28/05/2011 - Revista Debate
Por Carlos Heller - Diputado Nacional por el Bloque Nuevo Encuentro Popular y Solidario
Para comenzar a cumplir con las asignaturas pendientes, resulta preciso ahondar en la dirección que hoy venimos transitando.
Imaginar escenarios futuros no es más que una proyección de las tendencias actuales, dado que nadie puede adivinar lo que vendrá.
Si analizamos la situación internacional, la misma estará surcada por los impactos de los planes de ajuste en varias de las naciones de la zona del Euro, y por la evolución de los países centrales que están saliendo con un gran esfuerzo de la crisis internacional verificada a partir de 2007. A ello debe sumarse un contexto en el cual los países periféricos son los impulsores del crecimiento global, y todo indica que lo seguirán siendo. En este entorno, se puede decir que, con las lógicas salvedades, en términos de actividad la economía mundial presentará un dinamismo similar al actual, aunque se espera cierta volatilidad de las variables económicas, especialmente las financieras.
Prácticamente todos los organismos internacionales y estudiosos estiman que la demanda de productos alimenticios continuará creciendo en los próximos años, con niveles de precios sostenidos para los granos y oleaginosas.
Conviene recordar que, como ya ha sido demostrado en la crisis de 2008/2009, la economía de nuestro país posee estabilizadores que permiten reducir los impactos negativos del exterior, con lo cual el tema internacional no aparece ahora como un problema, aunque siempre hay una espada de Damocles puesto que a escala planetaria no se ha cambiado el estilo de globalización basada y orientada hacia la libre circulación de los flujos financieros, que ha sido el desencadenante de la actual crisis.
Los estabilizadores domésticos también inciden en la evolución del mercado interno de nuestro país, al otorgarle consistencia al crecimiento de la economía. Se trata del equilibrio fiscal que se viene evidenciando en los últimos meses, una situación envidiable para la mayoría de los países; un superávit comercial de magnitud, alto nivel de Reservas Internacionales y una bajísima deuda externa total, en especial con los acreedores privados. También se evidencia un crecimiento de los salarios reales de los trabajadores registrados, con un poder de compra persistente en la población y cosechas que, salvo las condiciones climáticas, continuarán en niveles históricos altos.
Por supuesto que no todos los indicadores son excelentes y hay todavía muchos temas sobre los cuales trabajar. Están los subsidios a la energía y el transporte, que deben reconvertirse para que lleguen sólo a quienes los necesitan, y de esa forma redireccionar parte importante de este significativo gasto a otros usos sociales más acuciantes. También debe mencionarse la tasa de empleo no registrado, que aún es alta, puesto que afecta al 33.7% de la población trabajadora, y si bien viene bajando se requiere la aplicación de políticas activas para resolver más rápidamente este problema.
En cuanto a la tasa de desocupación, cayó 1.1 punto porcentual durante el 2010, pasando del 8,4% durante el 4T de 2009 al 7,3% al finalizar el año 2010. Por su parte, los niveles de subocupación, si bien altos, también registraron una caída, pasando del 10,3% a fines del 2009 al 8,4% al finalizar el 2010. Pero cabe detallar que estos son los promedios, si tomamos la tasa de desocupación para el caso de las mujeres menores a 29 años, llegó al 19,5% en el 4T de 2010 para el Gran Buenos Aires, una idea de cómo impacta el desempleo en los distintos grupos etarios y de género.
También decimos que los niveles de pobreza e indigencia son inaceptables, y, si bien se ha avanzado significativamente en este aspecto, en especial luego de la aplicación de la asignación universal por hijo, seguimos ratificando que la única tasa aceptable de pobreza es cero. En lo inmediato, habría que ajustar el monto de la asignación universal, para que mantenga el poder adquisitivo que tenía cuando se implementó.
