
Página/12 | Opinión
Por Juan Carlos Junio
Intoxicado por su narcisismo agresivo y su ideología ultraderechista, ahora subsumido ante sus admirados D.Trump y E. Musk, el Presidente desnudó su pequeñez ante el oprobio de la estafa $LIBRA, tapa de los principales medios internacionales. El fraude no es solo una cuestión de la personalidad de Milei, sino la expresión de una ideología que reniega del Estado al que pretende destruir; consecuentemente todo debe privatizarse, incluyendo la emisión de moneda nacional, lo cual implicaría la consagración de la fractura de lo público y de la soberanía como nación. En este caso nuevamente los capitalistas “eficientes por naturaleza”, resultaron ser vulgares ladrones, que no trepidan en estafar a miles de incautos que le creyeron al presidente. El gobierno libertario, enceguecido por el inesperado trompazo auto infligido y la incertidumbre creciente sobre la solidez macroeconómica, reacciona temerariamente profundizando su avanzada autoritaria. En pleno año electoral, el gobierno enfrenta, no solo el apriete de siempre de los burócratas del FMI; sino las consecuencias de sus políticas contra las mayorías sociales.
El país está sufriendo la destrucción del aparato productivo vía desregulaciones y apertura de importaciones. Esta remanida política aperturista es festejada por los cenáculos ultra liberales como un golazo, cuando en realidad es una operación que destruirá a la industria nacional y potenciará el desempleo. Los nuevos golpes al bolsillo serán un desengaño más para una ciudadanía que se divide entre quienes detestan al Presidente y aquellos a los que la esperanza se les va agotando, ya que su vida real choca crecientemente con la ilusión asumida oportunamente con el discurso mileísta.
En este contexto se acentúa aceleradamente la degradación democrática. Ideológicamente el presidente se inspira en posiciones políticas ultraderechistas que simpatizan con los falangistas españoles, la fascista italiana, ahora disfrazada de democrática, y los neonazis alemanes. Milei, tenso, siempre excitado y negador de la realidad, como señala Cristina; traspasa y quiebra los límites democráticos y republicanos. Nombró Supremos por decreto. El cortesano García-Mansilla, juramentado en una cena que rondó la clandestinidad, abreva en el Opus Dei y había opinado que las mujeres violadas que no presenten alguna discapacidad mental no tienen derecho al aborto. En otro brote de su avanzada autoritaria, Milei amenazó con intervenir a la provincia de Buenos Aires. Estos graves actos políticos son continuadores del uso abusivo de la facultad del veto, siempre utilizado para eliminar las leyes a favor de los jubilados y las universidades. Se suman otros hechos políticos determinantes: por segundo año consecutivo se gobernará discrecionalmente sin un presupuesto aprobado por el Congreso, lo cual posibilita un permanente chantaje a las provincias; y el super decreto 70/23 que se transformó en vértice de la gobernabilidad mileísta.
El presidente vuelve a pisotear la Constitución. Esta conducta convoca a la reacción de las fuerzas políticas, sociales, populares y a la propia ciudadanía, que constituye la reserva democrática del país, superando las subestimaciones que surgían al inicio de la gestión como reacción al griterío presidencial a favor de la venta de órganos. Ya queda claro que no se trata de exabruptos ni payasadas, son políticas que conculcan los derechos y garantías del pueblo. Nada puede salir bien, por más que el establishment se esfuerce en sostenerlo para continuar saqueando y “declare” hipócritamente que no es bueno nombrar jueces por decreto. El círculo negro de los capos empresarios de la burguesía argentina se declaró en “estado silencioso” ante el nombramiento del “supremo”, que lo desliza hacia un estado de excepción y la cripto estafa presidencial, a la vista de todo el universo. Como en otros momentos de nuestra historia, la clase gran empresaria y sus agrupamientos políticos gremiales decidieron que sus negocios son más importantes que sus republicanismos. Para ellos, lo principal es continuar medrando a costa del Estado. Seguir participando de la nueva ronda de venta de bienes públicos y especialmente del usufructo de los recursos naturales; aunque sea como socios menores de las corporaciones multinacionales. Por eso hicieron votar el RIGI por sus parlamentarios, muchos de los cuales, levantaron sus manos porque “no tuvieron más remedio”. Por último, en estos tiempos mileístas, pueden ejecutar más que nunca su principal impulso: fugar a guaridas fiscales las ganancias logradas explotando nuestras riquezas y el fruto del trabajo de los y las argentinas. El silencio resonante de la burguesía local se corresponde también con la expectativa de que el presidente concrete sus ansiadas y “verdaderas” reformas en pos de generar un cambio estructural en la vida económica y social. Se trata de la previsional, laboral y tributaria, a la cual se agrega una penal acorde con la doctrina represiva impulsada por la ministra Bullrich.
El intento de show mediático presidencial de la apertura de sesiones ordinarias derivó en una patética demostración negadora de la representación democrática en el Parlamento, que como nunca en la historia estuvo semi vacío. “El jefe” restringió la cobertura periodística, en un acto de manipulación política con el propósito de desinformar a la opinión pública presentando imágenes falsas y engañosas. Ya nada importa el pueblo, sino la audiencia del prime time. Plagado de mentiras y autoelogios el discurso presidencial prometió más motosierra y ajuste. No hizo ningún anuncio vinculado a mejorar el trabajo, las jubilaciones, la educación, la salud o la vivienda. Solo se ufanó de su autoritarismo.
La gran estafa es el propio presidente, y su bancarrota, mutilando a la democracia rumbo a un fujimorismo rampante.
En la otra orilla montevideana se vivió una jornada de celebración democrática. En las calles, una multitud se volcó a festejar el triunfo de la izquierda. A la asunción del presidente Yamandú Orsi y su vice Carolina Posse concurrieron todos los legisladores y los ex presidentes, al margen de sus colores políticos. Por la noche, los tablados en las barriadas explotaron, festejando con sus murgas, que ya son una expresión notable surgida de las entrañas del pueblo, sus historias y sus tradiciones culturales. ¡Vamo´ arriba!