Perfil | Opinión
Por Carlos Heller
Hay un último servicio que intentan que cumpla el Presidente: el de llevarse con él todos los costos del proyecto económico y social que aplicó en los últimos casi cuatro años. La frase que podría sintetizar la operación sería: “No ha sido el modelo, ha sido Macri”.
En un artículo titulado “Los problemas económicos de Argentina significan un desastre para las perspectivas electorales de Macri”, el Financial Times recurre a esa misma operación: colocar en cabeza exclusiva del actual presidente la responsabilidad por los resultados económicos y sociales. Es a lo que se refirió la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la presentación de su libro en El Calafate, cuando dijo: “Macri no será Chispita, pero el problema no es él sino sus políticas”. Es un intento de salvar el ideario neoliberal utilizando al actual presidente como si fuera quien concentra todos los males. Dicen: Macri hizo todo mal y por eso este programa no funcionó. Nosotros venimos diciendo desde hace tiempo lo contrario: justamente porque el programa funcionó produjo todas estas consecuencias negativas. Es decir: en la perspectiva que intentan instalar habría que volver a insistir con el mismo modelo aunque conducido por otra dirigencia más capacitada. El mejor equipo de los últimos cincuenta años ha sido recalificado: ahora es un grupo amateur que no supo aplicar un modelo que, según ellos, continuaría siendo el adecuado para la Argentina.
Sin embargo, es el actual modelo el que produce estructuralmente un aumento de la concentración de la riqueza y su contrapartida, el incremento de la pobreza y la desigualdad. Además, este proyecto de país les deja a todos los argentinos y las argentinas una deuda enorme. Cuando Macri, en el primer debate presidencial 2019, afirmó que “dos de cada tres pesos que tomamos de deuda fue para pagar deuda del gobierno anterior”, dijo una barbaridad. Es de sentido común: si tomaste deuda para pagar otra, no creció la deuda, solo fue reemplazada. Al contrario, la deuda creció de un modo descomunal en su gestión y no para hacer frente a deuda heredada. Es imposible sostener –como lo hace el Presidente– que dos tercios de la deuda contraída fueron para pagar otra deuda preexistente porque, si hubiera sido así, no se hubieran modificado tan significativamente los montos adeudados.
Un reciente informe del Banco Mundial dice que la Argentina es un caso extremo donde los stocks de deuda externa en 2018 aumentaron un 19% y, agrega textual, ello es “atribuible en gran medida al paquete del Fondo y al incremento de la deuda de corto plazo”. La deuda externa en dólares entre 2015 y 2018 aumentó 105 mil millones de dólares. En contraste con esto último, el gobierno anterior no generó ninguna deuda y, en cambio, renegoció lo que se debía con una quita significativa, le pagó al Fondo Monetario y comenzó a pagarle al Club de París.
Hay dos direcciones hacia donde el establishment intenta dirigir la culpa: hacia el gobierno anterior, a quien, entre muchas otras cosas, se lo responsabiliza por una deuda que nunca contrajo; o hacia Mauricio Macri, intentando concentrar en una sola persona la responsabilidad de una crisis producida por un modelo económico y social, a la vez sostenido por un conjunto de sectores económicos, sociales y políticos. Es una vieja estrategia decir: “Acá no fracasó el modelo, fracasó el responsable de la ejecución”. O como alguna vez hemos escuchado: “La medicina era la correcta, las dosis fueron insuficientes”. Lo que siempre intentan es poner a resguardo los planes de ajuste señalando: “Si fracasan es porque se ejecutaron mal o porque fueron demasiado gradualistas”. Nunca porque son nocivos en sí mismos.
El próximo 27 de octubre, si, como todo parece indicar, resulta vencedora la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner, no se impondrá solo un límite a la figura de Mauricio Macri y su equipo: el límite será también para el modelo neoliberal, responsable de la actual crisis económica y social.