La preocupación por la reducción del superávit comercial también está en la mira. Si bien éste se viene achicando por el fuerte crecimiento de las importaciones, esas compras externas se centran en insumos para la industria y en bienes de capital, con lo cual tienen una buena asignación, pero igual hay que cuidar el superávit comercial, uno de los pilares del modelo. De allí que se han tomado varias políticas de protección comercial para reducir las importaciones, con un doble motivo: mejorar el saldo comercial reduciendo las importaciones de bienes no esenciales para el crecimiento, y además defender a varias industrias de la competencia desleal de otros países. Se espera para este año un saldo comercial inferior al del año pasado (US$ 12.400 millones), el cual estaría rondando los US$ 9.000 millones, un saldo adecuado para cumplir con los compromisos de la deuda y las remisiones de utilidades al exterior, otro ítem que viene creciendo significativamente en los últimos años (casi se ha triplicado entre 2006 y 2010) y que habría que pensar cómo reducirlo, cuestión que no es fácil dados los más de cincuenta Tratados Bilaterales de Inversión firmados durante el menemismo, y que aún están vigentes. Al respecto, resulta conveniente denunciar estos acuerdos, que constituyen una pérdida importante de soberanía económica.
Esperamos que el PIB crezca al menos el 7.1% este año, en línea con las distintas proyecciones de organismos públicos y entidades privadas. Cada vez está más instalado en los actores económicos que el futuro es promisorio.
Pero también es cierto que para que ello suceda, se requiere administrar las regulaciones y los cambios para que la economía continúe manteniendo los distintos equilibrios que le dan consistencia y mejorando los distintos indicadores, en especial los sociales.
Pero estos cambios están lejos de ser cosméticos, y tienen que orientarse a desarmar las herencias del neoliberalismo. Este tipo de medidas, orientadas hacia una mejor distribución del ingreso, y acompañadas por un fuerte involucramiento del Estado en la economía, es lo que defino como una profundización del modelo.
Algunas medidas necesarias de corto plazo ya he adelantado: la actualización del monto de la Asignación Universal por Hijo, la reducción de la precarización laboral, la cuestión de los subsidios a la energía y el transporte, y la implementación de medidas de protección de la competencia desleal de otros países para proteger los niveles de empleo doméstico. Respecto de esto último, será preciso avanzar con la consolidación del MERCOSUR para garantizar que el comercio al interior del bloque sea eficiente, equilibrado y justo para todas las partes.
Pero también están las otras reformas, las que tienen un carácter mucho más profundo y abarcan aspectos estructurales del funcionamiento de nuestra economía. Entre las asignaturas pendientes aparece la realización de una reforma tributaria de magnitud que grave con mayor intensidad a los elevados ingresos y altos patrimonios en lugar de recaer sobre impuestos que castigan mayormente a los sectores más vulnerables de la población.
En términos de estructura productiva podemos decir que el modelo del “piloto automático” es cosa del pasado. El inicio del Plan Estratégico Industrial 2020 es un paso importante para el diseño de una política industrial de largo plazo. No obstante, entendemos que, más allá de la puesta en funcionamiento de este tipo de programas, se precisa abordar la discusión respecto de la sostenibilidad de la lógica agrícola y extractiva que posee buena parte de nuestra matriz productiva.
En el plano financiero se requiere un rediseño del sistema vigente para avanzar decididamente hacia un esquema que esté al servicio del desarrollo económico y social. Para ello, en el plano de las regulaciones es necesario reemplazar la ley de Entidades Financieras vigente desde la última dictadura militar. También hay que cambiar la Carta Orgánica del BCRA instaurada en los noventa, otro de los pilares del neoliberalismo, por una que se preocupe no sólo por la inflación, sino también por el crecimiento con equidad, y trabaje conjuntamente con el poder político de turno. En estas dos cuestiones hemos trabajado intensamente a nivel legislativo y tenemos presentado en el Congreso Nacional el Proyecto de Ley de Servicios Financieros, y la reformulación de la Carta Orgánica.
Estamos en un momento donde se juegan muchas cosas importantes a futuro y en el que, para comenzar a cumplir con las asignaturas pendientes, es preciso profundizar la dirección que hoy venimos transitando; con sus cosas buenas y malas, claro está, pero sin dejar de ver el vaso medio lleno, lo cual se expresa en nuestro lema “por todo lo que se hizo bien, por todo lo que falta”. Está en nosotros contribuir al alcance de esta oportunidad histórica.