El domingo 22 de noviembre se define mucho más que un gobierno nacional para los próximos cuatro años. Ese día la ciudadanía resolverá a través de su voto si continuaremos avanzando por el camino del desarrollo económico con inclusión social, la consagración de nuevos derechos, la inserción en el mundo con un proyecto soberano, por y para el conjunto de los habitantes de nuestro país, o volveremos al Estado que gerencia los intereses del privilegio, apuesta al endeudamiento y la subordinación a los grandes grupos económicos locales e internacionales, defiende las políticas de ajuste y promueve el achicamiento del aparato productivo.
Los cantos de sirena del macrismo no nos pueden hacer olvidar sus ocho años de gobierno en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en cuyo transcurso no resolvió el déficit habitacional que afecta a más de medio millón de personas; recortó los presupuestos de salud y educación; no resolvió el gravísimo problema de la basura; aumentó los impuestos y no cumplió con la promesa de extender diez kilómetros por año el servicio de subterráneos. Su particular concepción de “seguridad” se expresó en las represiones del Indoamericano -con tres muertes que lamentar- y del Hospital Borda. Cabe mencionar, además, que los dos primeros jefes de la Metropolitana -Palacios y Chamorro- están procesados por delitos. La retórica macrista sobre el diálogo y el respeto a las instituciones no sólo es desmentida por su política represiva. El jefe de gobierno tiene 120 leyes vetadas, sin dudas un récord histórico en el avasallamiento del Poder Legislativo. Macri estuvo imputado por causas ligadas al contrabando y está imputado por las escuchas ilegales a familiares de la AMIA, referentes sociales y políticos. En ocho años el Gobierno de la Ciudad más que triplicó en dólares la deuda externa, y acumula más de 200 denuncias penales por irregularidades, algunas de las cuales emergieron en los últimos tiempos. Estos hechos son botones de muestra de una gestión ineficiente -en el mejor de los casos- o peor aún.
De cara a la segunda vuelta electoral es indispensable hacer memoria y recordar la crisis que estalló a fines de 2001, luego de más de una década de sobredosis neoliberal.
Mauricio Macri y su equipo no dicen que van a multiplicar la pobreza, por el contrario proclaman “pobreza cero”, pero basta con escuchar a sus asesores económicos para saber cuál es su verdadero pensamiento: “Habrá que pedirle préstamos al FMI” (Prat-Gay, 2008); “hay que privatizar el Banco Nación” (Sturzenegger, 2000); “los fondos buitre son tipos de buena voluntad” o “hay tres millones y medio de jubilados que no han pagado nada” (Melconian); “los salarios son un costo más” o “hay que cumplir el fallo judicial” de Griesa (Macri).
Pero además de las palabras están los hechos, todas las leyes que los diputados del PRO-Cambiemos votaron en forma negativa: la recuperación de YPF y Aerolíneas Argentinas, la movilidad jubilatoria, la declaración de gravedad institucional del fallo de Griesa, la anulación de las AFJP y el regreso al sistema solidario de previsión social.
Hay que recordar que en estos últimos doce años, desde el gobierno de Néstor Kirchner y los dos períodos a cargo de Cristina Fernández de Kirchner, se crearon más de cinco millones de puestos de trabajo, se incrementó el presupuesto educativo a más del seis por ciento del PBI, se ampliaron los beneficios previsionales a más del 97 por ciento de los adultos mayores; se avanzó en el campo de la ciencia y la tecnología, a tal punto que nuestro país puso en el espacio dos satélites de telecomunicaciones y ya está construyendo el tercero.
En el plano internacional, Argentina ha tenido un rol protagónico en la creación y el fortalecimiento de los nuevos bloques regionales como la UNASUR y la CELAC. Desde esta nueva configuración regional emancipatoria y de ruptura con las “relaciones carnales” con los Estados Unidos, Argentina ha levantado la bandera de la Soberanía conjugándola con el estrechamiento de vínculos con los nuevos bloques emergentes y países que expresan la multipolaridad del mundo contemporáneo.
Cabe destacar que como corolario de esta política exterior, la Asamblea General de la ONU aprobó la propuesta argentina, por 135 votos, de fijar nueve principios para la renegociación de las deudas soberanas.
Con firmeza y decisión política nuestro país se ha desendeudado y ha dejado de estar subordinado a los organismos multilaterales de crédito, en especial al Fondo Monetario Internacional, y ha enfrentado con decisión y valentía el asedio de los fondos buitre, amparados por la justicia estadounidense. Ahora decidimos nosotros, los argentinos, la política económica que responda al genuino interés nacional y al bienestar general de la población.
Es cierto que aún queda mucho por hacer: alcanzar nuevos logros en materia de desarrollo económico y social, reducir la pobreza al nivel cero, lograr la inclusión social plena, sostener el crecimiento de las economías regionales, el fomento a las PyMes del campo y la ciudad, profundizar la industrialización, fortalecer el mercado interno, y todo lo que falta para el pleno goce del pueblo de todos sus derechos y la grandeza de la Patria. Todo ello sólo podrá lograrse si votamos al Proyecto Nacional que encarnan Daniel Scioli y Carlos Zannini; las últimas declaraciones de Scioli fortalecen nuestra convicción, tanto al expresar que “mientras Mauricio Macri tiene una visión privatizadora y cree en el mercado” él “apuesta a la intervención del Estado”, como al sostener que “la elección ahora es mano a mano, el país del poder concentrado contra los intereses del pueblo”.
En este tiempo de definiciones trascendentales hay que actuar con inteligencia política, sin titubear y con la certeza absoluta de que están en disputa dos modelos: el de una Argentina para todas y todos; o el de una Argentina sometida a las corporaciones, al endeudamiento y al ajuste. Por eso afirmamos que el abstencionismo o la “neutralidad” son en esta circunstancia política funcionales al macrismo.
Los militantes del Partido Solidario somos consecuentes partícipes y defensores del Proyecto Nacional, Popular y Democrático nacido el 25 de Mayo de 2003 y liderado primero por Néstor Kirchner y luego por la Presidenta Cristina Fernández. Y como lo hemos expresado siempre queremos ir por más. Por más democracia y equidad distributiva, por más ampliación de derechos, por más soberanía económica e integración regional, por más salud, educación y trabajo para todos. En síntesis, por una Argentina que crezca y se desarrolle de manera integral y solidariamente en beneficio de su pueblo y no de los sectores del privilegio, de la exclusión y de la sumisión a los grandes grupos de poder concentrados tanto locales como trasnacionales.
Por eso, con la coherencia que hemos actuado a lo largo de todos estos años, el PSOL aportará toda su energía y convicción a la campaña electoral que culminará el domingo 22 de noviembre, convocando a votar por nuestros candidatos: Daniel Scioli Presidente de la Nación y Carlos Zannini Vicepresidente de la Nación.
Partido Solidario
Presidente: Carlos Heller - Diputado Nacional
Secretario General: Juan Carlos Junio - Diputado Nacional
Buenos Aires, 28 de octubre de 2015