 millones de dólares, el 83,8 por ciento de este aumento fue en pesos (que, para poder compararlos, se miden en dólares). De hecho, la deuda total referida cayó cerca de 10 puntos del PBI en el período citado. Es decir, denota un buen manejo de la deuda heredada y de la necesaria para financiar el déficit fiscal.
Se conocieron las cuentas fiscales del primer semestre. El déficit primario está dentro de lo acordado con el FMI, con una interesante particularidad: medidos en términos reales, los ingresos totales aumentaron en el semestre un 5,1 por ciento, mientras que los gastos primarios lo hicieron en un 11,4 por ciento. Entre estos últimos, jubilaciones y Pami aumentaron algo más del 4 por ciento, asignaciones familiares y otras pensiones en un 11,8 por ciento, y los subsidios a la energía un 31 por ciento. Es decir, más ingreso y más gasto, especialmente concentrado en las prestaciones sociales.
Hay una fuerte especulación sobre el dólar ilegal, un mercado muy pequeño y fácil de manipular, porque ¿quién puede conocer la verdadera cotización?. Incluso una información periodística puede fijar el dólar en un determinado valor y probablemente los operadores ilegales lo tomen como verdadero. Además, tanto los medios como los analistas toman esos valores "del mercado" como si fueran derivados de los equilibrios macroeconómicos, cuando son altamente especulativos y marginales.
El gobierno tomó dos medidas en este punto. Se decidieron acciones tendientes a mejorar las condiciones de acceso al mercado de cambios para el pago de importaciones de insumos para sectores estratégicos y así garantizar la continuidad de distintos procesos productivos. Además, se estableció que los turistas puedan acceder, en las entidades autorizadas, a cambiar sus divisas (con un máximo de 5 mil dólares) al tipo de cambio financiero. Se espera que ambas medidas descompriman tensiones en el mercado de cambios, impactado por la gran demanda de divisas para importar energía.
Las especulaciones que he detallado se acercan a un intento de "golpe de mercado". Una especulación que además tiene un impacto negativo en la cadena de comercialización y la producción, pues muchas empresas suspenden sus entregas o ventas por temor a perder rentabilidad, o tener rentabilidad negativa.
Por lo expuesto, Argentina tiene todas las condiciones para poder funcionar y salir de esta situación fortalecida. Pero el principal problema que enfrenta tiene que ver con la formación de expectativas, que, cabe decirlo, están asociadas a una fortísima puja distributiva. Realizar el diagnóstico correcto es esencial para poder pensar cómo enfrentar las distintas tensiones, muchas de ellas, artificialmente instaladas.