En busca de las esquivas inversiones externas

14/04/2018

Nuestras Voces | Opinión

Por Carlos Heller

El cambio tan proclamado por la alianza gobernante en la Argentina se inscribe en un escenario internacional complicado, tanto en lo político como en lo económico.

 

Estados Unidos y China, las dos mayores economías del planeta, ya están a las puertas de una guerra comercial. La primera piedra la tiró Estados Unidos. Según lo publicado por el Departamento de Comercio de ese país, “en respuesta a las prácticas comerciales injustas relacionadas con la transferencia de tecnología y propiedad intelectual”, una serie de productos chinos se verían afectados por una tarifa adicional del 25 por ciento. La lista de aproximadamente 1.300 productos equivale a importaciones del gigante asiático por 50 mil millones de dólares, según los cálculos del gobierno norteamericano. Al día siguiente de conocida la novedad, Beijing contestó con un anuncio de aranceles a productos estadounidenses, incluyendo soja y automóviles, por un monto equivalente. En menos de 24 horas, la Casa Blanca comunicó la posibilidad de imponer aranceles adicionales a China por 100 mil millones de dólares, aunque esto último no fue publicado oficialmente por el Departamento de Comercio norteamericano. Finalmente, China denunció a Estados Unidos ante la OMC por los aranceles al acero y aluminio.

En este contexto, Estados Unidos ratificó el cierre del mercado del biodiésel para Argentina y dejó firmes los aranceles de casi el 160 por ciento.

El escenario regional dista de ser aquel refugio que supo ser la década pasada, cuando el neoliberalismo se estrellaba en sus crisis financieras y América Latina mostraba democracias con crecimiento e inclusión.

El brutal operativo político, mediático y judicial contra el ex presidente Lula constituye un gravísimo golpe contra la democracia en Brasil, cuyas consecuencias habrán de proyectarse en todo el ámbito regional. Además, perjudicará el crecimiento económico del país vecino y, por esa vía, afectará las exportaciones de nuestro país a ese destino. No hablemos ya de los capitales especulativos que suelen abandonar las plazas ante la menor incertidumbre.

Estados Unidos, China y Brasil son los tres principales socios comerciales de Argentina. En el primer bimestre de este año, el déficit comercial con Brasil creció un 35 por ciento interanual hasta los 1.296 millones de dólares, mientras que el déficit con China fue de 1.788 millones de dólares y con los Estados Unidos de 342 millones.

Sin embargo, el gobierno nacional ha volcado su interés en la visita de Mariano Rajoy a la Argentina. Con España, país al que se le exporta principalmente harina de soja, el intercambio comercial representa apenas el 2,2 por ciento del total. Así que la relación no pasa tanto por lo comercial, sino por las inversiones y negocios. Durante la presidencia de Néstor Kirchner las inversiones españolas representaban cerca del 30 por ciento de la Inversión Extranjera Directa (IED) total en nuestro país, en 2015 había caído a la mitad. Y cayó aún más con la llegada de Macri a la presidencia.

Macri y Rajoy se conocen desde los años noventa, manteniendo relaciones entre el PRO y el Partido Popular. En aquella época, España llegó a tener una participación privilegiada en el proceso de privatizaciones. Cabe citar como ejemplo de ello los procesos de privatización de YPF, Aerolíneas Argentinas, Edesur, Telefónica, Gas Natural y Autopistas del Sol.

Por eso Macri se animó a decir a un medio español: “España y la Argentina son como dos amantes que se reencuentran”. Un “amor” en el que lamentablemente no nos fue muy bien.

Por su parte, las palabras de Rajoy en esta visita: “hemos visto valientes reformas en la Argentina. En muy poco tiempo ha generado un clima de negocios propicio para crecer y para atraer inversiones”, recuerdan a las recibidas por Carlos Menem durante su mandato, en una reunión del Fondo Monetario Internacional, cuando se mencionó que el entonces presidente tuvo el valor de hacer las reformas que los mercados le pedían para generar los cambios en la Argentina. Como ciudadanos, ya padecimos las consecuencias de este tipo de relaciones.

Entre los dichos de los representantes del sector privado que acompañaron a Rajoy, se destacan las declaraciones de Juan Rosell, el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE): “Esto es como una familia, las cosas malas se olvidan y sólo quedan y permanecen los buenos recuerdos”. Además, los empresarios españoles adelantaron que esperarán a ver si Argentina baja la inflación, al tiempo que reclaman más competencia y la reducción del déficit fiscal. Es decir, “somos muy amigos pero vendremos cuando nos convenga”.

Una realidad que se diferencia de un relato que, desde hace tiempo, utiliza el recurso de la “posverdad” como principal herramienta. Esta estrategia apunta a crear la sensación de que no hay alternativa y hay que transitar un camino costoso para que vengan las inversiones externas.

 

Nota publicada en Nuestras Voces el 14/04/2018