Perfil | Opinión
Por Carlos Heller
El miércoles pasado, día de celebración de San Cayetano, históricamente asociado al pedido de “pan y trabajo”, una nutrida movilización marchó desde el barrio de Liniers, en la Ciudad de Buenos Aires, hacia la Plaza de Mayo. Las columnas estuvieron integradas por dirigentes y militantes de agrupaciones de desocupados, la CGT, las dos CTA y la Mesa de Organismos de Derechos Humanos, junto a diversas organizaciones sociales y políticas. Hubo una demanda que sobresalió: la de dar una rápida respuesta a las “8 millones de personas que padecen hambre”. De este modo, se produjo un nuevo hito en la confluencia de sindicatos, organizaciones sociales y políticas contra el ajuste.
La reacción es lógica: la mayoría de los indicadores sociales muestran un deterioro sostenido. De acuerdo con datos de la Encuesta Permanente de Hogares, en el primer trimestre de 2024 la pobreza aumentó al 54,8%. En el mismo período de 2023, ascendía al 38,7%. La suba fue de 16,1 puntos. Algo similar sucede con la indigencia: fue del 20,3% en el primer trimestre de 2024 y había sido del 8,9% en el mismo periodo de 2023. La suba fue de 11,4 puntos, más que se duplicó. Si esos porcentajes se extienden a toda la población (la encuesta se realiza sólo en los centros urbanos), equivale a 25,5 millones de pobres.
Tampoco hay buenas noticias acerca del nivel de ocupación. Según datos oficiales, en los primeros seis meses de la actual administración, el número de trabajadores independientes y en relación de dependencia aportantes a los regímenes de la Seguridad Social se redujo en 612.139, cifra que refiere tanto a los despidos como a otras desvinculaciones laborales o el pase a la informalidad. Esta reducción impacta de pleno en los aportes y contribuciones, desfinanciando al Sistema de Seguridad Social. Del total de la caída informada, casi el 50% corresponde a los trabajadores en relación de dependencia públicos y privados. El resto es de monotributistas y autónomos.
En cuanto a los salarios, según los datos del INDEC, durante mayo se produjo una suba mensual del 4% en términos reales. Estos incrementos no logran compensar las fuertes bajas durante los meses previos: los salarios se ubican un 12,4% por debajo de los vigentes en noviembre pasado, y son un 16% inferior en la comparación interanual.
Otros indicadores económicos tampoco son auspiciosos. El Índice de Producción Industrial manufacturero (IPI manufacturero) del INDEC, por ejemplo, señala una retracción para mayo del 0,2% mensual para la serie sin estacionalidad. De este modo, la producción industrial se ubicó un -11,3% por debajo del valor de noviembre de 2023 y alcanzó su peor desempeño desde julio de 2020, fecha en la que el país y el mundo estaban afectados por la pandemia. De las 68 subdivisiones del IPI, en 57 se observa una contracción interanual.
El fuerte retroceso de la industria también se verifica durante junio. Según el Índice de Producción Industrial de la consultora O.J. Ferreres & Asociados, se observa una fuerte caída del -11,2% al comparar con igual mes del año pasado. Tomando el mismo informe, Alimentos, Bebidas y Tabaco “registró durante el sexto mes del año un crecimiento anual del 9,4%” y esa suba se explica “por la producción oleaginosa (+29,6%), que más que compensó la caída en el resto de los sectores”, por lo cual la tendencia a la caída del total de la industria sería bastante mayor al número señalado anteriormente (-11,2%).
En lo referente a los ingresos fiscales, el impuesto país y las retenciones sobre las exportaciones sostienen la recaudación actual. En el acumulado de los primeros siete meses son los únicos que presentan una variación interanual real positiva. Los recursos tributarios totales cayeron un 7% en el acumulado y si no fuera por estos dos impuestos habrían caído algo más de un 13%.
Se trata de datos que reflejan que las políticas que se están aplicando impactan negativamente sobre la vida de la mayoría de los argentinos y las argentinas. En este escenario, la movilización a Plaza de Mayo esta semana, junto a cientos de manifestaciones de distintos sectores en todo el país en los últimos tiempos, vuelve a mostrar que el límite del ajuste es la capacidad de resistencia de los ajustados.